EL MUNDO ESTÁ LOCO, LOCO, LOCO, LOCO (It's a Mad, Mad, Mad, Mad World)
(USA) United Artists / Stanley Kramer / Casey Prod., 1963. 193 min. Color. Ultra-Panavision 70.
G: William Rose & Tania Rose. Ft: Ernest Laszlo. Mt: Fred Knudtson, Robert C. Jones y Gene Fowler Jr. DA: Rudolph Sternad. Vest: Bill Thomas. Son: John Kean y Walter Elliott. Ms: Ernest Gold. Títulos: Saul Bass. Pr y Dr: Stanley Kramer.
Int: Spencer Tracy, Milton Berle, Sid Caesar, Buddy Hackett, Ethel Merman, Mickey Rooney, Dick Shawn, Phil Silvers, Terry-Thomas, Jonathan Winters, Edie Adams, Dorothy Provine, Peter Falk, Jimmy Durante, Eddie “Rochester” Anderson, Jim Backus, Ben Blue, Alan Carney, Barrie Chase, William Demarest, Paul Ford, Edward Everett Horton, Buster Keaton, Don Knotts, Carl Reiner, Sterling Holloway, The Three Stooges, Joe E. Brown, Andy Devine, Zasu Pitts, Norman Fell, Charles McGraw, Madlyn Rhue, Arnold Stang, Marvin Kaplan, Jesse White, Howard Da Silva, Allen Jenkins, Leo Gorcey, Charles Lane, Allen Kenkins, Jack Benny, Jerry Lewis.
Los rostros entre sorprendidos y ávidos del grupo de personas que han oído semejante confesión. El capitán de policía Culpepper (Spencer Tracy) desde su despacho de la comisaría atiende la llamada de su esposa. Un primer incidente: el gorro de Culpepper ha salido accidentalmente disparado por la ventana y a continuación aplastado por un coche conducido por Jerry Lewis. Culpepper y su mejor amigo, el jefe de policía Aloysius (William Demarest), discuten sobre su jubilación. Ya en plena caza del tesoro, Russell, habla por teléfono junto a su esposa Emeline (Dorothy Provine) y su suegra. El imbécil y juerguista Sylvester (Dick Shawn), hijo de ella señora Marcus, baila desaforado con su cimbreante novia (Barrie Chase) sin oír el timbre de su teléfono. Ding y Benjy conducen procurando adelantar a sus "compañeros" de búsqueda. Tras una desarmante conversación telefónica con su mujer e hija, a Culpepper se le va torciendo el día. Por si fuera poco, tiene el asunto de Smiler Grogan y su dinero escondido. En su afán de ganar tiempo, Ding y Benjy han decidido alquilar un avión pese a que su dueño está borracho y es incapaz de pilotarlo.
SINOPSIS: Los ocupantes de varios automóviles que viajan por una retorcida carretera ven cómo un coche lanzado a gran velocidad les adelanta para finalmente despeñarse al tomar una curva. El moribundo ocupante, un viejo gangster, les confiesa antes de morir que tiene 350.000 dólares enterrados en un parque de Santa Rosita. Se inicia entonces una desenfrenada carrera en pos del tesoro. Un veterano policía que ha tenido un día fatal, les sigue la pista con la secreta intención de ser él quien se apodere del dinero.
Russell aguantando los improperios de su suegra mientras su esposa Emeline parece no participar del frenesí de esa loca carrera. Con su coche averiado, los Finch-Marcus han tomado por asalto el vehículo de un afectado inglés llamado J. Algernon (Terry-Thomas). El camionero Lennie no está muy bien situado en esa carrera. ...su camión ha tenido un accidente y se ha quedado sin medio de seguir. Entra en liza el avieso Otto Meyer (Phil Silvers). Melville y Monica sufriendo verdaderas catástrofes en su afán de llegar los primeros. El desencantado Culpepper que ha tomado cartas en el asunto con la secreta intención de quedarse él con la maleta del dinero, se dedica a seguir al desquiciado grupo de "buscadores". Ameline ya decíamos que no estaba interesada en participar en secundar a los demás, se topa con Culpepper sin saber quién es y lo que pretende. Culpepper ya ha conseguido hacerse con la maleta del dinero y en esa tesitura tiene un tropezón la temible e incansable Sra. Marcus. Ahora es Culpepper el perseguido por esa jauría de "honrados ciudadanos" tras el dinero. Resulta evidente que la cosa no ha terminado bien para ninguno.
COMENTARIO: Más acerado que nunca, el sentido crítico de Stanley Kramer (mejor productor que realizador, en mi opinión) fustigó en esta ocasión la desmedida codicia que esconde el americano medio, civilizado y respetuoso con la norma, pero capaz, no obstante, de mandar al diablo todo principio de ética y consideración para convertirse en una mezquina y peligrosa alimaña tras su presa en cuanto olfatea dinero fácil y abundante.
Ya en 1959, en LA HORA FINAL (On the Beach), Kramer fechaba el fin de la humanidad en 1964. Esta evidente (y empiezo a creer que justificada) falta de fe en la condición humana nos es mostrada en EL MUNDO ESTÁ LOCO, LOCO, LOCO, LOCO en clave de dislocada parodia amplificada por el formato cinerámico dentro de lo que también resulta -ahí reside lo sorprendente del producto viniendo de un señor caracterizado, como decíamos, por fabricar reconcentrados y mensajísticos dramas con trasfondo social- un espectacular y desopilante homenaje al genial pionero Mack Sennett y el estilo de cine cómico que él creara. Un cine, aquel, de ritmo endiablado, con un manifiesto desprecio hacia la integridad física de los personajes (y por extensión, de sus intérpretes) lleno de golpes, persecuciones y catástrofes encadenadas, de todo lo cual esta película, que reune en su extenso reparto a los mejores cómicos americanos de todos los tiempos (nos saben a muy poco las fugaces apariciones de Buster Keaton y Jerry Lewis), es una completa y lograda antología, aunque a todas luces cayendo en la desmesura en ese dilatado climax final.
De acuerdo en la demoledora visión que la película da del ser humano puesto a prueba. Demoledora y desternillante. A mí no me gusta la secuencia de la escalera de incendios y la de los bomberos con todos los protagonistas colgando por ahí y saliendo despedidos por los aires. Muy larga y de comicidad poco efectiva.
ResponderEliminarUn saludo.
Ahí, en esa parte final, efectivamente a Kramer se le fue la mano en su ostentoso homenaje al cine cómico de la era silente. Todo queda desmedido, alargado y el espectador, más que reír, se fatiga.
EliminarUn saludo.
A mí el cine de Stanley Kramer nunca me ha convencido, ni el producido ni el dirigido por él. No suelen ser malas películas pero a todas se les nota mucho su intencionalidad, su mensaje, aunque eso ya lo apuntas en tu comentario. Dicho lo cual y a pesar de ello, me han gustado bastante "Fugitivos" y “Vencedores o vencidos”. La primera no sé muy bien por qué, tal vez por esa pareja de actores Curtis y Poitier que siempre me han encantado, y la segunda por el alcance de su contenido a través de un guión muy bien armado.
ResponderEliminarLa sensación que me produjo "El mundo está loco..." es la de un disparatado juguete cómico, como un enorme tren eléctrico con un montón de metros de vías con curvas.
Un abrazo.
Mira tú por dónde, FUGITIVOS (The Defiant Ones, 1958) es también una de mis películas favoritas, pero, como a ti, tal vez por razones sentimentales y por tanto, subjetivas. La vi en un cine de barrio cuando tenía unos doce o trece años y entonces me gustó muchísimo (eso sí, por aquella época yo no sabía quién era Stanley Kramer). Además, me impresionaba ver a Tony Curtis, uno de mis héroes de la pantalla en mi niñez y adolescencia, con una nariz "diferente" (evidentemente, postiza). En fin, huellas de antaño. En lo que respecta a VENCEDORES O VENCIDOS (vaya titulito que se buscó para el estreno de JUDGEMENT AT NUREMBERG en la España franquista), en efecto, la película asume una vez más ese componente discursivo de su cine pero, eso sí, en este caso hay que admitir que la “postura” era necesaria e insoslayable.
EliminarUn abrazo.
En primer lugar debo decir que no había visto antes esta peli de Stanley Kramer, aunque había oído hablar de ella, por lo que aproveché la ocasión para hacerlo. Me ha costado localizarla, lo mismo que encontrar tiempo para verla a causa de su larga duración, además de las fechas en que estamos, que tampoco ayudan aunque parezca lo contrario. Al final lo he conseguido y confieso que la he disfrutado muchísimo dejándome llevar. Es una película muy entretenida, rodada con la intencionalidad de convertirse en el no va más de la comedia alocada que recoge evidentemente toda la herencia previa del género en un cóctel desmesurado que visto el resultado no reparó en medios técnicos y humanos para su rodaje. La cinta aporta, en su época, un modelo de comedia coral disparatada, con toques de crítica social implícita o explícita, que claramente influirá en películas del género que se estrenarán con mayor o menor éxito a lo largo de los años sesenta, setenta y ochenta. Algo de lo que no era consciente hasta este momento por puro desconocimiento de esta obra, digamos menor, de su director.
ResponderEliminarTambién es cierto que a la película se le pueden ver perfectamente las costuras y achacar múltiples defectos desde diversos puntos de vista, pero en fin, lo que me interesa destacar es la explosión de sensaciones extrañas y ambivalentes que me ha producido gracias a su ritmo agotador, excesivo, caótico e irregular pero que me engancha como espectador y acierta jugando todo el tiempo al filo del desastre total y al descarrilamiento. Y lo consigue milagrosamente reuniendo un elenco de actores increíble de todas las épocas de principios de los sesenta, sujetos y entregados con fervor como verdaderos posesos a un guion loco, a veces forzado y claramente repetitivo en determinadas escenas y gags. Algunas escenas son verdaderamente hilarantes e ingeniosas dentro del caos, como la del taxista negro cuando sale despedido de la grúa de los bomberos y cae en los brazos paternales de la estatua de Abrahan Lincolm, por poner algún ejemplo. O algunos espléndidos cameos, como el de Jerry Lewis que arrolla a propósito con su coche el sombrero del poli, interpretado por Spencer Tracy, caído en medio de la calle.
Para finalizar confieso que me declaro fan incondicional del personaje de la suegra, la espléndida señora Marcus, interpretado maravillosamente por la actriz Ethel Merman, que sinceramente creo que se los come a todos robando cada escena en que aparece, hasta el punto de que no hago más que desear durante toda la película a que ella intervenga. Por lo que creo que ese final tremendamente injusto, con el mismo tufillo misógino que sobrevuela a lo largo de toda la película con ella como diana principal, en el que todos los personajes masculinos heridos y dolientes en el hospital se ríen cruelmente del tortazo que se da ella al resbalar con la cáscara de plátano al entrar en la habitación, no es más que una metáfora de la inoperancia masculina en muchos aspectos como forma de venganza.
La desmesura que se apodera de la película en diversos momentos y la supresión en la sala de montaje de algunas escenas tras la preceptiva preview, sin duda fueron también la causa de que la hilazón de esa trama (ya muy difícil de articular con fluidez) se entrecorte y desparrame haciendo más evidentes esas “costuras” a las que te refieres, causando en el espectador la sensación de una evidente falta de estructura narrativa.
EliminarEn cuanto a la presencia de la impar Ethel Merman, de la que confieso haber visto solo cuatro películas (LLÁMEME SEÑORA, LUCES DE CANDILEJAS, EL ARTE DE AMAR y esta que comentamos) resulta decisiva para ese discurso que venía a poner cruelmente en evidencia el matriarcado al que estaba sometido el idiotizado “macho” americano de aquellos momentos. Curiosamente, entre la amplia galería de personajes, el incorporado por Dorothy Provine es el único que en cierta medida se despega de la locura colectiva y observa con un punto de lucidez y distanciamiento el abominable comportamiento de sus congéneres.
Un saludo.
Tuve la suerte y la edad de poder ver esta película en el cine con su espectacular cinemascope y sus ricos colores. Creo que nunca llegué a enamorarme tanto de California, más que leyendo a Ross McDonald y Raymond Chandler, pero esto es otra historia. Como bien dices al final, es algo desmesurada y le sobra algo de metraje pero lo que no le he perdonado nunca al bueno de Kramer es que quiso introducir a las estrellas más grandes del cine cómico y relegó a un papel insultante al gran Buster Keaton, el más grande de todos que aparece empujando un taxi y apenas nos deja saborear su prsencia. En fin, de “El mundo está...” me gustan incluso los títulos de crédito tan de los cincuenta/sesenta. Es una lástima que ahora las películas empiezan de sopetón y dejan los títulos para el final para no impacientar al público contemporáneo. Spielberg homenajeó este arte en “Atrápame si puedes”. Te cuento todo esto porque a mí me gusta ver, según en qué películas, este tipo de créditos. ¿Qué sería de las películas de James Bond sin sus inicios?
ResponderEliminarUn cordial saludo.
Recuerdo que EL MUNDO ESTÁ LOCO... fue la primera película presentada con la marca Cinerama de proyección con una sola cámara (en lugar de las tres clásicas) evitando así aquellas visibles junturas sobre la pantalla cóncava. Pero en realidad, su rodaje se realizó con un sistema, el Ultra Panavision 70, que mejoraba todos los anteriores.
EliminarEl pobre Buster Keaton, a partir de la llegada del sonoro, fue habitualmente ninguneado, siempre eclipsado por la legendaria fama de Chaplin que le infrautilizó en su CANDILEJAS (se dice que eliminó en el montaje de aquella película una secuencia entera de Keaton temiendo que le hiciera sombra).
En cuanto a los créditos de la peli de Kramer, fueron diseñados por el gran Saul Bass que trabajaba habitualmente para Hitchcock y Preminger. Solían ser originales e impresionantes (¿recuerdas los de VERTIGO?). Este genio tuvo un "discípulo" casi a la altura de su maestro; me refiero a Maurice Binder que fue quien diseñó todos los de la saga Bond, hasta que murió, y también de varias comedias de Stanley Donen y Blake Edwards. Efectivamente, la rapidez y la impaciencia, están desterrando de las películas actuales estas pequeñas piezas que solían sintetizar lo que íbamos a ver, o nos ponían en guardia.
Saludos.
Hola Teo!
ResponderEliminarEl cine esta ligado a nuestra memoria, por alguna extraña razón podemos recordar con todo lujo de detalles el día que fuimos a ver una determinada película, a esta le tengo un especial cariño. Me gustan esos planos al volante, pocas veces he visto en pantalla tantos y tan variados.
Saludos!
Es cierto. En el caso de algunas películas, nuestra niñez tiene jalones imborrables que permanecen anclados en la memoria asociados a momentos concretos de nuestra "educación" cinematográfica (y también sentimental).
EliminarUn saludo.