EXTRAÑOS EN UN TREN (Strangers on a Train)
(USA) Warner Bros., 1950-51. 101 min. BN.
G: Raymond Chandler, Czenzi Ormonde y Ben Hecht (sin acreditar), basado en la novela de Patricia Highsmith. Ft: Robert Burks. Mt: William H. Ziegler. DA: Ted Haworth y George James Hopkins. Vest: Leah Rhodes. Ms: Dimitri Tiomkin. Pr y Dr: Alfred Hitchcock.
Int: Farley Granger, Robert Walker, Ruth Roman, Laura Elliot, Leo G. Carroll, Patricia Hitchcock, Marion Lorne, Howard St John, Jonathan Hale, Norma Varden, Robert Gist, John Doucette, John Brown, Harry Hines, Charles Meredith.
SINOPSIS: Durante un trayecto en tren, un campeón de tenis es abordado por un individuo conocedor de su vida privada que tras una amigable conversación le propone un intercambio de asesinatos: él eliminaría a la insufrible esposa del tenista y éste, a cambio, haría otro tanto con el padre de psicótico personaje, quien, pese a la negativa del primero a aceptar la propuesta, lleva a cabo su parte.
![]() |
Composición promocional en la que posan Bruno (Robert Walker), Anne (Ruth Roman) y Guy (Farley Granger), los tres protagonistas de este siniestro drama. |
COMENTARIO: Hitchcock, contando ya con obras en su haber como ENCADENADOS y SOSPECHA, en la plenitud del dominio de su arte, consiguió en esta ocasión un tenso, elaborado y estremecedor thriller a través de cuyo contenido supo penetrar en el lado oscuro del ser humano para descubrirnos una dramática escisión en su interior, un doble demoniaco que viaja con todos nosotros, al que suponemos controlado y por tanto voluntariamente ignorado, pero que fortuitamente puede hacerse patente, introduciendo el caos y la oscuridad en un mundo ordenado y luminoso regido por códigos establecidos.
El arribista personaje encarnado por Farley Granger desearía en verdad librarse de su odiosa esposa, eso Hitchcock nos lo deja bastante claro y de ahí ese halo malvado que envuelve toda la película, pero su impulso es frenado más por el temor a poner en riesgo su status que inspirado por la rectitud. Y es su alter ego tenebroso (magníficamente incorporado por Robert Walker) quien en este caso finalmente le resuelve la papeleta.
Por mencionar una curiosidad, siete años después, el maestro Hitch reincidiría en el tema mostrándonos otro individuo que en su afán por librarse de su mujer -esta vez sin coartadas morales- idea un maquiavélico plan para que sea un engañado tercero quien le proporcione el éxito. Como habréis adivinado, me estoy refiriendo a VERTIGO.