SED DE MAL (Touch of Evil)

(USA) Universal, 1958. 106 min. BN.

Pr: Albert Zugsmith. G: Orson Welles, basado en la novela "Badge of Evil" de Whit Masterson (Robert Allison Wade y William Miller). Ft: Russell Metty. Mt: Virgil M. Vogel, Aaron Stell y Edward Curtiss. Remontaje 1998: Walter Murch. DA: Alexander Golitzen y Robert Clatworthy. Vest: Bill Thomas. Ms: Henry Mancini. Dr: Orson Welles.

Int: Charlton Heston, Orson Welles, Janet Leigh, Joseph Calleia, Akim Tamiroff, Ray Collins, Dennis Weaver, Joanna Moore, Valentín de Vargas, Mort Mills, Víctor Millán, Harry Shannon, Lalo Ríos. Cameos: Marlene Dietrich, Zsa Zsa Gabor, Joseph Cotten, Mercedes McCambridge, Eva Gabor,  Keenan Wynn.











SINOPSIS:
Un policía mexicano recién casado y su esposa, son testigos circunstanciales de la explosión de un coche con sus dos ocupantes en la frontera de México y EE.UU. Cuando él asiste a las investigaciones como observador, se percata del irregular proceder del policía encargado del caso, un imponente individuo, temible en sus intuitivos y corruptos métodos.










Vargas (Charlton Heston) y su esposa Susan (Janet Leigh), atrapados en las torticeras estrategias de Quinlan (Orson Welles).

COMENTARIO:
A los siete años de retirarle las “credenciales” y ser expulsado de la fábrica de sueños, Welles regresó a Hollywood para incorporarse como actor al reparto de SANGRE EN EL RANCHO (Man in the Shadow) dirigida por Jack Arnold y producida por Albert Zugsmith. Este productor, un tipo ciertamente peculiar, quiso repetir experiencia con Welles y le ofreció un papel en la película que estaba preparando para Charlton Heston. Éste, que acababa de rodar LOS DIEZ MANDAMIENTOS y LA LEY DE LOS FUERTES (Three Violent People), se empecinó con una tozuda y heroica insistencia (deseaba trabajar a las órdenes del genio de Kenosha) en que también le permitieran dirigirla. Así, lo que probablemente hubiera sido un vulgar thriller respetando todos los códigos del género, se convirtió en una obra de portentosa fuerza visual (enfáticas angulaciones e iluminación expresionista), que se eleva desde lo imposible (a partir de la brillantísima, barroca, aérea, anonadante grúa que abre el film) sorprendiendo al espectador con audaces soluciones de puesta en escena que transforman y enriquecen materiales de derribo hasta integrarlos en la médula de una poderosa, insólita, enigmática tragedia que transita el interior de los pasillos, laberínticos y oscurecidos, del alma humana. Todo ello dando forma (y fondo) a una narración en que situaciones y acontecimientos se suceden a un ritmo de vértigo, como si Welles tuviera prisa por demostrar su capacidad creativa, presintiendo que iba a ser su última oportunidad de hacerlo en el seno de la factoría hollywoodense.

Nota: en 1998, el film fue objeto de una "restauración" que supuestamente devolvía la versión sin manipular concebida por el realizador (esto es algo cuestionable), recuperándose para ello cinco minutos de metraje y efectuando algunos retoques en el montaje, labor encargada a Walter Murch, el montador habitual de Francis Ford Coppola. 

14 comentarios:

  1. El dilema entre respetar los derechos o aplicar la ley a cualquier precio, incluso el de la injusticia, está servido a la peculiar y barroca manera de Welles.

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    1. Formalmente, Welles conseguía fascinarnos con ese lenguaje de cámara enfático y expresionista que en las intentonas de otros directores nos puede horrorizar. Es la diferencia entre el genio y la pretensión.

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  2. Acordándome de “La dama de Shanghai”, no era la primera vez que Welles apoyándose -casi como pretexto- en una novelucha conseguía de nuevo con la que ahora comentamos una apasionante película llena de energía y descubrimientos formales que elevan a la enésima potencia una trama cuya línea de desarrollo se arruga formando oscuros recovecos. Podríamos afirmar que “Sed de mal” representó el último gran ejemplo de cine negro salido de Hollywood, un Hollywood, por otro lado, mercenario y desconfiado que no supo entender o apreciar que estaban ante una obra maestra.
    Saludos.

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    1. Hay que reconocerlo: era difícil conciliar el genio desbocado, barroco y disrruptor, de Orson Welles con la tradición clásica del “noir” cuyo concepto de narrativa se ajustaba a unas reglas establecidas a las que se plegaban, puliéndolas, directores como John Huston, Howard Hawks o Jacques Tourneur cuyo indiscutido talento lograba grandes títulos (EL HALCÓN MALTÉS, EL SUEÑO ETERNO, RETORNO AL PASADO). De ahí, la desconfianza de aquellos jefes de estudio recelosos ante las arriesgadas propuestas de Welles, sobre todo, escarmentados por la tenue respuesta del público (y la crítica) de la época.
      Un saludo.

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  3. Más allá de su arrolladora fuerza visual, es un hallazgo el personaje de Quinlan, que interpreta el propio Welles, uno de sus característicos héroes contradictorios, como también lo eran Kane o Harry Lime.

    Saludos.

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    1. Orson Welles, cuando se dirigía a sí mismo, procuraba siempre dotar a sus personajes, oscuros, dominantes o decididamente malvados, de una dimensión que los elevaba por encima de las convenciones al uso dotándolos de un cierto carisma, por así decirlo. Su imponente presencia potenciada además por artificiosos maquillajes, contribuía lo suyo.
      Un saludo.

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  4. La mejor versión de Welles para tratar sus clásicos intereses morales y políticos. Bien descrita la película con breves pero exactas pinceladas, Teo. Un obra maestra abrumadora.

    Un abrazo.

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    1. La esencia del cine de Welles (o de cualquier otro autor con universo propio y talento desmesurado para plasmarlo) era eso precisamente, y, en efecto, SED DE MAL representa un contundente ejemplo de ello.
      Un abrazo.

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  5. Otra obra maestra más, del genial Orson Welles. Cuenta con una fotografía en blanco y negro que crea una imágen lúgubre y oscura, donde parece que la noche traspasa al dia. Fenomenales actuaciones de los protagonístas, con un Charlton Heston (que por cierto tapó muchas bocas), metido hasta los huesos de Miguel Vargas, ese policía, dispuesto a todo (extraordinario, de verdad, en una de sus mejores interpretaciones), y a su lado la bellísima Janet Leigh, impresionante... y como no Marlene Dietrich, llenando la pantalla, y con una frase para la historia : "Un mal policía, un mal hombre". Y por último el GENIO: Orson Welles, dando vida a ese obeso Hank Quinlan, un policía muy reputado, pero con unos métodos brutales, con una actuación llena de hondura, que logra meterse hasta las entrañas. ¿Y que, más se puede decir de esta impresionante película?.

    Solamente : quitarse el sombrero Señores.

    " Es imposible hacer una buena película sín una cámara que sea como un ojo en el corazón de un poeta"
    Orson Welles.⚘
    Luego de reponerme de una gripe A, estoy por estos lares, Teo. Agradecida por leerte.😘

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    1. Lo de recargar las tintas cobra un sentido especial cuando es Orson Welles quien lo practica para crear atmósferas irrespirables. Esa casi permanente nocturnidad que lo envuelve todo como sucia metáfora de un infierno del que no se sale. Pues sí, una obra maestra que no siempre ha sido considerada así.
      Por cierto, quiero puntualizar esa frase que mencionas en la escena final entre la gitana Tanya y el policía Schwartz mientras contemplan el cuerpo de Quinlan semi hundido en un charco de agua putrefacta. Dialogaban lo siguiente:
      Schwartz: "Después de todo, Quinlan tenía razón. Era un excelente detective".
      Tanya: "Y un mal policía... era un hombre excepcional y no importa lo que diga la gente. Adiós"

      P.D.— Me alegra que te veas recuperada de esa gripe, Virginia. Aquí seguimos.
      Un abrazo.

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  6. Esta película, poco menos que ignorada en su día y que ahora nos parece tan importante, además de su poderío estético plantea dilemas morales de enjundia como, por ejemplo, el poder de la policía, la corrupción disfrazada de intuición, la impotencia ante la mentira, etc. Esto no hace sino demostrar la plena vigencia a todos los niveles de una obra que resulta una asombrosa lección de cine.
    Un saludo.

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    1. Pues sí, Cal, de acuerdo en que tanto la temática abordada en SED DE MAL como su tenebrista puesta en escena, aún hoy conservan la vigencia y la fuerza en todos sus apartados, y lo hace utilizando los siempre sorprendentes recursos de un artista que supo crear y defender su universo aún en las condiciones más inapropiadas para ello.
      Un saludo.

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  7. Me sorprende que películas de las características de esta no acumulen más comentarios. Y conste que el cine de Orson Welles no es mi predilecto. Personalmente no consigo empatizar con la mayoría de sus películas, me resultan lejanas, distantes, como si estuviera más preocupado por la estética y los movimientos de cámara. En fin, opiniones que tiene una.
    No obstante, a una servidora, "Sed de mal" le parece su mejor película, plagada de intérpretes estupendos y una historia absorbente. Cada vez que la recuerdo se me viene a la cabeza la aparición de Marlene Dietrich; el suyo es un papel corto pero está genial, con un look sorprendente y magnética como siempre. Ahora entiendo el morbo que le produce a mi pareja, jeje!.
    Por lo demás, como digo, una película espléndida con una fotografía en blanco y negro de fuertes contrastes y una ambientación magnífica. Mi único "pero" reside en lo poco que sale en pantalla Janet Leigh. Tal parece que el propio Welles la tuviera como mujer florero.
    Abrazos!

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    1. Supongo que todos los que ponemos en circulación un blog deseamos que nuestra andadura tenga la máxima repercusión, pero existimos demasiados intentándolo. Apechuguemos pues con lo que hay haciendo las cosas lo mejor posible sin desmoronarnos.
      Welles es uno de los pocos cineastas -o tal vez el único- que estando en las antípodas de la narrativa clásica de un Howard Hawks (entre otros), de la "invisibilidad" de la cámara, consiguió en su cine soluciones expresivas apasionantes, espectaculares, pioneras, y sin embargo, exentas de pretenciosidad o formalismo vacío. En su anonadante brillantez, sus elaboradas imágenes resultan a la vez ser funcionales contribuyendo de manera muy efectiva a potenciar la dramaturgia de la historia que nos cuenta, profundizando en su contenido y significación, experimentando con el lenguaje de la cámara y sus infinitas posibilidades.
      ¡Ojo! no confundir lo que acabo de exponer respecto al cine de Welles con alardes formalistas de hueco significado, efectistas, pretenciosos y petarderos de Baz Luhrmann (un ejemplo de los sobrevenidos "genios" con fecha de caducidad).
      Un abrazo.

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