CHARADA (Charade)

(USA) Universal / Stanley Donen, 1963. 113 min. Color.

Pr: Stanley Donen y James Ware. G: Peter Stone, basado en el relato "The Unsuspecting Wife" de Peter Stone y Marc Behm. Ft: Charles Lang Jr. Mt: James Clarke. DA: Jean d'Eaubonne. Vest para Hepburn: Hubert de Givenchy. Ms: Henry Mancini. Títulos: Maurice Binder. Dr: Stanley Donen.

Int: Cary Grant, Audrey Hepburn, Walter Matthau, James Coburn, George Kennedy, Ned Glass, Jacques Marin, Dominique Minot, Thomas Chelimsky, Paul Bonifas, Clément Harari, Monte Landis, Bernard Musson.










SINOPSIS:
Regina Lambert, americana residente en Francia, cuyo marido ha muerto en misteriosas circunstancias, es ayudada en sus pesquisas por un solícito y atractivo desconocido que dice llamarse Alex. Tres siniestros personajes entran en escena reclamando a la viuda una fortuna que aseguran les pertenece y que al parecer estaba en posesión del finado. Los continuos y desconcertantes cambios de personalidad de su protector y la sucesión de diversos avatares irán complicando la existencia de la perpleja y acosada Regina.









Un momento de tensión e indecisión entre las columnas del Palais Royal: Bartholomew (Walter Matthau) tras ser desenmascarado, apuntando con su pistola a la pobre Regina que continúa sin saber dónde está la verdad.

COMENTARIO:
Desde estas líneas expreso, una vez más, mi desbordado entusiasmo por una película como CHARADA, genial comedia de intriga en la que el espectador, del mismo modo que su atribulada protagonista femenina, se ve atrapado en un constante dilema entre lo aparente y lo real. Ya en el arranque de la película, en la secuencia de Megève, Regina Lambert (Audrey Hepburn) se queja ante su amiga, “Todo son secretos y mentiras”, refiriéndose a su fracasado matrimonio y también como premonición a todo lo que se le vendrá encima tras ser informada de la violenta muerte de su marido. Así, partiendo de un ingenioso guión con numerosos giros, Donen juega de manera deliciosamente magistral con un humor sutil perfectamente dosificado y con la gradual introducción del factor romántico que vienen a suavizar la tensión creada por la trama. Algunos ejemplos: inolvidable secuencia del velatorio, los saltarines y macabros acontecimientos en el hotel donde se hospeda Regina (el desconcertado inspector Grandpierre: “curioso, todos mueren en pijama”), el baile de la naranja en la boite, la gamberra ducha de Grant, el momento mágico a bordo del bateau-mouche...

No dudo en afirmar que este film, junto con DOS EN LA CARRETERA, representa el cenit en la carrera de Stanley Donen y resulta fascinante comprobar cómo un presunto homenaje al cine de Hitchcock deviene en una obra maestra plenamente doneniana en la que el autor de BÉSALAS POR MÍ no renuncia a su depurado estilo, perfectamente reconocible en una puesta en escena elegante y cristalina que nos enamora con su alado juego de cámara y esos intérpretes tan amados por él y tan bien dirigidos (maravillosa química entre Grant y Hepburn), imprimiendo musicalidad al impecable ritmo de la película y convirtiendo un thriller de incertidumbres en un sorprendente ejercicio "musical" sin necesidad de canciones ni números de baile (eso sí, con la inspirada complicidad de Henry Mancini).

Mirando hacia atrás, he de confesar que Stanley Donen es el director al que debo más horas de felicidad y placer frente a una pantalla a lo largo de mi vida cinéfila. No obstante, su cine contiene también una vertiente que ya comenzaba a emerger en alguno de sus títulos a partir de SIEMPRE HACE BUEN TIEMPO y es lo quebradizo de los sentimientos -el amor, la amistad- y la erosión del paso del tiempo en los mismos. En definitiva, el desencanto. Pero esa es una historia para otro momento. Hablando de CHARADA, no tiene lugar.

 RIO BRAVO (1959)

(USA) Warner Bros./Armada, 1958. 141 min. Color.

G: Jules Furthman y Leigh Brackett, basado en un relato corto de B.H. McCampbell. Ft: Russell Harlan. Mt: Folmar Blangsted. DA: Leo K. Kuter. Vest: Marjorie Best. Ms: Dimitri Tiomkin. Can: Dimitri Tiomkin y Paul Francis Webster. Pr y Dr: Howard Hawks.

Int: John Wayne, Dean Martin, Ricky Nelson, Angie Dickinson, Walter Brennan, Ward Bond, John Russell, Pedro González González, Claude Akins, Estelita Rodríguez, Robert Donner, Bing Russell, Bob Steele, Walter Barnes, Fred Graham. Nota: las apariciones de Harry Carey Jr. y Malcolm Atterbury fueron eliminadas en el montaje.










SINOPSIS:
En espera de que llegue el juez, el sheriff John T. Chance retiene a un prisionero, al que una familia de caciques y todos los peones de su rancho tratan de sacar de la cárcel, sin recurrir a más ayuda que la de su amigo alcoholizado Dude, al que trata de rehabilitar, un viejo ayudante cojitranco, desdentado y cascarrabias, un joven y presumido pistolero, y Feathers, una atractiva jugadora de cartas de la que no se fía pero que le encanta. La banda enemiga captura a Dude y propone un canje de rehenes, que en principio Chance acepta, para resolver el conflicto a base de astucia y dinamita.









He aquí el trío protagonista y una de las frases promocionales utilizadas en su día:
 "No daban cuartel, no lo pedían; estaban en Rio Bravo".
 

COMENTARIO:
Sabemos por las declaraciones que en su día hizo el propio Hawks que RIO BRAVO fue su (tardía) reacción ante el planteamiento del reputado western de Fred Zinnemann, HIGH NOON (Solo ante el peligro). Así, esta cuestión se ha convertido en un lugar común, en un encabezado casi obligatorio cuando queremos hablar del que ahora nos ocupa. Sin tanta guarnición psicologista como aquel, sin mensaje camuflado ni artificio narrativo, RIO BRAVO nos presenta el mismo drama pero desde postulados diferentes y por supuesto ambas películas se encuentran en las antípodas narrativas. Aquí, el personaje de Chance (John Wayne) ante la situación planteada no va de puerta en puerta pidiendo ayuda; por el contrario, sabe que debe asumir su obligación como sheriff y busca la forma a que dé lugar para cumplir con lo que ha de hacer disponiendo de lo que tiene a mano (un borracho en plena autocompasión, un anciano cascarrabias y un niñato inexperto y presuntuoso).

Como en tantas otras aventuras hawksianas, aquí de nuevo aparece la amistad entre los hombres como eje de la acción y una vez más la irrupción de la mujer (hablo del personaje de Feathers maravillosamente encarnado por Angie Dickinson) sirve para socavar la resolutiva y machista seguridad del héroe y para descubrírnosle -con una buena dosis de humor- en su dimensión humana, dubitativo, torpe e inseguro. Sin embargo, a este respecto, Dude (un magnífico Dean Martin ya despegado de Jerry Lewis) nos es presentado en clave más dramática como un personaje acabado, empujado al alcoholismo por un desengaño amoroso ocurrido en el pasado. No obstante, azuzado por sus compañeros en los que se mira como en un espejo, renacerá de sus cenizas y en el ejercicio de su profesión recuperará la dignidad.

Western cuya trama le circunscribe a los límites de la población que le da título y por ello, en cierta medida, claustrofóbico (buena parte de él transcurre entre el hotel y el despacho-prisión del sheriff) y jalonado con prolongadas escenas nocturnas. De ahí que consecuentemente renuncie a algunos de los elementos más característicos del género como son las socorridas galopadas y los grandes exteriores.

Filmado con esa aparente sencillez de quien sabe cómo colocar la cámara para captar un fragmento de vida y devolvérnoslo con muchos datos para una mejor comprensión de la totalidad sin que nada se interponga entre nosotros los espectadores y lo que se nos cuenta. Es la riqueza y complejidad de una sabia concepción de puesta en escena directa y transparente y que convierte a RIO BRAVO en el mejor ejemplo para estudiar y admirar las cualidades que definen el cine de su director, Howard Hawks, representante de un clasicismo basado en la cámara “a la altura de la mirada del hombre”. Algo que ahora nos parece tan evidente, en el pasado no fue apreciado incluso por numerosos representantes de la llamada crítica seria que tacharon cegatamente de “lineal” su manera de filmar.

EL AÑO PASADO EN MARIENBAD (L’Année dernière à Marienbad)

(Fr-It) Cocinor/Precitel/Terra Film/Argos/Cormoran Films, 1961. 94 min. BN. Dyaliscope.

Pr: Pierre Courau, Anatole Dauman y Raymond Froment. G: Alain Robbe-Grillet. Ft: Sacha Vierny. Mt: Henri Colpi y Jasmine Chesney. DA: Jacques Saulnier. Vest: Bernard Evein. Ms: Francis Seyrig. Dr: Alain Resnais.

Int: Delphine Seyrig, Giorgio Albertazzi, Sacha Pitoëff, Pierre Barbaud. Gilles Quéant, Françoise Bertin, Françoise Spira, Luce García-Ville.








SINOPSIS:
En el lujoso y barroco escenario de un gigantesco hotel o balneario (¿en Marienbad?), se produce el extraño encuentro entre un hombre que habla a una mujer de la aventura amorosa que mantuvieron allí mismo el año anterior y de la promesa de volver a encontrarse para huir juntos. Ella parece no recordar, o tal vez él miente...







Con una trama no narrada sino sugerida, nosotros, como espectadores o como integrantes de un sueño, podemos ser los "creadores" de una película que aún hoy admite múltiples interpretaciones.

COMENTARIO:
A lo largo de la Historia del cine son muy escasas las películas cuyo diseño genera una peculiar estructura narrativa que logra provocar en el espectador fascinación, inquietud o desasosiego, sumiéndole en controvertidas interpretaciones de lo que está viendo en la pantalla. Sin duda, una de ellas fue el segundo largo de Alain Resnais, que plasma en imágenes herméticas de aroma mortuorio una trama (si es que este término es el adecuado) donde un triángulo de hieráticos personajes se mueven entre la realidad y la fantasmagoría. Aquí, inmersos en un perturbador universo, el presente y el pasado, lo real y lo imagina­do, lo verdadero y lo falso, propician un ambiguo ballet de seductoras formas, milimétricas en su conjugación con la palabra, en un apasionante e investiga­tivo film en torno a los mecanismos de la memoria.

Todas las “claves” que nos proporciona el desarrollo solo sirven al propósito de sumirnos en una esquizofrenia interpretativa. Ese decimonónico gran hotel (o balneario) con sus inmensos y geométricos jardines, ¿no podría ser acaso un sanatorio mental y el hombre-narrador un psiquiatra que intenta desbloquear la memoria de esa reticente y melancólica mujer para descubrir escollos de su pasado?. Esta sería una lectura demasiado simple para resultar plausible en una película jeroglífico. Y ahora paso a referirme a la tercera figura (porque estamos ante figuras más que personajes), ese espectral -supuesto marido o amante- de aspecto cadavérico que se mueve, cambia de ubicación y evoluciona en torno a la mujer supuestamente para retenerla como lo haría un vampiro y que gusta de practicar con cerillas un juego de mesa de aparente sencillez, mientras de todo lo que percibimos en nuestra condición de espectadores se infiltra una aprehensión de amenaza incierta, como algo onírico que se cierne y se instala para desdoblar los significados.

Alain Resnais conseguía con HIROSHIMA MON AMOUR (1959) y EL AÑO PASADO EN MARIENBAD (1961), erigirse en el máximo exponente del cine de vanguardia surgido en la frontera de los años cincuenta con los sesenta, si bien resulta obvio -viendo estas películas- que su cine para nada era integrable en aquel movimiento de la Nouvelle Vague. Resnais se movía en otro universo por así decirlo, más sofisticado y sinuoso, elaborando formas que intencionadamente nos dificultaban extraer conclusiones, como método para espolear nuestro intelecto y sacarnos de un acomodaticio marasmo.