LA NOCHE DEL CAZADOR (The Night of the Hunter)

(USA) United Artists / Paul Gregory, 1955. 93 min. BN.

Pr: Paul Gregory. G: James Agee y (sin acreditar) Charles Laughton, basado en la novela de David Grubb. Ft: Stanley Cortez. Mt: Robert Golden. DA: Hildyard Brown. Vest: Jerry Bos. Son: Stanford Naughton. Ms: Walter Schumann. Dr: Charles Laughton.

Int: Robert Mitchum, Shelley Winters, Lilliam Gish, Billy Chapin, Evelyn Varden, James Gleason, Peter Graves, Sally Jane Bruce, Don Beddoe, Gloria Castillo, Michael Chapin, Corey Allen, James Griffith.

Ben Harper (Peter Graves), obligado a delinquir, da consejos a su hijo John (Billy Chapin).

Este es Harry Powell (Robert Mitchum) que ahora se encuentra en prisión por un delito menor.
En la celda conoce a Ben al que intenta sonsacar dónde esconde un dinero robado.
Harry Powell, que pasa por predicador, se dirige ufano hacia la casa del difunto Ben con la intención de seducir a la viuda y conseguir el dinero.
Este siniestro personaje ha llegado donde quería y tiene un plan.
Seducir a Willa (Shelley Winters), la ingenua viuda, no le costará trabajo.
El pequeño John sospecha de las intenciones del recién llegado y aspirante a padrastro.
Pearl (Sally Jane Bruce), la hermanita de John, es demasiado pequeña para calibrar la situación.
La confiada Willa regresa a casa en una noche de niebla.

SINOPSIS:
Un predicador lunático, obsesionado con la corrupción de las gentes, reinterpreta la Biblia en su retorcida mente y pretende reunir fondos para levantar una iglesia, o eso hace creer a los demás. En su empeño utiliza la astucia para seducir viudas con las que se casa, asesinándolas en cuanto ha conseguido su dinero. Dos pequeños, hijos de su última víctima, descubren la verdad y por ello serán perseguidos y acosados por el siniestro personaje.

Extraordinaria escena en la que una entregada Willa, casi en trance, en el tálamo nupcial.
En un plano digno de Dreyer vemos a Willa sobre el lecho como víctima propiciatoria mientras su mirada se congela en el infinito.
El diabólico Harry Powell ha consumado el sacrificio.
Ahora tratará de ganarse la confianza del pequeño John.
Como no lo consigue, probará con la inocente Pearl.
Justamente, Charles Laughton ha sido elevado a los altares del cine por ser capaz de crear imágenes como la que mostramos, de onírica belleza.
Los aterrorizados niños tratarán de escapar del acoso del asesino de su madre.
El pequeño John, responsable de su hermanita Pearl.vigila los movimientos de su siniestro padrastro.
La acogedora anciana Rachel (Lillian Gish) será como una hada madrina para los dos  pequeños fugitivos.
Rachel, rifle en mano, mantiene a raya al asesino perseguidor mientras  tranquiliza a la adolescente Ruby (Gloria Castillo), también acogida en su casa.
Al desalmado Harry Powell se le agota la paciencia tratando de arrancar al pequeño John la confesión del escondite del dinero.
La fauna de la noche parece vigilar la huída de los dos hermanitos.
Para tranquilizar a los espectadores, Powell posa entre dos policías.

COMENTARIO: La única incursión del actor Charles Laughton en el terreno de la dirección desembocó en un insólito resultado: una fábula llena de crueldad y fascinación, donde la eterna lucha entre el Bien y el Mal tiene una casi mágica formulación visual en imá­genes de una extraña y arrebatadora belleza, “inspiradas” en el universo infantil y su mitología.

La experiencia sensorial que nos proporciona el visionado de esta singular película es, en consecuencia, indescriptible. Todo nos induce a pensar que Laughton se planteó cómo describir, retratar, explicar, el contenido y la naturaleza de la pesadilla de un niño sin recurrir a métodos racionales que nos sacaran de la atmósfera onírica de un “cuento” (la luz rasgando las tinieblas, las sombras proyectadas, el paisaje irreal, los aullidos del predicador-ogro, el bestiario que vela y jalona la huída nocturna de los niños en la barca).

Los asombrosos momentos que van sucediéndose en el desarrollo de LA NOCHE DEL CAZADOR no sé en qué medida achacarlos a la libertad que le proporcionaba a Charles Laughton su inexperiencia como director espoleada por sus inquietudes expresivas, o a un desbordado talento sin parangón capaz de parir una obra -como se ha comprobado- sin precedentes ni sucesión. Tal vez la concurrencia de todos estos factores le empujaron a (geniales) soluciones de puesta en escena no ajustadas a la “gramática” narrativa imperante. De no ser así ¿cómo es posible crear planos tan bellos y perturbadores como el de la cámara nupcial convertida en eclesiástico altar sacrificial, el del coche con Willa (Shelley Winters) hundido en el fondo de las aguas, o todos los dedicados a la anciana Rachel (Lillian Gish)?.

En todo caso, estamos ante una película insólita y una obra maestra absoluta (injustamente ignorada por la crítica y el público de la época, motivo que nos privaría de sucesivos trabajos de Laughton tras la cámara) en la que el gran Robert Mitchum, en verdad escalofriante, realiza la que sin duda es la mejor composición de toda su carrera, revalidada seis años después por su composición del sádico ex convicto Max Cady de EL CABO DEL TERROR y más tarde, en 1968, con ese "bíblico" y vengativo reverendo de EL PÓKER DE LA MUERTE.

En esta curiosa imagen promocional vemos a Mitchum con Billy Chapin y Sally Jane Bruce no tan fiero como su personaje en la película.

NOTA:
Gracias al buen entendimiento de Mitchum con los actores infantiles Billy Chapin y Sally Jane Bruce, él mismo se encargó de dirigir partes del film en las que intervenían los pequeños, librando así al pobre Charles Laughton de algún que otro ataque de nervios. 

34 comentarios:

  1. Buenísima película, Teo. Hay escenas en que la fotografía transmite mucho más que la palabra. Intensa, intrigante. Yo no entiendo de dirección pero, con un argumento totalmente distinto, me recuerda en algunos aspectos a “Jennie” de William Dieterle.
    La utilización del blanco y negro de esta película es maravilloso.
    Muy buena tu entrada y las fotografías, preciosas.
    Un beso.

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    1. Supongo que es inevitable que nuestra memoria y nuestro corazón traten de "emparentar" ciertas películas aunque en primera instancia carezcan de vínculos concretos. "Jennie" y la que ahora nos ocupa, son dos obras con tal poder de fascinación, con tanta fuerza en sus imágenes envueltas en una atmósfera entre onírica y lúgubre, que su disfrute se convierte en una experiencia única. Por eso creo que tienes razón, JENNIE y LA NOCHE DEL CAZADOR podrían formar un estupendo programa doble.
      Un abrazo.

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  2. Me parece un peliculón, la trama, la fotografia, la banda sonora, los actores... Robert Mitchum está que se sale en un papelón que le va como anillo al dedo. La historia de estos niños que descubren al asesino de su madre y son perseguidos por ese hombre malvado, se te queda grabada en la memoria por tiempo que pase, el tatuaje en sus manos, sus silbidos, todo da miedo; al final se refugian en esa especie de casa de acogida regentada por una incansable Lillian Gish (El Lirio de la pantalla) que de lirio tenía poco pues era más fuerte que un roble. Teo, has elegido unas fotos sensacionales como siempre.
    Se hizo un remake con Robert de Niro, corrígeme si me equivoco, EL CABO DEL MIEDO, espectacular la actuación de De Niro y de Jessica Lange, también de Nick Nolte. Las dos versiones me gustan, cada una en su momento, pero la última que he revisado fue la primera y continúa dejándome helada.
    Abrazos!.

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    1. Creo que una de las virtudes de LA NOCHE DEL CAZADOR es que tal y como está concebida tiene el poder de retrotraernos a la infancia para volver a sentir intensamente las emociones y los miedos que nos producían cuentos como el de "Hansel y Gretel". La actuación de Mitchum en plan "ogro feroz" produce escalofríos, sobre todo si la película se ve en versión original.
      Respecto a ese "remake" al que aludes, supongo que te refieres al que Martin Scorsese hizo de EL CABO DEL TERROR (1961) de J. Lee Thompson, película en la que Robert Mitchum incorporaba a un aterrador ex convicto que acosaba a una menor de edad y a sus padres como parte de una meditada venganza. Además, para acabar de amedrentarnos, la música era de Bernard Herrmann (que Scorsese respetó en su versión).
      Un abrazo.

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    2. Aaah! "El cabo del terror", no la he visto y sí "El cabo del miedo" con De Niro. Lo que que me ha ocurrido, es que al trabajar Robert Mitchum en "La noche del cazador" y "El cabo del terror", pensaba que la de Scorsese era el remake de "La noche del cazador", aunque siempre me pareció un remake muy raro... y !tan raro es que no tiene nada que ver!, como digo, la confusión me la suscitó la figura de Mitchum que como en las dos hace de malo, malísimo... Puedes estar seguro de que veré "El cabo del terror". My God, qué lío!.
      Gracias Teo, un abrazo.

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    3. Pues sí, Emma, parece que te has hecho un pequeño lío. Pero veo que ya lo tienes más o menos aclarado. Sólo te falta ver la soberbia EL CABO DEL TERROR (Cape Fear), la original dirigida por J. Lee Thompson. Y si estás interesada en completar la serie de grandes malvados con la cara de Robert Mitchum, deberías echarle un vistazo a EL PÓKER DE LA MUERTE (Five Card Stud) de Henry Hathaway donde Mr. Mitchum prácticamente repetía el papel del reverendo Powell de LA NOCHE DEL CAZADOR.
      Otro abrazo.

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  3. Descubrí "La noche del cazador" hace unos años cuando adquirí el dvd que editaron. Lo hice porque había leído cosas sobre ella y sabía de su prestigio dentro de la historia del cine y esperaba ver un clásico un tanto vetusto. Craso error. Un error feliz que me proporcionó una de las experiencias cinéfilas más intensas y emocionantes que recuerdo.
    Ahora, siempre que me dan ocasión para ello, la recomiendo como una obra imprescindible para comprender hasta dónde puede llegar un arte, en este caso el cine, para conmover y transformar a quien lo disfruta. Esta película es una gema muy rara pero fascinante a más no poder y por muchas películas que vea en mi vida, ésta creo que me perseguirá siempre. En realidad, no me persigue, "vive" conmigo.
    Un abrazo.

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    1. Me identifico con tu comentario plenamente y lo suscribo. Has expresado con nitidez la diferencia que puede existir entre una buena película de la que decimos que "nos ha gustado mucho" y esas obras que surgen muy raramente y marcan nuestras vidas (de cinéfilos). Como digo, ese salto cualitativo lo consiguen muy pocas. Ahora mismo se me ocurre otro título: EL ESPÍRITU DE LA COLMENA.
      Un abrazo

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  4. ¿Qué puedo decir? Es una obra maestra absoluta.

    Saludos.

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    1. Desde luego, Ricard. Una extraña gema de onírica belleza, ignorada durante décadas.
      Un saludo.

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  5. Debía correr el año 1984 y recuerdo que fue presentada en el cine Bellas Artes de Madrid con un gran apoyo de las páginas de cultura de el diario El País que le dedicó un espacio considerable.
    Su revisión cuarenta años después de su demorado estreno me confirma que estoy ante una película fascinante y singular y en cada nuevo visionado continuo encontrándole virtudes y disfrutándola como la primera vez que la vi.
    El trabajo de los actores es irreprochable y quiero destacar la mirada de la pequeña Pearl (Sally Jane Bruce), cuando su hermano miente al reverendo diciendo que el dinero está bajo una losa en el sótano y esta le mira como diciendo, ¿Qué estás diciendo? con sumisa complicidad pese a su corta edad.
    Una obra maestra, sin duda.
    Saludos.

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    1. Ahora ya todos sabemos que esta película permaneció incomprensiblemente ninguneada demasiados muchos años desde su país de origen y consecuentemente en el resto del mundo. Como siempre, fueron los críticos franceses los primeros que se "fijaron" en ella y a partir de ahí, el reconocimiento, la fascinación, el culto... y su exhibición tardía en muchos lugares (también en España). No sé si aquí vale eso de "más vale tarde que nunca". Supongo que Charles Laughton tendría algo que decir si saliera de la tumba.
      Y sí, el trabajo de los intérpretes no sólo es irreprochable, es impresionante (o escalofriante en el caso de Mitchum), niños incluidos.
      Un saludo.

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  6. Totalmente de acuerdo con todo lo que comentas sobre esta obra maestra. El mejor retrato de lo que supone una pesadilla infantil y su universo onírico, con todos sus temores y miedos reflejados gracias a unas imágenes increíbles en blanco y negro que crean la atmósfera perfecta del desasosiego para enmarcar el mal y el terror puro y duro a través del falso reverendo Harry Powell, el personaje diabólico y malvado interpretado magistralmente por Robert Mitchum.

    Tras una nueva visión de la película inevitablemente me vinieron a la cabeza otros personajes interpretados por él, y podría citar muchísimos, algunos en una línea parecida ya los has apuntado como en “El cabo del terror” y “El póker de la muerte”; pero por contraste, me acordé especialmente de su actuación en la fastuosa película “La hija de Ryan” de David Lean, interpretando un maduro y sosegado maestro de escuela irlandés que defiende a su joven mujer con valentía y dignidad ante una turba de aldeanos enfurecidos por considerarla una traidora, a pesar de una relación insatisfactoria y de que acaba de enterarse de que ella le ha sido infiel con el comandante británico durante la ocupación inglesa. Un actor como él, que fue capaz de interpretar con tanta convicción y maestría hasta conmovernos, o aterrorizarnos, a personajes tan diametralmente opuestos, es una pena que no hubiese conseguido jamás el Óscar. Me acuerdo también de Burt Lancaster en “El fuego y la palabra”, mi película favorita de Richard Brooks, que sí consiguió el Óscar merecido gracias a su inolvidable interpretación del siniestro personaje protagonista de la película, un predicador evangelista aprovechado y farsante, y de una catadura moral parecida a de Harry Powell en “La noche del cazador”. Pero bueno, la historia de los premios de Hollywood es también una historia de injusticias y omisiones, porque son muchos los actores y las actrices que tampoco lo han conseguido y que a día de hoy son leyendas del cine.

    Comparto también, evidentemente, el lamento de que ésta sea la única película que podamos disfrutar de Charles Laughton como director a causa de su fracaso comercial en cines y por las críticas negativas que recibió cuando se estrenó en su época. Es cierto que por su carrera actoral, con interpretaciones inolvidables, un Óscar como actor principal y varias nominaciones ya figura entre los grandes dentro del olimpo cinematográfico de todos los tiempos, pero tampoco hay duda alguna de que sólo por este título, su única obra, y a pesar de su reconocimiento tardío como obra maestra y de culto, también ha pasado con letras de oro a la historia del cine como director. ¿Justicia poética? Tal vez. Pero como muy bien apuntas en el comentario anterior el “más vale tarde que nunca” no sirva para Laughton de consuelo.

    Desgraciadamente la historia del arte, de la literatura y del cine está llena de ejemplos con “obras maestras” que triunfaron después de muerto su autor, o cuando ya era demasiado tarde, y no había solución o posibilidad para que nos regalasen nuevas muestras de su genio.

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    1. En su día, a propósito de LA HIJA DE RYAN, el socarrón Mitchum confesó que había aceptado a regañadientes ese papel de un maestro de escuela cornudo, sobre todo, porque su carrera no estaba ya en su mejor momento y también por la garantía de un director de la talla de David Lean. Pero estaba sorprendido de que su físico fuera el adecuado para ese personaje. Lo que no supo entonces es que antes se lo habían ofrecido a Marlon Brando(!)
      Disiento de esa definición por la que equiparas a Elmer Gantry de EL FUEGO Y LA PALABRA con el siniestro Harry Powell. Gantry le veo más como un individuo de astuta simpatía y brillante verborrea que utiliza sus métodos de charlatán carismático para medrar o tal vez para experimentar esa orgásmica sensación del poder sobre las mentes de los demás (aunque luego acabe enamorándose de su instrumento, la angélica y evangélica Sharon Falconer). Burt Lancaster, en efecto, está soberbio empleando un método de sobreactuación que le había funcionado en EL FARSANTE (The Rainmaker, 1956) con un personaje muy similar.
      Respecto a Charles Laughton como director de una única, insólita, fascinante y escalofriante película, solo nos queda el placer repetido de volver sobre ella y, bueno, nuestra imaginación (con un cierto toque de masoquismo) a la hora de elucubrar sobre lo que Laughton hubiera podido hacer si en su momento las cosas le hubieran ido mejor a LA NOCHE DEL CAZADOR.

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    2. Creo que no me he expresado correctamente, desde luego que Elmer Gantry, el predicador cínico y oportunista de “El fuego y la palabra” es muy diferente al personaje que Mitchum interpreta en la “La noche del cazador”. Powell representa al mal absoluto, al hombre del saco y al ogro cruel de los cuentos infantiles. Un psicópata de libro sin empatía alguna. En realidad lo que pretendía era referirme sobre todo a la similitud de que ambos utilizan la religión, simulando convertirse en referentes morales o en benefactores y guías espirituales para conseguir sus fines espurios gracias a su verborrea y/o a sus encantos personales seduciendo y arrastrando a los ingenuos “creyentes” y utilizando a Dios como testigo y aliado. Hablaba en ese sentido cuando decía que igualaban su catadura moral. A partir de ahí Powell va más allá en su deriva maligna utilizando el asesinato sin remordimiento alguno y sin reparar en medios retorcidos para conseguir sus fines convirtiendo en víctimas propiciatorias a todos aquellos que le estorban en su camino; mientras que Elmer no es más que un farsante que evoluciona durante la película, a través del enamoramiento, hasta que el pasado le persigue para cortar cualquier esperanza de redención. Y creo que la película de Broocks entre otras muchas cosas trata sobre de la dificultad o la imposibilidad de la redención. Hablo también de la similitud que veo en la magnífica interpretación de dos personajes carismáticos y oscuros que en el caso de Burt Lancaster resultó premiado por la academia en contraposición de lo que pasó en el caso de Robert Mitchum.

      En cualquier caso, es curioso observar en el cine americano en particular, y lo mismo si hablamos de series de televisión, como se reflejan con frecuencia este tipo de personajes y de situaciones a nivel dramático, de thriller o simplemente de terror. Individuos que usan la religión y sus resortes para conseguir dinero, poder o sexo a cuenta de ingenuos y entregados fieles a sus soflamas. Situaciones que ocurren en la vida real y que derivan a menudo en sectas destructivas, incluso suicidas o en comunidades religiosas cerradas que se convierten en caldo de cultivo y escenario propiciatorio para diversas historias en que se pueden producir todo tipo de aberraciones y desmanes. Por poner un ejemplo, y hay muchos en el cine, mencionaría ahora mismo “Carnivale” la estupenda y oscura serie del año 2003 de la HBO, y que desgraciadamente sólo contó con dos temporadas dejando la historia a medias. La serie, de corte fantástico y de misterio, se desarrolla durante la Gran Depresión americana y contaba también con un turbio e inquietante predicador interpretado por el actor Clancy Brown como centro de la trama.

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    3. Respecto a lo que comentas sobre la Hija de Ryan, no sabía de las reticencias de Robert Mitchum para interpretar al maestro cornudo, y mucho menos todavía que David Lean le había ofrecido el papel previamente a Marlon Brando. Curiosamente Robert Mitchum volvió a interpretar bastante después un papel parecido en la película de 1984, “Embajador en Oriente Medio”. En este caso actuaba como un embajador norteamericano bien intencionado en el avispero del enfrentamiento palestino-israelí al que intentaban chantajear con hacer pública una cinta filmada de su mujer acostándose con un atractivo palestino y que se la hacen ver previamente. Se trata de una peli olvidable, donde casi lo mejor es su interpretación y que cuenta también con la que creo que fue la última actuación de Rod Hudson en el cine antes de fallecer de SIDA. Resumiendo mucho el personaje que interpreta Mitchum toma también, al igual que en “La hija de Ryan”, una actitud muy digna ante la dolorosa evidencia de la infidelidad de su mujer, que tendría en este caso evidentes consecuencias para su comprometido cargo si se hacen públicas las imágenes, además de las consecuencias para su relación marital. Después de diversas vicisitudes se resuelve la trama consiguiendo parte de sus objetivos, pero sin dejar de apoyar a su esposa, interpretada por Ellen Burstyn, a la que acaba perdonando volviendo al final con ella a casa. En fin, de aquellos polvos estas pajas, porque el actor le cogió el truquillo a este tipo de personaje cornudo que perdona la infidelidad de su mujer y que entiende que el amor por ella está por encima del hecho en sí, asumiendo su parte de culpa en que se haya llegado a esa situación.

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    4. Nada que objetar, Forastero. Todo queda perfectamente puntualizado (y ampliado). Tal vez pudo darse el caso de que yo no estuviera muy fino a la hora de interpretar con acierto esa parte de tu texto.

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  7. La Noche del Cazador es un ejercicio estilizado de "noir" rural, relato de miedo ancestral en el que la pérdida de la inocencia infantil queda expuesta de manera rotunda, película inclasificable que sirve para emprender nuestro propio viaje iniciático hacia las entrañas del cine pues la utilización de los recursos del medio alcanza cotas superiores, es parada obligatoria en el recorrido que cualquier apasionado por el cine decida emprender constituyéndose como obra imperecedera, intemporal e insólita, toda una demostración formal de hasta donde pueden llegar las posibilidades expresivas del medio.
    Saludos.

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    1. Es curioso cómo al igual que el pobre Van Gogh no logró vender en vida ninguno de sus cuadros que los críticos de arte consideraban poco menos que abominaciones infantiloides, una obra cinematográfica de la envergadura y originalidad de LA NOCHE DEL CAZADOR, en su día (y durante mucho tiempo) no fue valorada por nadie lo que la relegó al desván de las rarezas desechables.
      Ahora todos hablamos de ella, escribimos sobre ella y coincidimos en caer de rodillas ante sus "evidentes" virtudes reconociéndolas como algo que siempre ha estado ahí, en sus fascinantes imágenes. Pero, ¿con qué ojos fue vista y juzgada entonces? Resulta increíble, verdad?.
      Un saludo.

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    2. Ciertamente, resulta llamativo y es digno de estudio. No me atrevería a aventurar ninguna hipótesis pero podría ser un interesante estudio historiográfico-cinematográfico intentar conocer las causas del fracaso de esta joya en el momento de su estreno. Una época, por cierto, en que la mayor parte de las producciones de Hollywood se filmaban en formato panorámico y a todo color... sirva esto como débil explicación, pero, como digo, sería un curioso ejercicio cinéfilo.

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    3. Supongo que el público americano -entonces- funcionaba con otros parámetros. Porque el fracaso de LA NOCHE DEL CAZADOR no es un caso aislado. Sin ir más lejos, el film que con el paso de los años se convirtiera en el clásico navideño por excelencia ¡QUÉ BELLO ES VIVIR!, cuando se estrenó en 1946, resultó un fiasco en taquilla (lo que provocó un serio parón en la carrera de Capra). Ahora, eso, desde Europa, nos parece incomprensible. En fin, material de estudio para etnólogos, sociólogos y oftalmólogos.

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  8. Una peli en la que el onirismo es constante, en la que podemos palpar el miedo a través de esa mirada infantil, pero un miedo sin artimañas ni efectismos, que podríamos definir como perfectamente soportable y con un personaje soberbiamente interpretado por Robert Mitchum, que es la propia encarnación del mal, que nos ofrece una buena variedad de interpretaciones psicológicas. Un mal que no descansa y que nos persigue a todas horas, como dice en una de las escenas el muchacho: ¿No duerme nunca?

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    1. En efecto, aquí el mal es observado y sufrido a través de un prisma, el de los ojos de un niño, de dos en este caso, y así esa negra figura del falso pastor escapa de la dimensión algo tediosa del mal cotidiano siempre presente, siempre acechando, y se convierte en la perfecta alegoría del Mal Absoluto con su dosis ¿porqué no? de fascinación. Dormir sería una equivocación.

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  9. Hola Teo. Me encanta el filme y más aún Robert Mitchum siempre genial con ese estilo suyo que impone y atemoriza. De tu comentario y el de otros intervinientes me ha parecido interesante cuando mencionáis ese aspecto onírico que impregna “La noche del cazador”, contada a través del cristal deformante del mundo infantil. El tono de la fotografía, la bruma, la noche, el pantano, la muerte a lo Dreyer, ayudan a justificar esa apreciación. En mi opinión, creo que en la segunda parte disminuye la tensión y la narración se vuelve más plana, con la señora cuidándolos, creo que la atmósfera contiene mayor tensión y violencia cuando esos niños están indefensos, enfrentándose con un sádico asesino.
    Un abrazo.

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    1. Es verdad: Mitchum con esa displicente manera de moverse, con su mirada entre burlona y calculadora, era una presencia muy potente en pantalla, pero cuando interpretaba a malvados, resultaba en verdad escalofriante. En CAPE FEAR (versión J. Lee Thompson) compuso un Max Cady que se merendaba crudo al pobre Gregory Peck recluido en un personaje mucho más gris e inoperante. Años después, el propio Peck (coproductor de la película) reconoció que sabía de antemano que el personaje de Mitchum iba a eclipsar al suyo sin remedio.
      En el último tercio de LA NOCHE DEL CAZADOR, cuando los dos pequeños efectúan ese "regreso al claustro materno" y se topan con el refugio de la anciana Rachel (mezcla de abuelita, hada madrina y ángel de la guarda), tal vez a partir de ahí baja la tensión a la que aludes y se relaja la temperatura narrativa en aras de calmar al espectador que hasta ese momento se ha identificado y ha "vivido" con los niños una pesadilla.
      Un abrazo.

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  10. Ya se ha hablado suficiente sobre el poder de fascinación de las imágenes de "La noche del cazador", de su "aislamiento" de las corrientes imperantes en el Hollywood de la época. En suma, de su rareza. Así que no voy a insistir porque esencialmente comparto todo lo dicho hasta el momento.
    Sin embargo, existe un aspecto que concierne al personaje del reverendo que no ha sido tocado, y es su "explicación". Ya sé que representa al Mal absoluto, pero puede que en la película haya algún dato que nos dé la clave de su comportamiento desalmado. Yo creo haber detectado alguno.
    Un saludo.

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    1. Tocas una de las teclas negras de la película. Probablemente te estás refiriendo a la sexualidad de ese Harry Powell. Lo cierto es que, efectivamente, la película nos da un par de claves al respecto. En una de las primeras escenas de la película este personaje asiste a un espectáculo de "burlesque" en el que una voluptuosa bailarina ejecuta una incitadora danza en el escenario. La cámara enfoca en primer plano a Harry en su butaca con un gesto de odio y desprecio hacia la mujer semidesnuda; luego la cámara desciende de su rostro hasta su cintura y encuadra una de sus manos metida en el bolsillo de la chaqueta. De pronto, la tela de ese bolsillo es perforada por una "erección", la de su navaja automática.
      Creo que en esa escena nos dejan bien claro que el odio de ese individuo hacia las mujeres pudiera tener una raíz sexual: su impotencia. No olvidemos que a las viudas con las que se casa las penetra en la noche nupcial... con su navaja!
      Espero que por lo que acabo de decir, esta noche no me persigan los cinéfilos de la ciudad con teas encendidas.
      Un saludo.

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  11. Hola Teo!
    Nada me queda por decir, buena y profunda disección la tuya sobre esta maravilla del séptimo arte. Los comentarios y las respuestas también han profundizado por si algo quedaba por analizar.
    Si tuviera que quedarme con una imagen (y mira que hay unas cuantas) creo que optaría por Gish en la mecedora con el rifle.
    Saludos!

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  12. He vuelto a ver esta película por tercera vez, para ver si se me habían pasado cosas por alto pero no ha sido así y me da una pena tremenda ser la voz discordante.
    Las imágenes son preciosas, la fotografía extraordinaria y el blanco y negro claramente expresionista es una maravilla. Pero... ay! no consigo creerme la historia y explico porqué.
    En primer lugar, las citas bíblicas no me cuadran en una película así. No entiendo esos incisos, los encuentro metidos con calzador. Creo que no vienen a cuento en una película de terror infantil.
    Por otra parte, toda la película rezuma un tufillo moralista sonrojante. O, al menos, eso es lo que yo veo.
    "Los niños son firmes. Aguantan lo que sea." ¿Cóoomo? En fin... sin comentarios. La frase tiene tela.
    El personaje de Shelley Winters deja bastante que desear. Primero piensa criar a sus hijos ella sola. Hasta ahí bien. Pero, tras conocer al supuesto predicador, se deja convencer por su amiga para que se deje cortejar (¿acaso no tiene criterio propio para saber lo que quiere?). Pero lo peor no es eso. Es que, gracias a él se transforma en una católica fervorosa de la noche a la mañana y, para rematar, se deja inmolar por su marido sabiendo ya la verdad sobre él, dejándole el camino libre para que mate a sus hijos!! Me parece inadmisible, un puro sinsentido.
    Lo único positivo que veo de la historia, aparte de la odisea que viven los niños -y creo que esa era la intención principal de Laughton- es mostrar lo fácilmente manipulable que es la masa social. Por eso entiendo que en Estados Unidos esta película no sentara nada bien en su estreno; está claro que se dieron por aludidos.
    Por lo demás, me quedo rotundamente con una película que, aún teniendo algún punto de contacto con ésta, es para mí infinitamente superior: "En compañía de lobos", de Neil Jordan.
    Siento haber descuartizado el film, querido Teo. Te lo compensaré la próxima vez. Besitos!!

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    1. La historia se desarrolla en una época (que yo situaría a comienzos de los años veinte del pasado siglo) y un lugar, la América profunda del "midwest", definida por la ignorancia y el fanatismo religioso de sus habitantes, pioneros, emigrantes de mentes sencillas y arcaicas costumbres. Pero esto es solo el contexto. Estamos hablando de un cuento con ogro y todo lo que en él ocurre tiene la lógica de una pesadilla (la de un niño preferiblemente) y en torno a esta premisa se concibió la película, creo.
      Por ir a cuestiones concretas: ¿por qué tiene tela la frase "Los niños son firmes. Aguantan lo que sea"? Yo creo en la verdad de esa reflexión y bastaría con acudir –por ejemplo– a Charles Dickens, aunque si quieres podemos echar mano de modelos mucho más cercanos. En cuanto al personaje de Willa, la madre de los pequeños, queda claramente dibujada como una mujer sin demasiadas luces en el cerebro, débil e influenciable, perdida sin su marido e incapaz de calibrar el alcance de sus decisiones. ¿Qué podemos esperar de ella en su situación?
      En cualquier caso, creo que es un error intentar aplicar a LA NOCHE DEL CAZADOR los parámetros con los que nos desenvolvemos en la cotidianidad de nuestra prosaica realidad. La lógica es necesaria, sí, pero resulta aburrida e inadecuada en este caso. Ahora me viene a la mente la película ORDET en la que una muerta resucita. Y me atrevo a afirmar que en virtud de la fascinante perfección de la puesta en escena de Dreyer, nosotros los espectadores, llegado ese momento, "creemos" en el milagro porque el autor previamente ha conseguido extraernos nuestra "lógica", la de la incredulidad ante tal prodigio. El cine es el cine y Hitchcock también sabía mucho de esto.
      La auténtica compensación para mí son tus intervenciones, Miriam. Y disentir resulta en ocasiones más estimulante que comportarnos como almas gemelas.
      Un abrazo.

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    2. Pues ahora el zas! me lo has dado tú a mí con tu enriquecedor comentario. Yo, en el cine, estoy dispuesta a creerme todo, de verdad. Lo que ocurre es que a la película de Laughton yo le veo demasiado las costuras. De veras que he intentando verla con la mirada limpia. La primera vez, de hecho, la ví de noche, sin luces, de la misma manera que si fuese un sueño/pesadilla. Y no me convenció, y bien que me fastidia. Siempre intento situarme en el contexto de la narración, y de hecho es así cuando leo o estudio algo relacionado con la Historia. Y comprendo perfectamente la mentalidad que existía en la Norteamérica de los años 20. Pero siento que el propio director me está intentando colar un discurso moralista.
      De "Ordet" me creo absolutamente todo. Y el beso de la resucitada y su marido es de una carnalidad total, que se contrapone con el previo comportamiento de ambos. Es de un erotismo que ya quisiera la mayor parte del cine actual.
      En cuanto a tu comentario sobre la cinta de Laughton me quito el sombrero. Has ampliado mis cuadriculadas miras sobre la película, aunque mi limitada capacidad de análisis sobre el film no dé para más.
      Besitos!!

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    3. Bueno, Miriam, carezco de perspectiva sobre mi capacidad crítica y no soy quién para medir el calado de mis comentarios (aunque íntimamente piense que son de andar por casa) pero lo que no debes menospreciar es el valor de los tuyos, siempre aportativos e inteligentes. Que conste.

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  13. Hombre, esto son palabras mayores: esos niños por el río, esa canción de fondo, ese malo malísimo. Todo tan onírico e inquietante. Tengo pendiente leer algún día la novela, a ver si es tan buena como la peli.

    Saludos.

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    Respuestas
    1. Esa novela se editó en España hace más de veinte años cuando ya conocíamos la película. Pude conseguirla (en la Cuesta de Moyano) casi una década después de su edición, lo que en cierta medida condicionó mi lectura ya que sin poder evitarlo las imágenes de la singular y absorbente versión cinematográfica de Laughton se me superponían a las páginas dotando a esa narración de una dimensión que amplificaba su alcance. En cualquier caso, tratando de librarme de ese fenómeno no deseado, me pareció una novela magnífica con un estilo y progresión narrativa que la acercaban al terror gótico.
      Un saludo.

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