RÍO CONCHOS (Rio Conchos)
(USA) 20th Century-Fox, 1964. 107 min. Color. Panavision.
Pr: David Weisbart. G: Joseph Landon y Clair Huffaker, basado en la novela del segundo. Ft: Joe MacDonald. Mt: Joseph Silver. DA: Jack Martin Smith y William Creber. Ms: Jerry Goldsmith. Dr: Gordon Douglas.
Int: Richard Boone, Stuart Whitman, Anthony Franciosa, Edmond O’Brien, Jim Brown, Wende Wagner, Warner Anderson, Rodolfo Acosta, Barry Kelley, Timothy Carey, Kevin Hagen, Vito Scotti, House Peters Jr., Mickey Simpson.
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El mayor James Lassiter (Richard Boone), amargado por el asesinato de su familia a manos de los apaches, calma su resentimiento masacrando indios. |
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Su soledad es interrumpida por miembros del ejército que le obligan a acompañarlos. |
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Este es el capitán Haven (Stuart Whitman) escuchando la propuesta de su superior. |
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El coronel Wagner (Warner Anderson), saltándose los protocolos castrenses encomienda a Lassiter y al capitán Haven una misión encubierta con aspectos inquietantes. |
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El mejicano Rodríguez (Anthony Franciosa) esperan su celda ser ajusticiado a la mañana siguiente). |
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Lassiter y Rodríguez intiman en esa celda y el primero piensa en él para formar parte del grupo que ha de llevar a cabo esa misión. La oferta le viene al pelo a Rodríguez. |
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El sargento negro Franklyn (Jim Brown) completa el extraño cuarteto que tratará de llevar a buen término un encargo cuajado de riesgos. |
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Haven tendrá que desprenderse de su uniforme para hacerse pasar por traficante de armas. |
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Aflora el resentimiento de Lassiter hacia los indios. |
SINOPSIS: Un antiguo oficial sudista, solitario y amargado desde que los apaches torturaran y asesinaran a su familia, vive entregado a una cruzada personal de exterminio de estos indios. Detenido por el ejército, le ofrecen la posibilidad de eludir la prisión si acepta colaborar en una peligrosa misión que consiste en adentrarse él y tres hombres en territorio de México siguiendo la pista de dos mil rifles robados. Acepta a regañadientes.
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En un momento dado, tendrán que hacerse cargo de una muchacha india (Wende Wagner) a la que el vengativo Lassiter, en un primer momento, querrá matar. |
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A lo largo del recorrido, las tensiones en el grupo se mantienen. |
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Están a punto de cruzar el río para internarse en territorio mejicano. |
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El pragmático Rodríguez aprovechando un receso para pasar un buen rato. |
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Franklyn templa sus nervios y procura mantener la calma ante la ofensiva actitud de Lassiter. |
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Haven calibrando las posibilidades de una situación sin aparente salida. |
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Entre disensiones y encerronas, las cosas acabarán poniéndose muy difíciles para nuestros hombres. |
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A estas alturas, hemos comprendido que Rodríguez, pese a su forzada simpatía, no es trigo limpio. |
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En el corazón de esa enrarecida aventura, el enajenado coronel sudista Theron Pardee (Edmond O'Brien) muestra su "imperio" a Haven. |
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Ajeno a la realidad, Pardee contempla su obra sin concebir que se sostiene sobre unos cimientos muy frágiles a punto de ser socavados. |
COMENTARIO: El hoy casi olvidado Gordon Douglas nunca fue muy valorado, tal vez porque como disciplinado artesano que abordó todos los géneros, en su filmografía abundan los encargos de anodina resolución. Pero aún quedamos algunos de la vieja guardia para intentar demostrar que esa consideración generalizada sobre el trabajo de Douglas resulta epidérmica y descuidada a la luz de algunas obras suyas.Repasando su extensa filmografía que supera los setenta títulos, de la que yo sólo he podido ver una treintena, encuentro por lo menos una docena de películas realmente notables (SOLO EL VALIENTE, CORAZÓN DE HIELO, LA NOVIA DE ACERO, LA HUMANIDAD EN PELIGRO, SIEMPRE TÚ Y YO, EMBOSCADA, QUINCE BALAS, CHUKA, EL DETECTIVE); y la que ahora nos ocupa, RIO CONCHOS, es considerada por quien esto escribe, sin dudarlo, su mejor trabajo.
El film se abre con una lúgubre secuencia de violencia seca y expeditiva presidida por el viento y el polvo del desierto, seguida de otra que enlaza con la anterior y sobre la que van los títulos de crédito en la que los personajes van apareciendo como fantasmas silenciosos. Estamos ante un western de vigorosa factura, árido, sombrío, cargado de acción y de tensión, que aprovecha los elementos que le ofrecía un excelente guión de evidentes concomitancias con “El corazón de las tinieblas” de Joseph Conrad (esto pude percibirlo años después, cuando leí la novela del polaco) para dibujar en toda su complejidad y riqueza unos personajes doloridos, violentos, contradictorios, románticos a su manera, tocados por la locura (ese iluminado coronel sudista que ignora la derrota del Sur en la Guerra de Secesión y pretende “reconstruir” el paraiso perdido en un anacrónico, fantasmagórico escenario), no exentos, en cualquier caso, de esa grandeza moral que emerge finalmente sobre la violencia y la deslealtad, únicamente hallable en las figuras que han venido adornando los grandes ejemplos del género.
Por lo expuesto, no resulta arriesgado apostar por Richard Brooks y Sam Peckinpah como seguros admiradores de RÍO CONCHOS cuando a continuación rodaron LOS PROFESIONALES (1966) y GRUPO SALVAJE (1968) respectivamente, trabajos claramente emparentables con el soberbio western de Gordon Douglas objeto de este comentario. Incluso, como apuntaba más arriba, ese coronel Theron Pardee que incorpora Edmond O’Brien y el Kurtz de Marlon Brando en APOCALYPSE NOW resultan personajes correspondientes. Es probable que Coppola viera RÍO CONCHOS más de una vez antes de emprender la alucinada aventura conradiana. Como también es probable que el guionista Joseph Landon, ayudado por Clair Huffaker, se inspirara en el Ethan Edwards de CENTAUROS DEL DESIERTO para construir el personaje de Lassiter (Richard Boone) a partir de la insignificante novela de Huffaker (editada en España como novelita de bolsillo con una horripilante traducción al castellano).
En fin, podemos seguir saltando de rama en rama en el árbol genealógico de RÍO CONCHOS pero eso nos apartaría del tema, y el tema -apasionante- se llama RÍO CONCHOS, uno de los mejores westerns que he visto en mi vida, flagrante demostración de que, oscurecidos por la enorme sombra proyectada por maestros como Ford y Hawks, se encontraban en esa “segunda fila” realizadores capaces de parir hermosas criaturas, menos publicitadas pero que, investidas de los mismos méritos, podían codearse con los grandes títulos que configuraron el género más cinematográfico. Y el más hermoso.