UN DÍA EN NUEVA YORK (On the Town)

(USA) MGM, 1949. 98 min. Color.

Pr: Arthur Freed y Roger Edens. G: Betty Comden y Adolph Green, basado en el ballet "Fancy Free" de Jerome Robbins. Ft: Harold Rosson. Ms: Leonard Bernstein y Roger Edens. Cor: Gene Kelly. Mt: Ralph E. Winters. DA: Cedric Gibbons y Jack Martin Smith. Vest: Helen Rose. Ms: Leonard Bernstein. Can: Arthur Freed, Betty Comden, Adolph Green y Nacio Herb Brown. Dr:  Stanley Donen y Gene Kelly.

Int: Gene Kelly, Frank Sinatra, Betty Garrett, Vera-Ellen, Ann Miller, Jules Munshin, Florence Bates, Alice Pearce, George Meader, Hans Conried, Tom Dugan, Carol Haney, Murray Alper, William Phillips, Dick Wessel.

Chip (Frank Sinatra), Ozzie (Jules Munshin) y Gabey (Gene Kelly) acaban de bajar a tierra en el puerto de Nueva York con un permiso de veinticuatro horas y están dispuestos a "comerse" la ciudad.
En su alocado periplo bajan al Metro y reparan en un póster con la imagen de "Miss Andén" de ese mes, una atractiva jovencita que deja fascinado a Gabey.
Viajando en un vagón de Metro se oyen conversaciones muy sorprendentes.
Quiere el azar que Gabey se tope con Ivy Smith (Vera-Ellen), la joven del póster, pero tras un breve y atropellado encuentro se le escapa. 
Ya en la superficie, desde la calzada reciben la invitación de Brunilda Esterhazy (Betty Garrett), una insistente taxista que se ofrece a llevarles donde quieran.
Chip y Ozzie están dispuestos a ayudar a su amigo Gabey a localizar a esa monada que se le escapó en el Metro. En la búsqueda le ayudará Brunilda, tenaz en su afán de seducir a Chip.
Entra en escena Claire (Ann Miller), una vitalicia estudiante de paleontología que de inmediato queda impresionada por el notable parecido de Ozzie con la figura de un espécimen del paleolítico.
Ozzie bromeando a costa de su cavernícola ancestro.

SINOPSIS:
Tres alegres marineros desembarcan en el puerto de Nueva York con un permiso de tan solo de veinticuatro horas. Lógicamente intentarán aprovechar al máximo ese limitado tiempo. En su afán de divertirse, conocerán en diferentes circunstancias a tres chicas y con ellas vivirán intensamente su corto plazo de libertad.

Claire desata su vena salvaje marcándose un delirante baile que hace temblar las paredes del museo paleontológico.
Una vez recuperada Ivy, las tres parejas suben a la azotea del Empire State Building donde expresarán musicalmente su entusiasmo.
Allí mismo, Chip acaba rindiéndose a Brunilda y le canta una romántica canción. 
Una ensoñación de Gabey, en la que le vemos bailando con Ivy.
Otra fantasía musical: Ivy como atractiva deportista esperando el pistoletazo de salida.
Las veinticuatro horas de libertad han llegado a su fin. Al amanecer, los enamorados marineros se despiden de sus chicas antes de reintegrarse al barco.

COMENTARIO: Resulta difícil -diría incluso que inútil- teorizar, explicar, describir el cine musical pues de todos los géneros cinematográficos es el que entra con mayor placer e intensidad por los sentidos sin espacio intelectual para el análisis. De ahí, que sea el que más se resiste a cualquier propósito de acercamiento crítico. ¿Cómo diseccionar el ímpetu, la alegría de vivir, el entusiasmo que rezuman estas películas, sin desvirtuar, sin desintegrar, todo lo que de sensorial tienen? Cuando veo -por ejemplo- UN DÍA EN NUEVA YORK o CANTANDO BAJO LA LLUVIA me invaden unas ganas que apenas puedo contener de bailar por las aceras, saltar sobre los bancos, subirme a las farolas o al techo de un tranvía, luzca un sol radiante o caigan chuzos de punta. Da igual, su vitalidad es muy contagiosa.

El título que ahora nos ocupa fue el primero de los tres musicales dirigidos al alimón por Kelly y Donen (tan bien conjuntados ambos que para el caso podríamos considerarlos como un "director siamés") y también el primero en romper los corsés que hasta entonces habían constreñido al género (muchas escenas se rodaron en exteriores auténticos de Nueva York), oxigenándolo y dotándolo, al hilo de lo que decía en el párrafo anterior, de dinamismo y espontaneidad y consiguiendo una perfecta fluidez al integrar los bailes y canciones dentro del devenir argumental en un todo homogéneo, sin frenazos ni altibajos que pudieran entorpe­cer el apabullante ritmo mantenido a lo largo de toda la película. Cómo colocaban y movían la cámara estos dos genios (y Minnelli también en THE BAND WAGON) haciéndola participativa de los estados de ánimo, de las emociones de los personajes, es el secreto que los distingue de otros realizadores, más convencionales, acomodaticios o mediocres (George Sidney, Walter Lang, Charles Walters), que cultivaron el género.

Se ha hablado siempre de los veinticinco años de Orson Welles cuando llegó a Hollywood para rodar CIUDADANO KANE; sin embargo, pocos han tenido en cuenta que Stanley Donen aún no los había cumplido cuando se inició el rodaje del film que ahora nos ocupa. Para terminar, estamos ante el que hoy consideramos un gozoso clásico de una capital importancia en la historia del musical (y del cine en general) al que, merced a ese milagro llamado Kelly-Donen, seguirían CANTANDO BAJO LA LLUVIA y SIEMPRE HACE BUEN TIEMPO (ésta resultaría casi una secuela de UN DÍA EN NUEVA YORK pero en clave desencantada y que de alguna manera ya prefiguraba BÉSALAS POR MÍ, comedia ácida que afrontaría Donen en solitario dos años después). 

 EL SILENCIO DE UN HOMBRE (Le samouraï)

(Fr-It) CICC / Filmel / Films Borderie / Fida, 1967. 105 min. Color.

Pr: Eugène Lépicier y Raymond Borderie. G: Jean-Pierre Melville, basado en la novela "The Ronin" de Joan McLeod. Ft: Henri Decae. Mt: Monique Bonnot y Yolande Maurette. DA: François de Lamothe y Théo Meurisse. Ms: François de Roubaix. Dr: Jean-Pierre Melville.

Int: Alain Delon, Nathalie Delon, François Perier, Cathy Rosier, Jacques Leroy, Jean-Pierre Posier, Catherine Jourdan, Michel Boisrond, Robert Favart.

Este es Jef Costello (Alain Delon), un íngrimo y enigmático asesino a sueldo.
Nuestro hombre ya tiene un nuevo encargo.
Ahora, en el andén del Metro.
En su lóbrego domicilio hay una pistola esperándole.
El que sostiene la pistola que le apunta a la cabeza es un tipo desconocido (Jaques Leroy).
Convocado a una rueda de reconocimiento.
Pese a la fría y limpia ejecución de su "encargo", el olfato del comisario de policía (François Périer) le lleva a sospechar de Costello,
El comisario insiste en sus investigaciones. Aquí le vemos interrogando a Jane Lagrange (Nathalie Delon) amante y encubridora de Costello.
Un gélido encuentro sin posibilidades de auténtica comunicación. 

SINOPSIS:
Jeff Costello, un asesino a sueldo, lacónico y solitario, ha recibido el encargo de matar al dueño de un night-club. Lleva a cabo su trabajo con limpieza y frialdad, pero es visto en el lugar por la muchacha que toca el piano en el local. Ella no le delata a la policía y él queda intrigado, por lo que intentará volver a verla.

Una pasarela, dos hombres en sentido contrario se acercan el uno al otro.
Un rostro impertérrito, impenetrable.
Un pájaro enjaulado, única compañía de Jef en su desangelado domicilio.
La pianista del club nocturno (Cathy Rosier) ha sido una testigo que miente a la policía en beneficio de Costello sin aparente motivación.
Costello en su coche al resguardo de una lluvia nocturna.
Un oscuro y silencioso ángel en soledad.
Jane Lagrange, un personaje crucial.
El insistente comisario presiona a Jane.
Jef Costello, acosado y herido.

COMENTARIO:
Melville conseguía con EL SILENCIO DE UN HOMBRE su mejor película tras un proceso de perfilamiento y maduración de su estilo narrativo que a partir de aquí llegó a adquirir tal vez más importancia que la propia naturaleza de las historias contadas. Este film describe la trayectoria ritual de un hombre incapacitado para los sentimientos, enfermizamente solitario, sumido en el silencio, que se mueve con la determinación de un zombi en un mundo irreal e intemporal (hay un buscado anacronismo en la vestimenta de los personajes y la acción avanza en un París nocturno, misterioso y gélido) hasta completar un litúrgico viaje de héroe trágico.

Estamos ante un film de gangsters que contiene muchos de los ingredientes propios de este género, sí, pero la elegancia formal, la atmósfera creada, el tratamiento del color (que casi llega a desaparecer en la película), la concepción del ritmo y la planificación que a veces nos acerca a un ballet fantasmagórico, hacen de EL SILENCIO DE UN HOMBRE una gema extraña, hipnótica, escalofriante. Y entre las virtudes de la película hay que destacar, impresionados, el memorable trabajo de composición llevado a cabo por Alain Delon.

¿QUIÉN ERA ESA CHICA? (Who Was That Lady?)

(USA) Columbia / Ansark / George Sidney, 1959. 115 min. BN.

Pr: Norman Krasna y George Sidney. G: Norman Krasna, basado en su obra “Who Was That Lady I Saw you With?”. Ft: Harry Stradling. Mt: Viola Lawrence. DA: Edward Haworth. Vest: Jean-Louis. Ms: André Previn. Can: Sammy Cahn y James Van Heusen. Dr: George Sidney.

Int: Tony Curtis, Dean Martin, Janet Leigh, James Whitmore, John McIntire, Barbara Nichols, Larry Keating, Simon Oakland, Larry Storch, Joi Lansing, Barbara Hines, Marion Jarvits, Michael Lane.

Imagen promocional de David Wilson (Tony Curtis) y su amigo Michael Haney (Dean Martin). En la ventana, tenemos a Ann (Janet Leigh), esposa del primero.
Davis trabaja en su laboratorio y la tentación entra por la puerta en horas lectivas.
Michael, juerguista y trapacero, trabaja como guionista en una cadena de televisión.
David está aterrado ante las consecuencias que él supone acarreará la situación creada cuando le sorprendió su mujer besando a la incitadora estudiante.
El amigo Michael propone a David una delirante estratagema para salir bien librado.
Dispuesto a todo, David se deja convencer por su imaginativo compadre y comienza una delirante escenificación de "mentiras salvadoras".
Nuestro atribulado químico no las tiene todas consigo.
La bola de nieve ha comenzado a rodar para convencer a Ann de que  aquello que ella vio "no era lo que parecía".
Como una de las piezas de convicción, David exhibe ante la suspicaz mirada de su esposa un falso tatuaje en el talón de su pie.
Michael continúa improvisando mentiras ante Ann para salvar a su amigo.
¡Cuidado con lo que dices, no metas la pata!

SINOPSIS:
Un profesor de química es sorprendido por su esposa cuando circunstancialmente estaba siendo besado en su laboratorio por una atractiva jovencita. Viendo tambalear su matrimonio por este desliz, pide ayuda a un amigo guionista de televisión y éste le persuade de que ante su mujer finja que trabaja secreta­mente para el FBI y la escena que ella vio formaba parte de una delicada misión. El asunto se complica cuando por una concatenación de casualidades unos espías extranjeros se "tragan" este cuento.

El loco plan puesto en marcha los convierte ante los ojos de Ann en "agentes del FBI".
La atemorizada mirada de David en ese restaurante al que le ha llevado Michael está más que justificada ante lo que ve acercarse a ellos.
Esos dos monumentos que se dirigen a la mesa de nuestros hombres son las desinhibidas  hermanas Coogle, Gloria y Florence (Barbara Nichols y Joi Lansing)
Michael ha elegido a Florence para la velada mientras David no acaba de comprender  las dimensiones que va adquiriendo en su pendiente la bola de nieve.
La equívoca escena está siendo observada por Ann y Harry Powell (James Whitmore) un auténtico agente del FBI que está tomando cartas en el asunto.
Gloria y Florence hablando por teléfono mientras Ann las escucha sacando de lo que oye equivocadas conclusiones.
El lío está llegando a su cenit, pero todavía no. 
Ahora sí. David y Michael han sido secuestrados por dos espías rusos (Larry Storch y Simon Oakland) y llevados  a la sala de calderas del Empire State Building para ser interrogados con la ayuda de pentotal sódico.
Tras la conclusión de un lío monumental que trasciende a las portadas de la prensa, parece que las aguas vuelven a su cauce para el matrimonio Wilson.

COMENTARIO:
Ingeniosa, ágil y desopilante comedia de equívocos en la que el veterano George Sidney, elevándose por encima de su artesanal destreza (recordemos sus estimulantes cintas de aventuras como LOS TRES MOSQUETEROS y SCARAMOUCHE que se convertían casi en musicales merced a una rítmica puesta en escena), se mostró en esta ocasión especialmente inspirado, logrando sacar el máximo partido a un guión muy bien hilvanado y a unos actores, excelentes comediantes, que entendieron a la perfección el tono caricaturesco y disparatado de una historia que, no obstante, venía a decirnos de manera jocosa que cuando el azar y la mentira se alían puede formarse en esa pendiente una bola de nieve de incalculables dimensiones. A este respecto, deseo destacar la secuencia en el restaurante chino con la aparición de las despampanantes hermanas Coogle (Joi Lansing y la gran Barbara Nichols) en su cita con un atribulado David (Tony Curtis) y su liante amigo Michael (Dean Martin), seguidos por la esposa del primero (Janet Leigh) y todos ellos vigilados por agentes del FBI. Pero, sobre todo, permanece imborrable en mi memoria el delirante climax final en los sótanos del Empire State Building que -para quien esto escribe- es sin duda uno de los momentos estelares de la comedia americana, entonces en su esplendor.

Puesto que estamos hablando de comedia, reconozcamos que Sidney, aún contando en su fiilmografía con títulos de indudable interés (más arriba he mencionado dos pero podríamos agregar LAS LLAVES DE LA CIUDAD y PAL JOEY), quizás porque le faltaba sutileza y ese sofisticado touch que distingue a los grandes, nunca llegó a alcanzar las cotas de un Richard Quine o Blake Edwards ni mucho menos de Stanley Donen o Vincente Minnelli. Sin embargo, siendo justos, en su ¿QUIÉN ERA ESA CHICA? consiguió con extraordinaria habilidad en el manejo de los mecanismos y un eficaz sentido de la medida que nos olvidáramos de vanas exigencias y comparaciones que aquí, disfrutando de la película, estarían fuera de lugar. 

FALSO CULPABLE (The Wrong Man) (USA) Warner Bros. / Alfred Hitchcock, 1956. 105 min. BN. G: Maxwell Anderson y Angus McPhail, basado en ...

Entradas más visitadas