LA MISTERIOSA DAMA DE NEGRO (The Notorious Landlady)

(USA) Columbia / Kohlmar / Quine, 1962. 127 min. BN.

Pr: Fred Kohlmar. G: Larry Gelbart y Blake Edwards, basado en una historia de Margery Sharp. Ft: Arthur E. Arling. Mt: Charles Nelson. DA: Cary Odell. Vest: Kim Novak (sus modelos) y Gordon T. Dawson. Ms: George Duning. Dr: Richard Quine.

Int: Kim Novak, Jack Lemmon, Fred Astaire, Lionel Jeffries, Estelle Winwood, Maxwell Reed, Henry Daniell, Richard Peel, Philippa Bevans, Doris Lloyd, Ronald Long.











SINOPSIS:
Un diplomático americano que acaba de ser destinado en Londres, busca alojamiento en la ciudad y respondiendo a un anuncio en el periódico, alquila una planta de una céntrica mansión ignorando que su atractiva dueña es sospechosa de haber matado a su marido. Después de algunos lances misteriosos, el diplomático, enamorado ya de su casera, hará lo posible por ayudar a aclarar la situación, lo que le complicará la vida.










Tras haber dado las instrucciones pertinentes, Richard Quine, sentado entre Jack Lemmon y Kim Novak, examina con serena atención cómo interpretan la escena. Podemos observar que en ese momento dirige la mirada a su amada actriz.

COMENTARIO:
Siempre que tengo un pretexto, incluso cuando no lo tengo, no me resisto y lo hago. Sirva pues ahora este breve y afectivo acercamiento a LA MISTERIOSA DAMA DE NEGRO como otro tardío granito de arena que aporto para la reivindicación de Richard Quine como algo más que un mero seguidor del estilo y tendencias artísticas de Stanley Donen y Vincente Minnelli. Toda la elegancia y exquisito talento de Quine para la comedia volvían a dejarse notar gozosamente en esta película que es falso thriller, verdadera historia de amor y, como decía, comedia y slapstick y también musical merced a la armónica conjugación de los movimientos de cámara –con abundantes desplazamientos, planos largos y grúas– e intérpretes (afortunada y evocadora utilización de Fred Astaire), entendiendo esto en el mismo sentido en que CHARADA de Donen deviene un “musical” sin la necesidad de incluir canciones o números musicales.

Richard Quine, en la forma aparentemente libre de dirigir a sus actores, consigue mediante sutiles coreografías en el interior del plano que los sujetos que encarnan nos lleguen menos encorsetados en las reglas del juego y por lo tanto más cercanos y cálidamente humanos, más amorosamente dibujados, aprovechando siempre que puede –digamos– su “historial” (disfrutamos de Novak, Lemmon y Astaire porque “representan” lo que ellos mismos, en su trayectoria, significan para nosotros, muy probablemente siguiendo las intenciones de Quine). Por ejemplo: la utilización de Fred Astaire viene dada por lo que este actor y bailarín representa en nuestra memoria; así, cuando le vemos dirigiéndose a su despacho caminando por el pasillo de la Embajada, combinando de manera sincopada los movimientos de todo su cuerpo, estamos asistiendo a un momento musical.

En suma, estamos ante una deliciosa cinta que aplica los mecanismos del suspense y sus tópicos, en este caso un Londres muy típico de las intrigas con asesinato, solo como excusa para dinamitar su función en beneficio de los personajes y también como oportunidad para acudir a juguetonas referencias hitchcockianas, ejecutando algunos pequeños guiños a VERTIGO. De repente, en una inesperada escena acentuadamente lúgubre, Lemmon descubre en mitad de la noche a Kim Novak en una estancia con cortinajes, velas y candelabros, tocando el armonio como si fuera una fantasmagórica aparición de Carlotta Valdés.

Pese a la discutible decisión de haber sido rodada en blanco y negro, estamos ante un trabajo en verdad inspirado a cargo del autor de ME ENAMORÉ DE UNA BRUJA sin duda en su mejor momento. Inmediatamente antes había rodado la que considero su película más importante, UN EXTRAÑO EN MI VIDA, y después de la que ahora nos ocupa aún haría tres comedias memorables. Luego, el declive, la oscuridad, el olvido y un disparo. 

CANTANDO BAJO LA LLUVIA (Singin' in the Rain)

(USA) Loew's / MGM, 1952. 102 min. Color.

Pr: Arthur Freed. G: Adolph Green y Betty Comden. Ft: Harold Rosson. Mt: Adrienne Fazan. DA: Cedric Gibbons y Randall Duell. Vest: Walter Plunkett. Ms: Nacio Herb Brown y Roger Edens. Can: Arthur Freed, Betty Comden, Adolph Green, Al Hoffman y Al Goodhart. Cor y Dr: Stanley Donen y Gene Kelly.

Int: Gene Kelly, Donald O'Connor, Debbie Reynolds, Jean Hagen, Millard Mitchell, Cyd Charisse, Rita Moreno, Douglas Fowley, Dawn Adams, King Donovan, Kathleen Freeman, Madge Blake, Tommy Farrell, Mae Clarke, Elaine Stewart, Lance Fuller.












SINOPSIS: En el convulsionado Hollywood de 1928, cuando hacía su aparición el cine sonoro, unos imaginarios estudios llamados Monumental Pictures se ven lanzados a una desesperada carrera contra reloj para reconvertir su última película muda en una película hablada y llegar a tiempo para la anunciada fecha de estreno. Un actor, una corista y un músico, amigos inseparables, harán lo imposible por conseguirlo.











Esas lágrimas de Kathy Selden (Debbie Reynolds) pronto desaparecerán de sus emocionados ojos cuando su amado Don Lockwood (Gene Kelly) la descubre ante el gran público como una prometedora estrella.

COMENTARIO:
UN DÍA EN NUEVA YORK (1949), CANTANDO BAJO LA LLUVIA (1952) y SIEMPRE HACE BUEN TIEMPO (1955), las tres fructíferas colaboraciones de Stanley Donen con Gene Kelly en el terreno del musical, sin duda representaron una renovación del género que lo oxigenó, vivificándolo. Desde comienzos del sonoro y hasta ese momento, el grueso de los musicales que se hacían en Hollywood se atenía a unas estructuras casi fijas en las que la inclusión de los números bailados o cantados se incrustaban en la trama con el cómodo pretexto de que los protagonistas fueran cantantes, bailarines, compositores o coreógrafos. Pero en el año 1949, el primero de aquellos tres films producto de ese binomio perfecto rompía los corsés y el artificio de fastuosos decorados y ambientes sofisticados y mostraba con espontaneidad a tres marinos de permiso cantando y bailando en las verdaderas calles de Nueva York.

En esta concepción del musical desaparecían esas rupturas expresivas entre el comportamiento “normal” y las incrustaciones musicales que aquí ya no son tales incrustaciones porque ahora -dentro de la atmósfera de la película- están perfectamente integradas en el guión y cumplen una función narrativa de manera que a nosotros nos parece natural, evitando así precisamente no sólo que destruyan esa narración, sino que la hacen progresar. En cualquier caso, la más brillante demostración de talento y sensibilidad para el género, el más alto grado de perfección alcanzado, sólo se dio en los tres títulos que Stanley Donen realizó junto a Gene Kelly.

CANTANDO BAJO LA LLUVIA, posiblemente el mejor musical de la historia del cine, constituye tanto una reflexión sobre el género en el que se inscribe (por ejemplo, critica con buen humor los estilos precedentes en el número “Beautiful Girl”) como también una crónica del traumático paso del cine mudo al sonoro que engloba un recuerdo sentimental y cariñoso homenaje a la época heroica de Hollywood y los hombres que hicieron posible la evolución de este arte industrial. La película es asimismo un deslumbrante espectáculo, explosión de ritmo, vitalidad y contagiosa alegría de vivir. Sensaciones que nos son transmitidas a través de una cámara que se torna natural o -según el momento- maravillosamente alada porque participa de los sentimientos y emociones de los personajes, y con ellos se enamora, baila, canta y evoluciona. El resultado es tan sensorial y se disfruta tan intensamente que se resiste a ser descrito con palabras sin correr el riesgo de traicionar y simplificar su contagiosa vitalidad. Supongo que la solución más adecuada y recomendable para “comprender” plenamente CANTANDO BAJO LA LLUVIA es verla (cuantas más veces, mejor).

Por otro lado, el título que comentamos como los otros dos, son películas de concepción tan libre, festiva y luminosa, tan innovadoras, que se oponían a las convenciones realistas imperantes en el cine considerado “serio” que se hacía entonces, saltándose los estrechos márgenes del naturalismo para ofrecernos un universo estilizado que nos seducía en la butaca hasta el punto de sentir la necesidad a duras penas reprimible de cantar y bailar a la salida del cine como algo perfectamente lógico en virtud de las emociones inoculadas desde la pantalla. 

CIUDADANO KANE (Citizen Kane)

(USA) RKO / Mercury, 1940-41. 120 min. BN.

Pr Ej: George J. Schaefer. G: Herman J. Mankiewicz y Orson Welles (con la colaboración de John Houseman y Joseph Cotten). Ft: Gregg Tolan. Mt: Robert Wise y Mark Robson. DA: Van Nest Polglase y Perry Ferguson. Vest: Edward Stevenson. EE: Veron L. Walker. Ms: Bernard Herrmann. Pr y Dr: Orson Welles.

Int: Orson Welles, Joseph Cotten, Dorothy Comingore, Everett Sloane, Agnes Moorehead, Ruth Warrick, Ray Collins, Paul Stewart, Erskine Sandford, George Coulouris, William Alland, Harry Shannon, Fortunio Bonanova, Gus Schilling, Philip Van Zandt, Charles Bennett, Sonny Bupp, Joan Blair, Edith Evanson, Nat King Cole, Richard Barr, Walter Sande, Arthur O'Connell, Alan Ladd (periodista con pipa en secuencia final).










SINOPSIS:
A la muerte de un magnate de la prensa inmensamente rico e influyente en el pasado, un periodista intentará reconstruir su vida y las zonas oscuras de su persona, entrevistando a los que le conocieron en un intento por averiguar el sentido de la enigmática última palabra que el difunto pronunció justo antes de morir: Rosebud.











Un final que es el comienzo: una bola de cristal con una casita nevada en su interior rueda de la mano de un moribundo Charles Foster Kane.

COMENTARIO:
Título que siempre figura y en ocasiones encabeza las múltiples listas y selecciones más o menos oficiales que en el mundo se han hecho de las "mejores películas de todos los tiempos" (en la penúltima última encuesta realizada por la revista "Sight and Sound", la del año 2012, por muy pocos votos de diferencia, fue desplazada del primer puesto por VERTIGO).

Efectivamente, se trata de un film que en el momento de su realización rompió casi todos los esquemas establecidos por la industria de Hollywood para la "fabricación" de un producto. Así, desde el diseño y construcción de decorados con techo, iluminación, angulaciones y movimientos de cámara de contundente eficacia narrativa, (pero en aquellos momentos fuera de la gramática imperante), un audaz e inteligentísimo montaje, la sabia utilización de la profundidad de campo para mostrar a varios personajes en diferentes términos respecto a la cámara, todos enfocados, creando así una composición en la que esos personajes se definen no tanto a través de lo que dicen y hacen como por su situación en el plano, hasta el alcance, en fin, de la historia que contaba (para cuyo personaje central, Welles se inspiró en el magnate William Randolph Hearst), hicieron de esta película una obra maestra que revolucionó el lenguaje cinematográfico, aportando nuevas soluciones expresivas o utilizando las ya existentes con un enfatismo noqueante.

Desde David Wark Griffith y algunos trabajos de Hitchcock, el cine no había avanzado tanto hasta que en 1939, un joven de veinticuatro años llegó a Hollywood desde la costa Este con el único bagaje de algunas aventuras teatrales vanguardistas, una histórica emisión radiofónica sobre "La guerra de los mundos" y un apabullante talento que tras la experiencia de CIUDADANO KANE jamás volverían a dejar brotar libremente. 

LA MISTERIOSA DAMA DE NEGRO (The Notorious Landlady) (USA) Columbia / Kohlmar / Quine, 1962. 127 min. BN. Pr:  Fred Kohlmar. G:  Larry Gelb...