CENTAUROS DEL DESIERTO (The Searchers)
(USA) Warner Bros. / C.V. Whitney, 1956. 119 min. Color. VistaVision.
Pr Ej: Merian C. Cooper y Patrick Ford. G: Frank S. Nugent, basado en la novela de Alan LeMay. Ft: Winton C. Hoch. Mt: Jack Murray. DA: Frank Hotaling y James Basevi. Vest: Charles Arrico (sin acreditar). Ms: Max Steiner. Pr y Dr: John Ford.
Int: John Wayne, Vera Miles, Jeffrey Hunter, Natalie Wood, Ward Bond, John Qualen, Olive Carey, Harry Carey Jr., Henry Brandon, Ken Curtis, Hank Worden, Dorothy Jordan, Walter Coy, Pippa Scott, Lana Wood, Patrick Wayne, Antonio Moreno, Beulah Archuletta, Robert Lyden.
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Esta es Martha Edwards (Dorothy Jordan) |
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Desde el porche divisa en la lejanía del paisaje un jinete solitario. |
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Tras años de ausencia, Ethan Edwards (John Wayne) ha regresado al hogar. La familia al completo: su hermano Aaron (Walter Coy), su cuñada Martha, su sobrino Ben (Robert Lyden) y sus sobrinas Lycy (Pippa Scott) y la pequeña Debbie (Lana Wood). |
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Ethan y su cuñada Martha guardan en sus corazones un ocultado amor que nunca tuvo expresión. |
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Ethan cambia impresiones con el marshall-reverendo Clayton (Ward Bond). |
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En esa noche fatídica, los comanches rodean la casa y la pequeña Debbie se ha refugiado en el pequeño cementerio familiar. |
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Impresionante estampa la que ofrece el jefe "Scar" (Henry Brandon). |
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Un momento inolvidable. El pequeño cementerio familiar se ve tristemente aumentado. |
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Tras el enterramiento de los muertos, entre los que no estaban Lucy y Debbie, rápidamente se forma una partida al mando del reverendo Clayton siguiendo las huellas de los indios. |
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Uno de los miembros del grupo es el joven Brad Jorgensen (Harry Carey Jr.), prometido de Lucy. |
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Un atormentado Ethan forma parte del grupo que persigue a los comanches para recuperar a sus sobrinas raptadas. |
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El noble y testarudo Martin Pawley (Jeffrey Hunter) es el hijo adoptado por los Edwards y no se despegará de Ethan en la búsqueda de sus hermanas. |
SINOPSIS: A su regreso al hogar, un veterano que luchó al lado de la Confederación, quemará muchos años de su solitaria vida siguiendo la pista de los indios comanches que atacaron y asesinaron a su hermano y cuñada (de la que siempre estuvo enamorado) y dos de sus tres sobrinos. Sólo la pequeña de siete años fue respetada y trasladada por los salvajes hasta su poblado de ignorada ubicación. Cuando, tras muchas aventuras y penalidades, finalmente logra recuperarla, ella es ya una esposa india.
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Por el camino Ethan descubre el cadáver mutilado de Lucy. Cuando Brad se entera, en un ataque de locura, sale él solo en persecución de los indios y muere. |
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Cuando los demás abandonan la búsqueda, Martin y Ethan continúan solos un errático y desesperanzado periplo a través de estaciones y territorios. |
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En el hogar de los Jorgensen (John Qualen, Olive Carey y Vera Miles), al cabo de los meses, se recibe una carta de Martin en la que relata algunos pasajes y pistas encontradas. |
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Han transcurrido los años y Debbie (ahora Natalie Wood), cautiva de los indios y "educada" por ellos, es ahora una squaw que apenas recuerda su niñez. |
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Los eternos "buscadores" en su largo y accidentado periplo han dado finalmente con la tribu comanche que tiene a Debbie. |
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Martin quizá por sus gotas de sangre india que corren por sus venas, entiende la zozobra de una escindida Debbie tras reconocer a sus rescatadores. |
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El odio acumulado y el dolor confunden la mente de Ethan cuando se enfrenta a su sobrina a la que ya considera una india Martin le hace recuperar la cordura y ambos regresarán al hogar con ella. |
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En el porche del rancho de los Jorgensen vemos también al viejo y entrañable Mose (Hank Worden) sentado en su ansiada mecedora. |
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Todos estos años, Laurie Jorgensen, ha esperado el regreso de Martin del que sigue enamorada. |
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Bajo la mirada de Ethan, el matrimonio Jorgensen acoge amorosamente a Debbie. |
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Todos han cruzado el umbral de ese acogedor hogar pero Ethan no lo hace. Él parece no sentirse parte integrante del grupo familiar. En realidad, siempre ha sido así. |
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Él se aleja ligeramente y esa puerta se cerrará en un amargo fundido a negro. |
COMENTARIO: Si nos entregáramos al elucubrativo e inútil juego sobre cual pudo ser el mejor western de los rodados por John Ford, muy probablemente terminaríamos barajando PASIÓN DE LOS FUERTES, EL HOMBRE QUE MATÓ A LIBERTY VALANCE y el que ahora nos ocupa, de seguro el más bello y misterioso de los tres y también el más elíptico y ambigüo por una especie de pudor narrativo que dificulta la penetración en el secreto entrevisto y no revelado de los personajes, de quienes intuimos que "saben" cosas que nosotros nunca llegaremos a averiguar, especialmente ese Ethan Edwards (impresionante John Wayne que apechuga con un personaje tan trágico como su Tom Doniphon de EL HOMBRE QUE MATÓ A LIBERTY VALANCE) cuya nobleza impide que su amargura estalle, o el ambivalente capitán-reverendo Clayton (Ward Bond) observando en silencio, mientras toma café, a la cuñada de Ethan acariciando evocadoramente su esclavina antes de entregársela (maravilloso y sugerente momento fordiano de intimidad sorprendida).CENTAUROS DEL DESIERTO contiene a lo largo de su desarrollo momentos de indescriptible intensidad dramática; cierto que hay muchos, pero citemos esa portentosa secuencia con los componentes de la familia de Ethan en su rústico hogar progresivamente inundado por el rojizo último resplandor del crepúsculo, sumidos en una crispada tensión antes del ataque indio, cerrada con una escalofriante elipsis. Siempre he sentido ese momento como una cumbre del cine.
Por otro lado, no quiero terminar sin rendir emocionada referencia a dos aspectos fundamentales. En primer lugar, la sabia utilización del humor en esta película que -además de servir de aliviadero dramático- surge en varios momentos de manera “natural” (el joven teniente recién graduado y su sable, el episodio de la adquirida esposa india de Martin, la estancia de Ethan y Martin en la cantina mexicana, o la pelea en la que se enzarzan los pretendientes de Laurie). Todo formando parte de ese universo que le es tan peculiar.
En segundo lugar, ese tono de velada poesía invadiendo las escenas hogareñas tan queridas del autor de RIO GRANDE. El hogar aquí adquiere una particular significación al representar el apacible refugio, el paréntesis acogedor en el prolongado periplo de los buscadores (“los buscadores” es el título original del film) y su calor es algo que se percibe, que se siente. Primero en el hogar del hermano de Ethan al que éste llega tras su larga ausencia en la guerra, y luego, el de los Jorgensen. No olvidemos que la película comienza desde negro con una puerta -la del hogar de los Edwards- que se abre a un exterior luminoso y se clausura con un cierre en negro debido al movimiento inverso de otra puerta equivalente, dejando homéricamente excluido al “centauro” solitario.
Creo que a estas alturas no se pueden poner más adjetivos a esta película: gusta a todo el mundo y de unos años a esta parte es la preferida también, de muchos. Estoy contigo en que probablemente pudieran ser mejores westerns los dos que citas, pero es que “Centauros del desierto” es mucho más que un western.
ResponderEliminarSaludos.
CENTAUROS DEL DESIERTO no siempre fue valorada en su justa dimensión. Recuerdo viejas críticas, tan cegatas como injustas, que leídas ahora harían sonrojar a sus firmantes. No hay nada como el paso del tiempo para adquirir perspectiva. Ahora resulta difícil comprender cómo podían ponerle peros a un film de tal belleza y profundos contenidos. Ahora todos amamos CENTAUROS DEL DESIERTO y nos rendimos ante su grandeza.
EliminarUn saludo.
Un alarde narrativo, cumbre del western y del universo fordiano.
ResponderEliminarSaludos.
En efecto, Ricard, CENTAUROS DEL DESIERTO es todo eso. En definitiva, dos horas de "odiseico viaje" que engrandecen el cine.
EliminarUn saludo.
Algo debe tener “Centauros del desierto”, bueno, de hecho lo tiene, cuando ha sido capaz de encandilar y sobrecoger a una reacia a los westerns como soy yo. Magnífica película, sin lugar a dudas.
ResponderEliminarSaludos!
Hola, Flor: la explicación a que caigas subyugada ante esta película te la resume más arriba Fernando Lázaro al afirmar que CENTAUROS DEL DESIERTO es más que un western. En cualquier caso, me alegra que esta obra de Ford haya conseguido romper ese "prejuicio" inicial que sostenías respecto al género.
EliminarUn abrazo.
Película mítica donde las haya, ya lo creo. Incidiendo en el uso del humor al que aludes más arriba, a mí siempre me ha hecho mucha gracia el momento en el que lanzan al fuego el contenido de una jarra (probablemente güisqui) que provoca una monumental llamarada. Aparte del notable componente etílico de dicho mejunje, la escena aparece calcada en varios títulos de la filmografía fordiana.
ResponderEliminarSaludos.
Supongo que ese resto de ¿tequila? que contenía el vaso lanzado por Ethan contra la cocina de carbón al salir de la estancia, además de funcionar como gag bestia, también podemos interpretarlo como una metáfora de la rabia que arde en el turbulento interior de este personaje.
EliminarUn saludo.
Siempre se pueden decir más cosas, aunque se hayan dicho ya casi todas, acerca de esta portentosa y bellísima obra maestra. Eso sí, personalmente me quedo con las figuras trágicas de un tísico Doc Holliday recitando a Shakespeare en una cantina y de un alcoholizado Tom Doniphon prendiendo fuego a su "sueño". Vamos, que soy más de "Pasión de los fuertes" y de "El hombre que mató a Liberty Valance". Por cierto, qué actorazo era John Wayne y qué poco se le reconoce.
ResponderEliminarUn saludo.
Recuerdo una escena memorable de MY DARLING CLEMENTINE en la que el británico Alan Mowbray recita a Shakespeare encaramado en una mesa del "saloon" ante la fascinada mirada de Doc Holliday, rodeados de una patulea de vaqueros garrulos recargando la atmósfera.
EliminarEn cuanto a ese momento de LIBERTY VALANCE que describes es uno de los más intensos y emocionantes que recuerdo haber "vivido" frente a una pantalla desde un patio de butacas. He visto innumerables veces la película, pero sigo quedándome sin respiración con ese Doniphon noble y perdedor contemplando brevemente el proyecto de dormitorio para su Hallie (que ya no será suya) antes de estrellar el candil.
Un saludo.
Para algunos, el superclásico de Ford, a la altura de "La diligencia"
ResponderEliminarEntre esos "algunos" ¿te encuentras tú? Imagino que sí. No obstante, respecto a LA DILIGENCIA, aporto una opinión personal: una película con unos caracteres de fuerte y certero dibujo aunque tendente al esquematismo (cada personaje viene a representar con fuertes pinceladas diferentes prototipos en la escala humana). No es el western de Ford que más me gusta -sus grandes obras maestras vendrían después- pero contiene secuencias memorables, imprescindibles, para comprender la evolución del western gracias a sus formidables soluciones narrativas que le convirtieron seguramente en el más saqueado de la historia del cine.
EliminarUna de mis puertas de entrada a la fascinación eterna por el cine.
ResponderEliminarUn saludo.
Por supuesto, estoy contigo. En algún temprano momento de nuestra vida hemos cruzado el umbral de alguna de esas puertas que nos hicieron amar el cine.
EliminarUn saludo.
Buena película, casi tan buena como BALADA TRISTE DE TROMPETA.
ResponderEliminarSorprendente comparación. Y muy discutible, pese a las enormes virtudes del título que has elegido. En cualquier caso, Alex de la Iglesia lloraría emocionado si leyera tu anónima aseveración.
EliminarHola Teo.
ResponderEliminarYa había leído algunos textos sobre “The Searchers” y aún recuerdo mi emoción y mis nervios al ver este western por primera y única vez en pantalla grande. Aquel lejano día solo vivía para ese momento. Fue en la Filmoteca.
Está claro que es la película preferida por muchos y yo la considero "mi película".
Son tantos los momentos maravillosos que contiene, y el que citas es memorable. A mi me encanta cuando Martha dobla la ropa de Ethan... sin palabras.
Un abrazo.
Creo que, efectivamente, en ocasiones faltan palabras para trasladar al papel (o la ventana de un ordenador) la dimensión, las sensaciones producidas por algunas imágenes fordianas. Describir fuera de la película lo transmitido desde la pantalla donde -por ejemplo- tú viste CENTAUROS DEL DESIERTO, puede resultar arriesgado y empobrecedor. No obstante, sigamos intentándolo, pero siempre desde la premisa de que vale más una imagen (si es de Ford) que mil palabras.
EliminarUn abrazo.
Durante algún tiempo, "Centauros de desierto" fue para mí tan solo una bonita peli del Oeste. Con el paso de los años se fue convirtiendo en una de las películas que más veces he visto y admirado. He de decir en mi favor que cuando la vi por primera vez era una niña. Fui descubriendo en cada visionado su grandeza. Siempre recuerdo con una sonrisa el personaje de Mose y su querida mecedora...
ResponderEliminarTeo, me ha encantado tu análisis de ella.
Un beso.
Hola, Aurora:
EliminarSupongo que ese proceso lo hemos experimentado la mayoría. No lo recuerdo con nitidez, pero cuando descubrí CENTAUROS DEL DESIERTO (por cierto, me gusta más ese título que el original; es más poético y sugerente) en un cine de barrio, debía tener unos trece o catorce años y dudo que entonces fuera capaz de asimilar la inabarcable dimensión del film de Ford. Eso sí, me gustó mucho, me impresionó, y durante décadas la he perseguido por cines, filmotecas, televisión y demás utensilios de rescate, hasta llegar a un espléndido blu-ray. Ahora sé que es el mejor western que he visto en mi vida, honor que comparte con EL HOMBRE QUE MATÓ A LIBERTY VALANCE y RAÍCES PROFUNDAS.
¡Aaah, el plácido balanceo final del viejo Mose en "su" mecedora!
Un abrazo.
Hola, Teo: Recuerdo que me impresionó mucho este western. A propósito de lo que dices en tu comentario (tan completo como de costumbre): "dejando homéricamente excluido al centauro solitario", deseo recomendar un libro que a mí me ha parecido muy interesante: "La semilla Inmortal" de Jordi Balló y Xavier Pérez.: "Como arte más característico del siglo XX, las películas han transmitido a su manera particular argumentos universales. Así es como reencontramos en el John Wayne que regresa a casa en "The Seachers" (Centauros del desierto, 1956) toda la carga emocional de un Ulises insólitamente surgido del inconsciente creativo"... El inicio del film es la exacerbación ritualizada del retorno al hogar, a partir de la puerta que se abre al paisaje con las diferentes figuras familiares que esperan y miran, distribuidas en los porches de la casa con un rigor de composición comparable a las pinturas de Piero della Francesca."
ResponderEliminarPodría seguir, pero sería muy largo, así que lo dejo aquí.
Un abrazo.
Hola, Selegna:
EliminarAteniéndome a ese "recuerdo que...", deduzco que ha pasado mucho tiempo desde que viste CENTAUROS DEL DESIERTO por lo que te recomiendo que aproveches la primera oportunidad que tengas para volver sobre ella.
Respecto a tu recomendación literaria, no conozco ese "La semilla inmortal" de Balló & Pérez, pero por el fragmento que reproduces, arriesgándome, creo entrever por dónde va la temática el libro: "La madre de todos los argumentos nació en la antigua Grecia". O algo así.
Un abrazo.
Has acertado; cada uno de los capítulos analiza un tema universal y cómo se ha transformado en films diferentes según los géneros o autores. Aùn no he leido mucho, pero me está gustando, por eso quise compartirlo. También me alegro que tengas el libro sobre Mankiewicz, y sí, es verdad que hace mucho tiempo que vi "Centauros" y desde luego volveré a revisarla en cuanto pueda.
EliminarDesde siempre, uno de mis clásicos favoritos, y de entre los elementos que más me gustan ¡hay tantos! quiero destacar esas dosis de humor perfectamente insertadas que comentas que vienen a distender el dramatismo acumulado de las situaciones. Un abrazo, Teo.
ResponderEliminarEl humor en las películas de John Ford es el condimento que les otorga un aroma y un sabor especial, reconocible. Nos sentimos como en casa con esos apartes de humor socarrón y cómplice que, usado de diferentes maneras, contribuye a un mejor conocimiento de los personajes, de su idiosincrasia, y también nos informa con nitidez de la postura de Ford ante ellos.
EliminarUn abrazo.
Un film que el paso de los años ha ido engrandeciendo hasta adquirir una importancia capital en la historia del cine. Hoy son muy pocas las personas que niegan las grandes cualidades de “Centauros del desierto”, tal vez algún superviviente de aquellos que cuestionaban en el pasado si John Ford compartía el racismo que rezumaba su personaje Ethan y que tras estúpidos debates quedó demostrado incluso para los más recalcitrantes que Ford no era nada de lo que se le acusaba. En reiteradas ocasiones dejó patente su sensibilidad hacía los débiles, y por si la cuestión no hubiera quedado clara, ahí está “El gran combate” (Cheyenne Autumn, 1964), su último y reivindicativo western, para taparles la boca.
ResponderEliminarSaludos.
Hubo unos años, de esto hace mucho tiempo, en que defender el cine de Ford no estuvo de moda entre la progresía "concienciada" de la época. Tal vez de ahí venga ese insostenible bulo que tachaba sus películas de reaccionarias y cosas peores.
EliminarAfortunadamente aquí estamos nosotros ¿no? para apreciar y defender las virtudes de quien fue capaz de rodar películas como LAS UVAS DE LA IRA o la que ahora nos ocupa.
Un saludo.
“Centauros del desierto” en todos estos años continúa siendo mi película preferida, no solo de Ford, sino quizá la mejor de cuantas he visto a lo largo de mi vida, aunque esto es muy difícil de afirmar pues son muchas y algunas, tan solo cuatro o cinco, han llegado a gustarme y afectarme quizá tanto como la que aquí se comenta, una Obra Maestra absoluta de profundo y complejo significado, cuyas vetas no se agotan por más que excavemos en ellas.
ResponderEliminarAhí va mi primer saludo para este interesante blog.
La insondable grandeza de la película, su entristecida belleza, la pudorosa exposición de sus contenidos, la asombrosa capacidad de Ford para descubrir el alma de sus criaturas sin acentuar ni enfatizar, a veces, sin mostrar, casi siempre a través de la sabiduría de sus encuadres, todo eso -digo- creo que nos ha afectado hasta el punto de impregnar de exaltación cualquier intentona de análisis racional, prevaleciendo siempre nuestra emocional entrega ante la subyugante fuerza de las imágenes de esta obra maestra.
EliminarBienvenido, Thomas Fowler (¿un homenaje a Graham Greene?). Un saludo.
En tal aserto creo que seremos muchos los que estemos de acuerdo. Aunque en esa marcha por la Historia del cine no deberíamos dejar que el western de Ford desfilara solo. Yo le pondría al menos dos compañeras que le escoltaran: ORDET y VERTIGO.
ResponderEliminarEn un mundo que a menudo consideramos blanco y negro, Centauros del Desierto , tiene que ver con el gris. Impresionante por su grandeza y que expone un Oeste que es a la vez hermoso y brutal. Podría parecer simplemente otro western bien hecho, pero en realidad es una película de contrastes discordantes, complejidades y ambigüedades. Es un viaje apasionante e incómodo sobre la venganza, la raza, la familia, la búsqueda de la identidad estadounidense y los efectos del racismo enconado. Este film, de alguna manera satisface completamente, ya que suscita muchas preguntas y proporciona pocas respuestas, si es que hay alguna. Es una película que se queda con uno mismo.Por siempre
ResponderEliminary para siempre.
Anoche , en la 2 , la han vuelto a poner. Ya no tengo contadas las revisiones, y las sonrisas, y las emociones.
Veía a Ethan dispararle a los ojos al pobre indio muerto y enterrado y me dije :
Papa Ford ...vuelvo repetidamente a ti, a tus añorados pies ! G
Gracias Teo , te abrazo fuerte 🙏
Hola, “Anónimo”. Creo que en su momento, es decir, cuando se estrenó hace más de sesenta años, ni por asomo fue valorado en su auténtica dimensión, ni siquiera llegaron a considerarlo un “western bien hecho”, seguramente por su abrupta narrativa jalonada de elipsis y pasajes que desafiaban los convencionalismos del género y quedaban sin “explicación” para el espectador de la época. Tuvo que pasar casi una década para su “revelación” y ser posteriormente elevado a los altares, fue como cuando buscando otra cosa alguien descubre en un polvoriento desván un ignorado Rembrandt. Y como solía ocurrir en aquellos años sesenta, fueron algunos críticos franceses quienes subieron la persiana para que entrara la luz. En mi caso, atribuyo a los muchachos de “Film Ideal” (muy influenciados por “Cahiers”) el mérito de abrirme tempranamente los ojos. Entonces yo tenía quince años y acababa de ver este insondable western en el cine Emperador de Madrid, en programa doble con otra película que no logro recordar. Desde entonces, ha pasado una vida y seguimos hablando (apasionadamente) de CENTAUROS DEL DESIERTO.
EliminarUn abrazo.