EL CABO DEL TERROR (Cape Fear)
(USA) Universal / Melville-Talbot, 1962. 106 min. BN.
Pr: Sy Bartlett. G: James R. Webb, basado en la novela "The Executioners" de John D. MacDonald. Ft: Sam Leavitt. Mt: George Tomasini. DA: Alexander Golitzen y Robert Boyle. Vest: Mary Wills. Ms: Bernard Herrmann. Dr: J. Lee Thompson.
Int: Gregory Peck, Robert Mitchum, Polly Bergen, Martin Balsam, Lori Martin, Jack Kruschen, Telly Savalas, Barrie Chase, Edward Platt, Paul Comi, John McKee, Will Wright, Joan Staley, Ward Ramsey.
SINOPSIS: Hasta una pequeña ciudad de Georgia llega un ex-convicto, psicópata rencoroso, que tratará de ajustarle las cuentas al abogado responsable de que él acabara en prisión y permaneciera encerrado durante ocho años. Para ello, iniciará un solapado asedio a la esposa e hija de este letrado como parte de un elaborado plan de venganza que llevará a cabo con fría meticulosidad.
COMENTARIO: Tras haber aprovechado las desavenencias de Alexander Mackendrick con el productor para usurparle la dirección de LOS CAÑONES DE NAVARONE, el director británico J. Lee Thompson , reclutado entonces por Hollywood y con un repentino toque de inspiración que no volvió a repetirse nunca más, remontó para la ocasión su proverbial mediocridad consiguiendo con EL CABO DEL TERROR una película que sin llegar a la genialidad (muy poco le faltó) contiene numerosos elementos de interés. Y esos aciertos de puesta en escena la han convertido con el paso del tiempo en uno de los clásicos del negro-negro al que con más frecuencia acudimos para comprobar -un poco incrédulos- que sí, que es tan buena como parece. Un ejemplo: la presentación del personaje de Max Cady (Mitchum) nos es dada en menos de dos minutos y sin necesidad de diálogos ni enfatismos; solo necesitan un par de panorámicas de Mitchum con sombrero blanco y guayabera cruzando con displicencia el centro urbano y penetrando en el edificio del Juzgado, cruzándose con una funcionaria a quien ni siquiera mira cuando su roce le tira los legajos y blandiendo un enorme habano en su boca. A partir de esos planos ya sabemos, en sabia síntesis, con quien nos vamos a enfrentar. Pero, además, entre los méritos que acumula la cinta de Thompson se cuentan un excelente guión de thriller con perfecta progresión hacia el terror, la astuta ocurrencia de acudir al montador y al músico habituales de Hitchcock y, sobre todo, la potente presencia de un Robert Mitchum que produce escalofríos y que se come crudo al pobre Gregory Peck (que tenía participación en la producción), recreando de manera genial un personaje muy similar al que incorporara siete años antes en la insólita y fascinante obra maestra de Charles Laughton, LA NOCHE DEL CAZADOR.
La pequeña Peggy (Lori Martin) sufriendo en plena calle una manifiesta sugerencia sexual por parte de Max Cady (Mitchum). Este escena fue suprimida en el montaje final.
Para acabar, un par de notas y una curiosidad: algunos planos que mostraban de manera explícita insinuaciones sexuales de Max Cady a la hija del abogado Bowden, una pequeña de 14 años, fueron en su día preventivamente eliminados del montaje tras una restringida preview.
En 1991, Martin Scorsese llevó a cabo un soberbio remake, que logró situarse, por momentos, a la altura de su modelo con una clara pretensión de superarlo a la hora de enturbiar atmósferas e inyectar complejidad al dibujo de los personajes. Entre la fascinación y el vértigo, la versión de Scorsese, cargada de sugerencias y simbología, navega hacia el corazón de un terror expiatorio en imágenes de impactante composición y montaje. Por otro lado, la escalofriante y excesiva composición de Robert de Niro no logra, sin embargo, superar la más relajada pero demoníaca del gran Mitchum.
Para este remake, considerándolo como un claro acierto, se utilizó la misma partitura que compuso Bernard Herrmann para la de Lee Thompson y también, en clave homenaje o guiño, podemos ver en pequeños papeles a los dos protagonistas del original, Peck y Mitchum.
Era muy difícil hacer una mala película teniendo en cuenta los elementos con los que contó el director, y además tenía a Mitchum. Si fallaba con todo eso hubiera sido merecedor de una condena de cárcel.
ResponderEliminarAh, pues no sabía que Alexander Mackendrick iba a dirigir "Los cañones de Navarone" ¡qué lástima!
Un saludo.
Ciertamente hubiera resultado imperdonable. Pero la historia del cine está jalonada de bodrios fabricados con los mejores materiales. Si repasamos la (amplia) filmografía de Lee Thompson (a mí, en su día, me gustó LA BAHÍA DEL TIGRE) debemos congratularnos de que en 1962 tuviera la capacidad o el golpe de inspiración para lograr el alto nivel que exhibe EL CABO DEL TERROR. Su asociación con Gregory Peck, al que ya había dirigido en LOS CAÑONES DE NAVARONE (1961), continuó extendiéndose en años siguientes con EL ORO DE McKENNA (1969) y LA SOMBRA DEL ZAR AMARILLO (The Chairman, 1969) ambas francamente malas.
EliminarUn saludo.
Personalmente me quedo con el remake de Scorsese que me parece muy superior, con más capas e interés. Como dices sorprende lo bien que le salió la película a J. Lee Thompson, ya que era un artesano que no acostumbraba a brillar. Buena muestra de cine negro de los 60.
ResponderEliminarBuena crítica.
Saludos.
A la hora de asumir el remake de una determinada película, sobre todo si el original ofrecía escasas posibilidades de ser mejorado, los responsables inevitableme nte se colocan en un pedestal desde el que se arrogan su presunta capacidad para hacerlo mejor mediante la introducción de elementos que “faltaban” en el modelo a remodelar. En mi opinión, solo Hitchcock con sus autoremakes logró (con creces) mejorar y enriquecer la versión primitiva. Basta comparar 39 ESCALONES con CON LA MUERTE EN LOS TALONES, o la segunda versión de EL HOMBRE QUE SABÍA DEMASIADO respecto a la primera. Los demás, hasta donde he podido comprobar, no lo han logrado pese al innegable interés de sus trabajos. Otro ejemplo de esto, quizás el más paradigmático, es la recargada versión de EL TREN DE LAS 3:10 realizada por James Mangold a la hora de confrontarla con el soberbio y emocionante western de Delmer Daves.
EliminarUn saludo.
Mitchum supera a De Niro con una interpretación mucho más sobria. Por otra parte, prefiero no entrar a valorar si es mejor el remake de Scorsese o el original de J. Lee Thompson; son dos películas en cierto modo complementarias. En cualquier caso, el italoamericano acierta llevando la trama a su terreno y ofreciendo una enésima versión de su particular discurso sobre la culpa y su penitencia.
ResponderEliminarSaludos.
Por un momento, imaginemos que EL CABO EL MIEDO de Scorsese fuera una película realizada sin la existencia de su predecesora. Probablemente estaríamos dispuestos a considerarla una obra maestra, o casi. Pero ahí está la de Lee Thompson que condiciona y modifica nuestra percepción de la otra al entrar en juego la insoslayable comparación.
EliminarUn saludo.
Yo prefiero la que comentas a la de Scorsese, sin negar su interés y su potencia. Como dices, Mitchum lo borda y Lee Thompson sufrió un ataque de genialidad, cosas del cine al ser un arte colectivo aunque el director sea el principal responsable.
ResponderEliminarUn abrazo, Teo.
Sí, de tarde en tarde suelen ocurrir estos “fenómenos”. Puede que en el insólito resultado de esta película pesara la confluencia de varios factores: el excelente guionista James R, Webb (APACHE, VERACRUZ, TRAPECIO, HORIZONTES DE GRANDEZA, LA CONQUISTA DEL OESTE), la fotografía de Sam Leavitt (ANATOMÍA DE UN ASESINATO, ÉXODO, TEMPESTAD SOBRE WASHINGTON, MAYOR DUNDEE), la tenebrosa partitura de Bernard Herrmann y el montaje de George Tomasini, ambos colaboradores habituales de Hitchcock. En definitiva, un abanico de bazas que funcionaron en la misma dirección.
EliminarUn abrazo.
Vi primero la versión con De Niro que me impresionó muchísimo y la encontré muy fuerte. La original la he visto después y por eso el argumento y los personajes ya no me impactaron tanto porque ya sabía de qué iba la cosa. Pero he de reconocer un aspecto que a mí me llega muy hondo y es mi debilidad por Robert Mitchum. ¡Qué tío! da miedo y atrae. Por eso no sé con qué versión quedarme.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es lo que tiene la televisión, que te da la oportunidad de descubrir (aunque tardíamente) pelis que se nos escaparon en su día. De ahí lo natural de que vieras primero la de Scorsese. De acuerdo con tu "femenina" apreciación del magnetismo de Mr. Mitchum. Su potencia en pantalla nos hacía olvidar que algunas películas en las que intervenía no merecían su presencia, de la que, en cualquier caso, se beneficiaban.
EliminarUn abrazo.
Totalmente de acuerdo con tu afirmación sobre la magnífica presentación del malvado (malvadísimo) Max Cady: un prodigio de eficacia cinematográfica. Mitchum, qué decir, lo vuelve a bordar como ya hiciera con su Reverendo Powell, otro memorable personaje siniestro. Aquí es un tipo que intenta colmar su ansia vengativa en una atmósfera de cine negro (el trabajo de Sam Leavitt es notable) bien llevada por tu no muy estimado (a lo que compruebo) J. Lee Thompson que da ritmo al asunto aunque ponga en solfa algunos trucos efectistas (y efectivos). La verdad es que la partitura de Herrmann es brillante, algo que por ser habitual no debe olvidarse y es uno de los elementos que hacen destacar el ambiente de suspense de la película. No obstante yo no la catalogaría de obra maestra ( y menos aún si hacemos referencia a posibles lecturas de "Ley del Talión") aunque sí de se trata de una buena película con evidentes aciertos que se ha convertido en un clásico. Pero bueno, opiniones... haberlas, haylas. En “La Noche del Cazador”, coincido nuevamente contigo, fantástica, hipnótica.
ResponderEliminarSaludos.
Creo que la tónica de las películas de J. Lee Thompson que yo conozco (algo más de una veintena) es la mediocridad. De competente factura muchas, sí, pero sin atisbos de genio u originalidad, hasta llegar a su etapa final con títulos absolutamente deleznables.
EliminarNo considero EL CABO DEL TERROR una obra maestra, hasta ahí me temo que no llegó la inspiración de Lee Thompson. Pero, indudablemente, por una excepcional alineación de planetas, es una muy buena película, siempre en opinión de quien esto escribe.
Un saludo.
Poco más que añadir a lo ya dicho por aquí. Ratificarme en que Robert Mitchum fue un excelente actor, con un talento natural en verdad impresionante. En mi caso he tenido fácil revisar la película porque poseo el blu-ray, y la lectura de este post me llevó a verla de nuevo ayer. Me sorprendí a mí misma porque sabiendo el argumento volví a sentir miedo cada vez que aparecía Mitchum en pantalla. En el remake de Scorsese recuerdo a un DeNiro excesivamente histriónico pero igualmente terrorífico. Pero de cualquier modo, me quedo con la clásica. Por cierto, el blanco y negro le sienta bien a esta historia.
ResponderEliminarSaludos!
Robert Mitchum fue uno de los grandes, no me cabe duda. Algunas películas que atesoramos en nuestra memoria y que adoramos, esas que no nos importa volver a ver una y otra vez, tienen un común denominador: Mitchum. Ahí están PERSEGUIDO, RETORNO AL PASADO, CARA DE ÁNGEL, LA NOCHE DEL CAZADOR, SÓLO DIOS LO SABE, o la que ahora nos ocupa.
EliminarDe acuerdo con lo del blanco y negro, sin olvidarnos de la excelente (y espeluznante) banda sonora de Bernard Herrmann.
Un saludo.
Exactamente me pasa como a Annabel: primero vi la de Robert de Niro que me dejó alucinada y posteriormente vi la de Mitchum. Francamente las dos versiones me gustan pero hay que situar cada una en su tiempo, y el blanco y negro también hace lo suyo. Sobre los actores me pasa igual, me gusta la composición de Mitchum como tú bien dices más relajada, menos histriónica, pero Robert de Niro creo que está que se sale... los dos producen miedo y al mismo tiempo atraen. Respecto a los actores secundarios recuerdo más a Jessica Lange y a Nick Nolte que a los de la versión primera. Como decía, creo que ambos films son magnificas lecciones de cine, por lo que me siento incapaz de resaltar uno sobre el otro.
ResponderEliminarUn abrazo.
Las dos versiones son muy buenas, qué duda cabe, y si hablamos tanto de Robert Mitchum como de Robert De Niro (por cierto, como dato, además de en el remake de Scorsese, también habían coincidido en EL ÚLTIMO MAGNATE de Elia Kazan), estamos ante dos monstruos capaces de seducir y raptar al espectador con su original talento. Solo que a De Niro se le notan mucho los mecanismos, los esfuerzos de composición, la "construcción", en suma, de sus personajes si le comparamos con el otro. En cambio, Mitchum, sin método, sin aparente esfuerzo, llenaba la pantalla y sus personajes nos llegaban con fuerza sin que fuéramos conscientes del trabajo que sin duda había detrás. Era una cualidad natural, esa aparente economía gestual (unida a la sabia utilización de su físico) que poseían unos pocos, Henry Fonda y James Mason, por ejemplo.
EliminarUn abrazo.
Pues, sí, es posible que tengas razón especialmente en lo que se refiere a Robert Mitchum. Esa manera de desplazarse, de mirar, de moverse como si todo a su alrededor careciera de importancia para él... En fin, que nunca su estilo displicente, cuando hacía de mala persona, resultó tan poco tranquilizador.
Eliminar¡Cierto! Estaban juntos en la peli de Kazan, aunque ahí Mitchum fue relegado a un papel secundario a pesar de haber sido el protagonista un año antes de la formidable “Adiós, muñeca”, donde interpretaba a un Philip Marlowe de vuelta de todo.
Creo que a los miembros de una familia tan jodidamente perfecta, tan armoniosa y tan pringosamente feliz, no le viene nada mal que un tipo tan peligroso y desestabilizador les meta mano durante un tiempo para que se enteren de lo que cuesta un peine. Ese "desvirgamiento" que sufren sin duda les descubrirá que el mundo real es malo, muy malo y su sabiduría aumentará.
ResponderEliminarUn saludo.
Es un punto de vista muy interesante. Un tanto perverso, pero muy interesante. Como tú, Fernando, creo que la seguridad en este mundo malvado es puramente ilusoria. Mira, hasta me has animado a ver esta película una vez más y hacerlo desde otras premisas. ¡Caray, todo encaja!
EliminarUn saludo.
Una buena película que llevaba mucho tiempo sin ver y la tenía un poco olvidada en mi memoria hasta hoy, que la he vuelto a ver. Sin embargo, existen algunas cosas en ella que me impiden otorgarle una mayor valoración. Para empezar, contiene dos o tres fallos de racord que me sacan totalmente del film. En segundo lugar, pese a contar con el gran Bernard Hermann, el empleo de la música en algunos momentos medianamente tranquilos subraya en demasía el carácter del film (un fallo, según mi apreciación, que también posee la admirable “¿Qué fue de Baby Jane?”). Y, en último lugar, un error que no es de la película sino mío: haberla visto después de “Psicosis”. Irremediablemente para mí, y banda sonora aparte, en muchos momentos “El cabo del terror” me retrotrae a la inmortal película de Hitchcock, no puedo evitarlo y rabia que me da.
ResponderEliminarNo obstante, la película está plagada de aciertos; plasma con brillantez la ineficacia e incapacidad del sistema policial y judicial de proteger al ciudadano, además de reflejar de modo excelente la situación de vulnerabilidad del mismo. Por otra parte, el blanco y negro le sienta de maravilla a esta historia y consigue crear una atmósfera verdaderamente opresiva, es más, a mí personalmente me inquieta más esa atmósfera que el propio Mitchum, que aunque intimida no termina de resultarme amenazante del todo, quizás por la manifestación de sus intenciones desde el principio. Y aquí, lamentable e injustamente, vuelvo a pensar en Hitchcock y, por ende, en Perkins que con su carita de niño bueno resulta ser más inquietante.
De cualquier forma, “El cabo del terror” resulta ser un film que, sin llegar a ser redondo, a mí me parece hasta cierto punto impactante. Del mediocre remake, a mí me lo parece, lo único salvable para una servidora son las interpretaciones de Nolte, Lange y Lewis (De Niro, pasadísimo de rosca, no deja de ser una caricatura de sí mismo). Siento ser así de dura, pero de alguien como Scorsese, con películas mucho mejores, ha de exigírsele más.
Abrazos!
No existe tal "error" tuyo ya que PSICOSIS es anterior a CAPE FEAR y por tanto es lógico, respetando la cronología, ver después la de Lee Thompson. Más allá del dato no pillo esa conexión que estableces entre ambos títulos. Cierto que la de Hitch fue seminal en cuanto a la creación de mecanismos y efectos para la consecución de suspense y terror y la película que nos ocupa es voluntariamente muy hitchcockiana, como ya apuntaba en mi post.
EliminarRespecto a la utilización de la música de Herrmannn es posible que estés en lo cierto. A veces, con razón o sin ella, los responsables no se fían demasiado de la fuerza de las imágenes de una película y procuran "reforzarlas" con un excesivo protagonismo de la música. Y efectivamente, a la granguiñolesca y expresionista película de Aldrich en algunos momentos no le hacían falta esos brochazos musicales creados por Frank De Vol.
Suscribo lo del espesor de la atmósfera creada merced a una excelente y tenebrista fotografía en blanco y negro, aunque yo no lo desligaría de la fisicista composición de Mitchum, una amenaza latente o presencial, según qué momento de la película. La labor de este actor creo que supera la de De Niro sin tener que recurrir a la artificiosidad y al recargue de tintas. En cualquier caso, el handicap de la de Scorsese (siendo una buena película) es su subsidiaria existencia (¡hasta utilizó el mismo score de Herrmann y los cameos de Mitchum y Peck!).
Un abrazo.