EL HOMBRE QUE MATÓ A LIBERTY VALANCE (The Man Who Shoot Liberty Valance)

(USA) Paramount / John Ford, 1961-62. 123 min. BN.

Pr: Willis Goldbeck y John Ford (sin acreditar). G: James Warner Bellah y Willis Goldbeck, basado en un relato de Dorothy M. Johnson. Ft: William H. Clothier. Mt: Otho Lovering. DA: Hal Pereira y Eddie Imazu. Vest: Edith Head. Ms: Cyril Mockridge. Dr: John Ford.

Int: John Wayne, James Stewart, Lee Marvin, Vera Miles, Edmond O’Obrien, Andy Devine, Woody Strode, Ken Murray, John Carradine, John Qualen, Jeanette Nolan, Lee Van Cleef, Strother Martin, Denver Pyle, O.Z. Whitehead, Willis Bouchey, Carleton Young, Robert F. Simon, Anna Lee, Jack Pennick, Paul Birch, Joseph Hoover.

El abogado Ransom Stoddard (James Stewart) y el vaquero Tom Doniphon (John Wayne)
Aquí tenemos al forajido Liberty Valance (Lee Marvin) en plena faena, asaltando una diligencia.
En esa diligencia viajaba el iluso abogado Stoddard que recibe un severo castigo del bandido por defender a una de las asaltadas.
Esta es Hallie (Vera Miles), que ayuda en el restaurante de sus padres.
Hallie ha atendido al malparado abogado y entre ambos se inicia un buen entendimiento.
Tom Doniphon junto a su fiel criado Pompey (Woody Strode).
Es la hora de la cena y Tom se dispone a tomarse un bistec  en el local de los Ericson.
El padre de Hallie, Peter Ericson (John Qualen), en la cocina de su restaurante.
El pancista sheriff Link Appleyard (Andy Devine) en plena ingesta de su cena sin poder disimular su temor de que aparezca Liberty Valance por el local. 
El editor del "Shinbone Star", Dutton Peabody (Edmond O'Brien) defendiendo con su heroica prosa la libertad de prensa.
Un atemorizante posado de Liberty Valance.
En todo el territorio solo hay un hombre, Tom Doniphon, capaz de paradle los pies al forajido: "¡Liberty, ese era mi bistec!"

SINOPSIS:
Ransom Stoddard es un ingenuo abogado que llega a Shinbone, una pequeña ciudad del Oeste en un territorio aún no anexionado a la Unión, dispuesto a ejercer allí. Pero pronto comprueba que sus métodos legalistas resultan inoperantes para resolver los conflictos habituales de aquellas salvajes tierras. Tom Doniphon, un rudo y noble vaquero le ayudará en los momentos difíciles pese a considerarle su rival frente a la muchacha de la que está enamorado.

Las consecuencias de una jocosa pelea entre rivales.
Se elige al delegado territorial que les represente en Washington y Valance ve peligrar su "status" en la región.
Liberty Valance acompañado por sus dos secuaces, Rees (Lee Van Cleef) y Floyd (Strother Martin).
A Liberty parece no gustarle el tratamiento que de él hacen en el periódico local.
Los sueños de futuro de Tom Doniphon se estrellan cuando comprende que ha perdido a Hallie, el amor de su vida, en beneficio del abogado Stoddard.
La nobleza de Tom y también su lucidez le empuja desde la sombra a ayudar a Ransom Stoddard en un momento muy difícil.
En contra de sus principios, el inexperto Stoddard se verá obligado a enfrentarse a Liberty con un revolver.
Un duelo extraño con un resultado inesperado.
Consciente de que su tiempo ha pasado, Doniphon da consejos prácticos a Stoddard.
Han pasado los años, todos han envejecido y Tom Doniphon ha muerto solo y olvidado. 
Hallie y Stoddard, ya senador, han viajado hasta Shinbone para rendir un último homenaje a Tom Doniphon.
De regreso a Washington, el matrimonio Stoddard manteniendo un entristecido silencio.

COMENTARIO:
Afirmar a estas alturas que EL HOMBRE QUE MATÓ A LIBERTY VALANCE es uno de los mejores westerns de la historia del cine es no decir nada aportativo salvo para aquellos pocos recién regresados de unas largas vacaciones en Marte y que aún no hayan tenido ocasión de visitar de la mano de Ford el pequeño pueblo de Shinbone al oeste del Pecos. Para mí es todo tan emocional cuando me refiero a esta película que me cuesta ceñirme a los cauces de lo didáctico (me ocurre exactamenbte lo mismo con otros tres westerns: RAÍCES PROFUNDAS, CENTAUROS DEL DESIERTO y DUELO EN LA ALTA SIERRA). Pero bueno, digresiones aparte, vamos a ello: sintéticamente definido, es un western dramático con un acusado componente nostálgico que nos acerca a un Oeste convulso y moribundo en el que las viejas tradiciones que lo habían definido se baten en retirada ante la pujante y legalista “civilización” que defiende los nuevos intereses creados.

La poesía y el sentimentalismo del autor de EL ÚLTIMO HURRA se teñían en esta ocasión de melancolía, incluso de amargura, adquiriendo caracteres de tragedia en lo concerniente al personaje de Tom Doniphon (incorporado por John Wayne en una formidable y estremecedora composición), ese último pionero al que Ford rinde un sentido homenaje personal.

Estamos ante una hermosa y emocionante película en la que su autor retrata un universo agónico, en tránsito, y tal vez por ello apenas da lugar a ese humor indirecto y socarrón tan característico de muchas de sus películas y que aquí sólo emerge en tono contenido con la figura del sheriff Link Appleyard (Andy Devine) y en un par de ocasiones (sesión electoral en el saloon, el reconoci­miento médico del cadáver de Liberty). Hablamos de la que sin dudarlo podríamos referirnos como la gran obra maestra de John Ford (junto a CENTAUROS DEL DESIER­TO), con pasajes de auténtica antología que ponen un nudo en la garganta. A este respecto, el que suscribe no puede por menos que referirse a ese momento nocturno de honda intensidad dramática bañada de un romanticismo malherido, en el que Doniphon comprende que ha perdido a la mujer con la que deseaba casarse y -borracho y desesperanzado- regresa a su casa y tras contemplar por última vez el dormitorio que estaba construyendo para ellos dos, estrella el candil encendido que portaba en la mano y lo prende fuego sin preocuparse de ponerse a salvo de las llamas.

“Cuando la leyenda es más hermosa que la verdad, se imprime la leyenda” –dice el periodista que ha escuchado el relato de boca de uno de sus protagonistas, Ransom Stoddard, el ingenuo abogado que pretendió llevar las leyes al Oeste y que -sarcasmos de la vida- llegó a senador gracias a la fama adquirida por ser “el hombre que mató a Liberty Valance".

EL GATOPARDO (Il Gattopardo)

(It-Fr) Titanus / Pathé Cinema, 1963. 205 min. Color. Technirama.

Pr: Goffredo Lombardo. G: Suso Cecchi d'Amico, Enrico Medioli, Pasquale Festa Campanile, Massimo Franciosa y Luchino Visconti, basado en la novela de Giuseppe Tomasi di Lampedusa. Ft: Giuseppe Rotunno. Mt: Mario Serandrei. DA: Mario Garbuglia. Vest: Piero Tosi. Ms: Nino Rota (y un vals inédito de Giuseppe Verdi). Dr: Luchino Visconti.

Int: Burt Lancaster, Claudia Cardinale, Alain Delon, Romolo Valli, Paolo Stoppa, Serge Reggiani, Rina Morelli, Mario Girotti (Terence Hill), Lucilla Morlacci, Ivo Garrani, Leslie French, Pierre Clementi, Giuliano Gemma, Ida Galli, Ottavia Piccolo, Brook Fuller, Carlo Valenzano.

El príncipe Don Fabrizio Salina (Burt Lancaster) tiene una jornada de caza.
Esa jornada la disfruta en compañía de su crítico y amigo Ciccio Tumeo (Serge Reggiani)
He aquí en pose pictórica la familia Salina al completo rodeando al patriarca.
Esto es Palermo y las tropas garibaldinas invaden Sicilia.
Tres camaradas después del combate: Tancredi Falconeri (Alain Delon), el conde Cavriaghi (Terence Hill) y un joven general garibaldino (Giuliano Gemma).
El príncipe, su hija Carolina (Ida Galli)...
...Tancredi, sobrino del príncipe Salina y Concetta (Lucilla Morlacchi). Todos asistiendo a los oficios eclesiales tras un viaje por polvorientos caminos a su residencia estival en Donnafugata.
Don Ciccio Tumeo observando desde el confesionario.
El semblante del príncipe Salina refleja el certero presentimiento de una decadencia inexorable.
Don Calogero Sedara (Paolo Stoppa), enriquecido terrateniente del lugar, presenta su bella hija Angelica (Claudia Cardinale) al joven Tancredi.

SINOPSIS: Hacia 1860, un noble siciliano, el príncipe Don Fabrizio Salina, al frente de su familia afronta con serena lucidez los cambios sociales iniciados con la invasión de Sicilia por las tropas piamontesas, la anexión de la isla al Reino de Cerdeña y la consiguiente unificación de Italia bajo el reinado de los Saboya y que precipitarán la decadencia de su clase social, una aristocracia feudal que será "dulcemente" desplazada por una interesada y pujante burguesía.

Angelica y Tancredi pronto congenian.
La curiosidad de Angelica la lleva a recorrer las múltiples estancias de ese palacete de los Salina en Donnafugata.
El tira y afloja persecutorio de una pareja en ciernes.
La vena arribista de Tancredi subyaciendo bajo ese oportuno "romance".
Un pequeño enfado de Angelica... o tal vez ese ensombrecido gesto se deba al verse asaltada por alguna duda.
Todo está concertado y aceptado. El advenimiento de un nuevo orden que conjuga Intereses y necesidad.
El gran baile como metáfora del fin de una época: una caduca aristocracia dejando paso a una burguesía advenediza.
Tres personajes clave en amigable charla.
En la genuina belleza de Angelica Sedara, en su voracidad apenas contenida, emerge una clase social pujante que desplazará a la aristocracia que representa la familia Salina.
Don Fabrizio Salina es el personaje más lúcido de esta historia, lo que le permite aceptar el final de su estirpe con ejemplar serenidad.

COMENTARIO: Comprendiendo al príncipe de Salina (un soberbio Burt Lancaster que llegó a este film casi de rebote), identificándose con su postura ("...Y después será distinto, pero aún peor. Fuimos los gatos salvajes, los leones; los que nos sustituyan serán chacales, alimañas, y todos juntos, alima­ñas, chacales, leones y gatos salvajes, continuaremos creyén­donos la sal de la tierra"), pero observándole con la distancia necesaria para la obtención de una nítida perspectiva, Visconti, hombre culto y refinado, aristócrata milanés de pensamiento marxista, nos ofreció en EL GATOPARDO un revelador fresco histórico que a la vez resulta un sensacional espectáculo de gran belleza plástica, cuyas imágenes, sugerentes y poéticas, de minuciosa y exquisita caligra­fía, nos remiten, por momentos, a un cine ope­rístico de complicada y virtuosista arquitec­tura (algunas escenas en el palacio de los Salina o las secuencias de los combates de los garibaldinos contra las tropas borbónicas), adoptando en otros un concepto pictórico en la cons­trucción de los planos (la jornada de caza con Don Fabrizio y Don Ciccio Tumeo).

Para cerrar mi breve reseña sobre esta obra primorosa de un Visconti en la cumbre, resulta obligado destacar la dilatada y portentosa secuencia del baile, de insuperable diseño, que viene a ocupar toda la última parte de la película, cuya descriptiva progresión convierte ese evento social en un significativo retablo de un mundo en descomposición, fuera de la realidad, salvo por ese miembro, el príncipe Fabrizio, que se pasea por los salones observando consciente la escenificación de un final hasta abandonar el escenario y disolverse en la oscuridad de la noche. Como otra aportación primordial a la redondez de esta obra, menciono la inspirada partitura a cargo del gran Nino Rota (enriquecida, además, con el "Vals brillante" de Verdi, rescatado del olvido e incluido en la mencionada secuencia). 

LA NOCHE DEL CAZADOR (The Night of the Hunter)

(USA) United Artists / Paul Gregory, 1955. 93 min. BN.

Pr: Paul Gregory. G: James Agee y (sin acreditar) Charles Laughton, basado en la novela de David Grubb. Ft: Stanley Cortez. Mt: Robert Golden. DA: Hildyard Brown. Vest: Jerry Bos. Son: Stanford Naughton. Ms: Walter Schumann. Dr: Charles Laughton.

Int: Robert Mitchum, Shelley Winters, Lilliam Gish, Billy Chapin, Evelyn Varden, James Gleason, Peter Graves, Sally Jane Bruce, Don Beddoe, Gloria Castillo, Michael Chapin, Corey Allen, James Griffith.

Ben Harper (Peter Graves), obligado a delinquir, da consejos a su hijo John (Billy Chapin).

Este es Harry Powell (Robert Mitchum) que ahora se encuentra en prisión por un delito menor.
En la celda conoce a Ben al que intenta sonsacar dónde esconde un dinero robado.
Harry Powell, que pasa por predicador, se dirige ufano hacia la casa del difunto Ben con la intención de seducir a la viuda y conseguir el dinero.
Este siniestro personaje ha llegado donde quería y tiene un plan.
Seducir a Willa (Shelley Winters), la ingenua viuda, no le costará trabajo.
El pequeño John sospecha de las intenciones del recién llegado y aspirante a padrastro.
Pearl (Sally Jane Bruce), la hermanita de John, es demasiado pequeña para calibrar la situación.
La confiada Willa regresa a casa en una noche de niebla.

SINOPSIS:
Un predicador lunático, obsesionado con la corrupción de las gentes, reinterpreta la Biblia en su retorcida mente y pretende reunir fondos para levantar una iglesia, o eso hace creer a los demás. En su empeño utiliza la astucia para seducir viudas con las que se casa, asesinándolas en cuanto ha conseguido su dinero. Dos pequeños, hijos de su última víctima, descubren la verdad y por ello serán perseguidos y acosados por el siniestro personaje.

Extraordinaria escena en la que una entregada Willa, casi en trance, en el tálamo nupcial.
En un plano digno de Dreyer vemos a Willa sobre el lecho como víctima propiciatoria mientras su mirada se congela en el infinito.
El diabólico Harry Powell ha consumado el sacrificio.
Ahora tratará de ganarse la confianza del pequeño John.
Como no lo consigue, probará con la inocente Pearl.
Justamente, Charles Laughton ha sido elevado a los altares del cine por ser capaz de crear imágenes como la que mostramos, de onírica belleza.
Los aterrorizados niños tratarán de escapar del acoso del asesino de su madre.
El pequeño John, responsable de su hermanita Pearl.vigila los movimientos de su siniestro padrastro.
La acogedora anciana Rachel (Lillian Gish) será como una hada madrina para los dos  pequeños fugitivos.
Rachel, rifle en mano, mantiene a raya al asesino perseguidor mientras  tranquiliza a la adolescente Ruby (Gloria Castillo), también acogida en su casa.
Al desalmado Harry Powell se le agota la paciencia tratando de arrancar al pequeño John la confesión del escondite del dinero.
La fauna de la noche parece vigilar la huída de los dos hermanitos.
Para tranquilizar a los espectadores, Powell posa entre dos policías.

COMENTARIO: La única incursión del actor Charles Laughton en el terreno de la dirección desembocó en un insólito resultado: una fábula llena de crueldad y fascinación, donde la eterna lucha entre el Bien y el Mal tiene una casi mágica formulación visual en imá­genes de una extraña y arrebatadora belleza, “inspiradas” en el universo infantil y su mitología.

La experiencia sensorial que nos proporciona el visionado de esta singular película es, en consecuencia, indescriptible. Todo nos induce a pensar que Laughton se planteó cómo describir, retratar, explicar, el contenido y la naturaleza de la pesadilla de un niño sin recurrir a métodos racionales que nos sacaran de la atmósfera onírica de un “cuento” (la luz rasgando las tinieblas, las sombras proyectadas, el paisaje irreal, los aullidos del predicador-ogro, el bestiario que vela y jalona la huída nocturna de los niños en la barca).

Los asombrosos momentos que van sucediéndose en el desarrollo de LA NOCHE DEL CAZADOR no sé en qué medida achacarlos a la libertad que le proporcionaba a Charles Laughton su inexperiencia como director espoleada por sus inquietudes expresivas, o a un desbordado talento sin parangón capaz de parir una obra -como se ha comprobado- sin precedentes ni sucesión. Tal vez la concurrencia de todos estos factores le empujaron a (geniales) soluciones de puesta en escena no ajustadas a la “gramática” narrativa imperante. De no ser así ¿cómo es posible crear planos tan bellos y perturbadores como el de la cámara nupcial convertida en eclesiástico altar sacrificial, el del coche con Willa (Shelley Winters) hundido en el fondo de las aguas, o todos los dedicados a la anciana Rachel (Lillian Gish)?.

En todo caso, estamos ante una película insólita y una obra maestra absoluta (injustamente ignorada por la crítica y el público de la época, motivo que nos privaría de sucesivos trabajos de Laughton tras la cámara) en la que el gran Robert Mitchum, en verdad escalofriante, realiza la que sin duda es la mejor composición de toda su carrera, revalidada seis años después por su composición del sádico ex convicto Max Cady de EL CABO DEL TERROR y más tarde, en 1968, con ese "bíblico" y vengativo reverendo de EL PÓKER DE LA MUERTE.

En esta curiosa imagen promocional vemos a Mitchum con Billy Chapin y Sally Jane Bruce no tan fiero como su personaje en la película.

NOTA:
Gracias al buen entendimiento de Mitchum con los actores infantiles Billy Chapin y Sally Jane Bruce, él mismo se encargó de dirigir partes del film en las que intervenían los pequeños, librando así al pobre Charles Laughton de algún que otro ataque de nervios. 

SIEMPRE HACE BUEN TIEMPO (It's Always Fair Weather) (USA) MGM, 1955. 101 min. Color. CinemaScope. Pr: Arthur Freed y (sin acreditar) R...