BARRABÁS (Barabbas)

(USA-It) Columbia / De Laurentiis, 1961. 143 min. Color. Super Technirama 70.

Pr: Dino de Laurentiis. G: Christopher Fry, basado en la novela de Pär Lagerkvist. Ft: Aldo Tonti. Mt: Raymond Poulton. DA: Mario Chiari. Vest: Maria de Matteis. Ms: Mario Nascimbene. Dr: Richard Fleischer.

Int: Anthony Quinn, Silvana Mangano, Ernest Borgnine, Vittorio Gassman, Jack Palance, Arthur Kennedy, Katy Jurado, Harry Andrews, Valentina Cortese, Norman Wooland, Arnoldo Foá, Laurence Payne, Douglas Fowley, Robert Hall, Michael Gwynn, Joe Robinson, Carlo Giustini, Ivan Triesault, Paola Pitagora, Emma Baron, Sharon Tate.

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Barrabás (Anthony Quinn) es sacado de la mazmorra, requerido para comparecer ante Poncio Pilatos
Tras ser indultado, lo celebra entre los suyos e intenta retomar su relación con Rachel (Silvana Mangano).
Mientras, en el monte Gólgota, Jesús es crucificado en lugar de Barrabás durante un eclipse total que sus atemorizados seguidores achacan al carácter divino del reo.
Esta es María (Emma Baron) asistiendo a la agonía y muerte de su hijo.
Rachel, convencida de que Jesús ha resucitado, aguanta con resignación el burlón escepticismo de Barrabás.
De nuevo vemos a Rachel contraviniendo las leyes romanas al predicar su fé cristiana entre los suyos.
Rachel frente al sepulcro abierto.
Detenida y acusada de sedición, es condenada a morir lapidada.
El resentimiento de Barrabás por la muerte de Rachel le empuja a volver a delinquir y es apresado de nuevo.
Condenado de por vida a trabajar en una mina de azufre, al cabo de años en ese duro cautiverio conoce a Sahak (Vittorio Gassman), un cristiano convencido.
En el catastrófico hundimiento de la mina, ambos salvan la vida milagrosamente.
El patricio Rufio (Norman Wooland) compra a Barrabás y su compañero Sahak para llevarlos a Roma y convertirlos en gladiadores.
En la escuela de gladiadores, Sahak conoce a Lucius (Ernest Borgnine) un esclavo que profesa secretamente la fé cristiana.

SINOPSIS:
Mientras Jesús de Nazaret es condenado a morir crucificado, Barrabás, delincuente convicto de varios delitos y reo de muerte, es indultado durante la Pascua judía a petición del pueblo. La vida posterior del bandido, llena de lances, desgracias y aven­turas, estará marcada por este hecho, que le irá acercando paulatinamente, no sin resistencia, a la fe cristiana.

El temible Torvald (Jack Palance), líder del equipo de gladiadores, siente una notoria animadversión hacia Barrabás al que considera demasiado viejo para luchar en la arena.
Torvald tratando de poner en ridículo a Barrabás durante los entrenamientos.
Sahak lo pasa muy mal en la arena del circo cuando desoye la petición de los espectadores de rematar a su vencido adversario.
Finalmente es descubierto como practicante de la religión cristiana y condenado a morir lanceado por sus compañeros que se niegan a hacerlo.
Barrabás, obligado a contemplar la ejecución de su amigo Sahak a manos de Torvald, admira su entereza mientras anida en su alma el deseo de vengarle.
Y llega el día en que Barrabás tendrá que enfrentarse a Torvald en la arena del circo.
En esa terrible circunstancia, Barrabás tendrá que utilizar la astucia más que la fuerza para tratar de salvar el pellejo.
El alarido aterrador de Torvald cuando inicia el ataque desde su cuádriga.
Aclamado por el enardecido público cuando por fin logra derribar al imbatible Torvald.
El vencido pide clemencia al emperador pero no le es concedida y  Barrabás, tras dudar por un momento, le hunde la espada en la garganta. Su amigo está vengado.
Aquí le vemos recibiendo el trofeo que le convierte en un hombre libre.
Lo primero que hace tras abandonar la arena del circo es rescatar el cuerpo de Sahak y respetando su fé, darle cristiana sepultura.
Sin embargo, las dudas que le atormentan y su errónea interpretación de los hechos, le llevan a ser apresado como pirómano durante el incendio de Roma instigado por Nerón, y es crucificado junto al resto de cristianos imputados.

COMENTARIO:
A partir de la muy apreciable elucubración literaria del sueco Pär Lagerkvist (leí esa breve pero intensa novela en 1966, siendo un adolescente, y aún recuerdo con nitidez aquella experiencia), el prestigioso dramaturgo inglés Christopher Fry construyó un excelente e introspectivo guión en torno a la oscura figura de Barrabás, secularmente, un personaje "histórico" siempre aludido y nunca abordado.

El realizador Richard Fleischer se apoyó en ese guión para realizar, sin salirse -sólo en apariencia- de las pautas impuestas por el género espectacular frecuentado en la época (BEN-HUR, ESPARTACO, REY DE REYES), una impresionante película de poderosa narrativa que, por momentos, generaba imágenes de una fuerza noqueante.

Es muy posible que en aquel Hollywood de hace más de medio siglo consideraran a Fleischer un simple y eficiente todoterreno que garantizaba el acabado formal del producto. A aquellos mercaderes les bastaba esta etiqueta industrial y no sabrían (ni les interesaba) apreciar las diferencias entre una película de él y otra de, por ejemplo, Michael Aderson. Supongo que para la Fox, SÁBADO TRÁGICO y LOS DIABLOS DEL PACÍFICO fueran dos más en los planes de producción de 1955 y 1956, o DUELO EN EL BARRO un western de cuota para 1959. Pero, en fin, que me salgo del tema. Voy a citar algunos fragmentos de BARRABÁS que sirven como ejemplo del vigoroso sentido de puesta en escena de Fleischer, de la sabia utilización de elementos (lluvia, viento, polvo, sudor, sangre mezclándose con el barro) y matices (miradas, situación y movimientos de los actores dentro del encuadre) que le convierten en un auténtico maestro de la fisicidad: todas las secuencias que se desarrollan en las minas de azufre, las que nos descubren la dureza cotidiana en la vida de un gladiador, la portentosa secuencia de la ejecución de Sahak, todo lo relativo al personaje de Torvald (un escalofriante Jack Palance soberbiamente dirigido). 

Tal vez el contexto en el que se desarrollan los acontecimientos marcara algunas imposiciones, obligando en cierta manera a guionista y realizador a recargar las tintas sobre los elementos religiosos de la historia, especialmente en el último tercio de la cinta, pero al margen de esta apreciación, es obligado reconocer en este trabajo, la maestría, el nervio e inspiración del autor de LOS VIKINGOS.

Nota: como dato para la Historia, durante la producción fue aprovechada la coyuntura de un auténtico eclipse solar para rodar algunos planos de la muerte de Cristo en el Gólgota.

 LOS DIEZ MANDAMIENTOS (The Ten Commandments)

(USA) Paramount / Cecil B. De Mille, 1955-56. 219 min. Color. VistaVision.

Pr: Henry Wilcoxon. G: Aeneas MacKenzie, Jesse Lasky Jr., Jack Gariss y Frederick M. Frank, basado en las siguientes fuentes: “Principe de Egipto” de Dorothy Clarke Wilson, “Columna de fuego” de Rev. J.H. Ingraham, “En las alas del águila” de Rev. A. E. Southon y en el Antiguo Testamento. Ft: Loyal Griggs, J. Perevell Marley, John Warren y Wallace Kelley. Mt: Anne Bauchens. DA: Hal Pereira, Walter Tyler y Albert Nozaki. EE: John P. Fulton. Vest: Edith Head, Ralph Jester, John Jensen, Dorothy Jeakins y Arnold Friberg. Ms: Elmer Bernstein. Dr: Cecil B. DeMille.

Int: Charlton Heston, Yul Brynner, Anne Baxter, Edward G. Robinson, Yvonne de Carlo, Debra Paget, John Derek, Nina Foch, Cedric Hardwicke, Martha Scott, Vincent Price, Judith Anderson, John Carradine, Olive Deering, Douglas Dumbrille, Henry Wilcoxon, Frank de Cowa, Edward Franz, Julia Faye, Donald Curtis, H.B. Warner, Woody Strode, Ian Keith, Lawrence Dobkin, John Miljan Algunos figurantes posteriormente famosos: Clint Walker, Mike Connors, Robert Vaughn, Michael Ansara, Patricia Hitchcock.

El recién nacido es confiado por su madre Jocabed (Martha Scott) a las aguas del Nilo.
La sirvienta Memnet (Judith Anderson), única testigo de cómo la princesa Bithia (Nina Foch) rescata del Nilo a un bebé israelita que adoptará y al que llamará Moisés.
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Aquel niño rescatado de las aguas ha crecido y ahora es el príncipe Moisés (Charlton Heston).
Moisés, como experto estratega, proporciona al faraón victorias ante sus enemigos y enormes riquezas para Egipto.
Sin embargo, el príncipe Ramsés (Yul Brynner) es el destinado a suceder a su padre en el trono.
La sensual y ambiciosa Nefertari (Anne Baxter), designada como consorte del próximo faraón, utiliza con inteligencia sus evidentes encantos para conseguir lo que desea.
El malévolo y sibilino Datán (Edward G. Robinson), capataz de los obreros israelitas, pasa algún apuro cuando pretende sacar ventaja.
Al anciano faraón Seti (Cedric Hardwicke) se le plantea un dilema a la hora de decidir cuál de sus dos hijos heredará su trono, el biológico Ramsés, o el adoptado por su hermana Bithia, Moisés. 
Con frecuencia, la rivalidad entre los dos "hermanos" resulta notoria.
Nefertari desprecia a Ramsés y ama a Moisés. Un sentimiento que traerá problemas.
La recalcitrante Memnet, sabedora del ocultado origen de Moisés, decidirá intervenir para equilibrar la balanza a favor de Ramsés.
Estas son las dramáticas consecuencias cuando se desvela el secreto. 
Una vez descubierto su origen, Moisés decide unirse a los suyos en la desgracia, trabajando como uno más en las duras tareas que se les impone.
 Nefertari se siente traicionada y herida en su orgullo cuando se descubre el origen humilde e israelita del príncipe Moisés.

SINOPSIS:
Todos los avatares que configuraron la historia de Moisés, desde su nacimiento, su adopción por la hija del faraón y su posterior toma de conciencia hasta convertirse en el líder de los israelitas esclavizados por Egipto, su liberación y conducción jalonada de prodigios a través del desierto hasta la tierra prometida.

Canónica pose promocional de Yul Brynner y Anne Baxter.
 La bella Lilia (Debra Paget) que trabaja como aguadora, es requerida por el joven tallista Josué (John Derek).
 Sin embargo, también Datán, desde su privilegiado puesto, ha puesto sus ojos en Lilia.
 Josué y Lilia se la juegan en el contexto en que se mueven.
 Datán, que finalmente ha conseguido a Lilia como su concubina, tiene enfrentamientos con el impulsivo Josué.
 Esta es Séfora (Yvonne de Carlo), que se convertiría en la esposa del malhadado Moisés.
 Una vez desterrado de Egipto, Moisés es salvado in extremis e inicia una nueva vida entre beduinos, ovejas y zarzas ardientes en las faldas del monte Sinaí.
 Aquí tenemos a John Derek posando con los atuendos de su personaje sobre un fondo ad hoc.
 La madre biológica de Moisés tiene una decisiva conversación con la adoptiva.
El faraón Ramsés, forzado por su despechada esposa a rectificar su decisión de dejar marchar a los israelitas, ahora los persigue.
 Moisés, que tiene a Jehová de su parte, consigue su gran momentazo cuando subido sobre una roca, al frente del pueblo israelita, consigue abrir las aguas del mar Rojo para pasmo de todos (espectadores incluidos).
 He aquí el espectacular y salvador resultado.
 Ante tamaña desproporción de fuerzas, finalmente se da por vencido.
 Con las Tablas de la Ley aún calientes tras su grabación a fuego.

COMENTARIO:
El depurado “primitivismo”, colorista, avasallador y estrictamente cinematográfico que Cecil B. DeMille aplicaba a la puesta en escena en su vertiente colosalista (un estudio aparte merecerían sus dramas desatados y audaces comedias del periodo mudo), su capacidad para armonizar la desmesura, su afición y evidente talento para transformar la Historia y la Religión en puro espectáculo y melodrama, convierten películas como SANSÓN Y DALILA, EL MAYOR ESPECTÁCULO DEL MUNDO o LOS DIEZ MANDAMIENTOS (versión 1956) en impagables monumentos al "entretenimiento" reforzados muchas veces, eso sí, por un entramado de propuestas atrevidas pese a no estar siempre situadas en la superficie. A propósito de esto, conviene reparar en el subversivo concepto que DeMille tenía del erotismo.

Por todo ello, no podemos dejar de reconocer la efectividad y sabiduría de ese (aparente) primitivismo conceptual y narrativo de su cine que le serviría para llegar siempre, sin perder virtudes, al "corazón" de todos los públicos. Podría decirse que las películas de De Mille (esas a las que nos referimos), mal que les pese a sus detractores, representan el clasicismo cinematográfico por excelencia.

Centrándonos ahora en LOS DIEZ MANDAMIENTOS, es probablemente la superproducción más ambiciosa de toda su carrera y el mejor ejemplo de lo que decimos. Un ejército de guionistas (acreditados y sin acreditar), diseñadores y técnicos movidos por unas premisas muy claras: conseguir armonizar todas las fuentes (algunas supuestamente bíblicas) de las que bebían para conseguir un armazón dramático que sostuviera y justificara toda una variopinta cascada de acontecimientos. Para el caso, una delirante “reinterpretación” de la Biblia, que logra conjugar envidias fraticidas, amores despechados, secretos desvelados, ansias de poder, ambiciones políticas y prodigios sobrenaturales (con la pièce de résistance que constituye la secuencia del paso del mar Rojo) con desarmante lógica, una lógica que empieza y termina en la película.

De lo expuesto puede desprenderse que estamos ante una concepción del cine que se ha perdido para siempre, triste pero inevitable, relegada a las páginas de la Historia por la hueca pirotecnia de la era digital que aturde y subyuga a las nuevas audiencias.

El estreno español de LOS DIEZ MANDAMIENTOS en las navidades de 1959, está grabado en mi memoria como uno de los grandes momentos de mi niñez y aún hoy, tras haber vuelto sobre la película de DeMille una veintena de veces, sus poderosas imágenes continúan fascinándome.

SIEMPRE HACE BUEN TIEMPO (It's Always Fair Weather) (USA) MGM, 1955. 101 min. Color. CinemaScope. Pr: Arthur Freed y (sin acreditar) R...