EL CREPÚSCULO DE LOS DIOSES (Sunset Boulevard)
(USA) Paramount, 1950. 111 min. BN.
Pr: Charles Brackett. G: Charles Brackett, Billy Wilder y D.M. Marshman Jr., basado en el relato "A Can of Beans" de Brackett y Wilder. Ft: John F. Seitz. Mt: Arthur Schmidt y Doane Harrison. DA: Hans Dreier y John Meehan. Vest: Edith Head. Ms: Franz Waxman. Dr: Billy Wilder.
Int: Gloria Swanson, William Holden, Erich Von Stroheim, Nancy Olson, Fred Clark, Cecil B. DeMille, Jack Webb, Lloyd Gough, Hedda Hopper, Buster Keaton, Anna Q. Nilsson, H.B. Warner.
SINOPSIS: Una olvidada estrella de la etapa del cine mudo vive atrincherada junto a su fiel mayordomo (en otro tiempo, su esposo y director de sus películas) en una decadente mansión de Sunset Boulevard y, ajena a la evolución que ha experimentado el cine, sueña con un glorioso retorno a la pantalla. Huyendo de los acreedores, un guionista sin trabajo se refugia casualmente en su casa y ella le toma como protegido, situación que él acepta momentaneamente.
COMENTARIO: La consecuente acidez que destila una visión pesimista de la condición humana es algo inherente a la trayectoria de Billy Wilder (reconozcamos que razones nunca le faltaron) y esa incisiva mirada sobre el detritus moral de una sociedad cruel, hipócrita y corrupta es la que ha marcado y definido su cine (con el humor como excipiente para sus demoledoras comedias). Esta corrosiva forma de sacudir conciencias solo pareció atemperarse en dos o tres obras de madurez de las que brota del fondo hasta emerger un ocultado romanticismo (LA VIDA PRIVADA DE SHERLOCK HOLMES, AVANTI, FEDORA) para de nuevo volver por sus fueros con esa agresiva coda que representan PRIMERA PLANA y AQUÍ UN AMIGO. Luego, como si la vida le diera amargamente la razón, un prematuro e inmerecido destierro profesional sin consideración ni agradecimiento.
EL CREPÚSCULO DE LOS DIOSES es una despiadada intromisión con las tintas bien recargadas en el universo de los que fueron desplazados por la rueda evolutiva de la industria de Hollywood, que en esta ocasión adoptaba las barrocas formas de un melodrama sombrío con elementos de cine negro e incluso invadiendo, por momentos, el terreno del género de terror (el aspecto gótico de la decrépita mansión de Norma Desmond y esa macabra ceremonia del entierro a medianoche de un mono). Wilder no dudó en hacer feroces referencias a la realidad de alguno de sus protagonistas y por otro lado ideó audacias narrativas como la de esa genial boutade de que fuera el cadáver que flota en la piscina en el arranque de la película quien aporte la voz en off que nos relata toda la historia.
Aludiendo al reparto, además de un formidable William Holden -al que Wilder utilizó en tres películas más y se convertiría en su actor más apreciado- incorporando a ese joven guionista sin fondos metido en un atolladero, tenemos a una sublime y a la vez escalofriante Gloria Swanson que, no obstante, era tercer plato tras la negativa a interpretar a la protagonista de Mae West y Pola Negri. Sin embargo, su elección benefició a la película dotándola de un adicional interés que Wilder aprovechó para interconectar a la actriz con su personaje. Como claro ejemplo, ahí está la secuencia en que Norma revisa una de sus viejas películas en su sala de proyección y comprobamos que se trata de QUEEN KELLY (1928) protagonizada por la propia Gloria Swanson y dirigida por Erich von Stroheim, que aquí interpreta al protector mayordomo de Norma y el encargado de manejar el proyector. Pero a Wilder no le temblaba la mano sajando con el bisturí y también tenemos otros sádicos momentos en EL CREPÚSCULO DE LOS DIOSES, ese en el que aparece Cecil B. DeMille interpretándose a sí mismo en el plató donde rueda SANSÓN Y DALILA, recibiendo la inesperada y embarazosa visita de una ilusionada Norma Desmond motivada por un cruel malentendido, o aquel otro, muy breve, que nos muestra en la mansión de Norma a Gloria Swanson, Buster Keaton, Anna Q. Nilsson y H.B. Warner, viejas glorias de la etapa del mudo con aspecto momificado, sentados en torno a una mesa jugando al bridge en la penumbra.
Lo cierto es que nuestro Billy Wilder, arriesgando bastante, quiso retratar en esta película un universo trágico y coherentemente lo hizo sin la menor misericordia. En cualquier caso, de lo expuesto en mi comentario se desprende que estamos ante una de las incuestionables obras cumbre del cine, o a mí me lo parece.
Y no olvidemos el final, con Gloria Swanson bajando por las escaleras de la mansión, rodeada de policías, protagonizando por fin la película que sólo existe en su mente.
ResponderEliminarSaludos.
En efecto, uno de esos momentos cumbre que nos ha dado la Historia del cine. Ese descenso de Norma Desmond por la escalinata entre policías y periodistas, iluminada por focos y flashes, con su mayordomo dirigiendo el plano y el crescendo musical de Franz Waxman, resulta arrasador y nos sigue poniendo la piel de gallina por muchas veces que revisemos la película y lleguemos a ese sublime cierre.
EliminarUn saludo.
No creo inventar la rueda si afirmo que Billy Wilder acumula el mayor número de obras maestras proporcional a su filmografía. En sus películas, fueran comedias o dramas, diseccionaba a la sociedad de su época con un bisturí muy preciso y afilado dejando al descubierto sus pecados y miserias. A veces lo hacía entre carcajadas y otras, como en “El crepúsculo de los dioses” impresionándonos con acusados tintes negros.
ResponderEliminarSaludos!
Vocación crítica impulsada por la lucidez. Y eso empezaba en sus inteligentes guiones pulidos y trabajados al máximo, primero con la ayuda de Charles Brackett y años después con su imprescindible colaborador I.A.L. Diamond. Todos alcanzaban una absoluta brillantez en su vitriólica intencionalidad.
EliminarTienes razón en que Billy Wilder nos regaló un buen puñado de obras maestras que como espejos deformantes, su reflejo nos han hecho más conscientes y quizás mejores personas.
Un saludo.
Para mí la que comentas, "Perdición" y "El gran carnaval" son las tres cumbres visuales de Wilder. Es verdad que "El apartamento" o "Con faldas y a lo loco" también son grandes películas, pero me fascinan algo menos.
ResponderEliminarUn abrazo, Teo.
El milimétrico diseño de PERDICIÓN (Double Indemnity) la sitúa como una obra seminal que venía a sentar las bases del género negro. Por supuesto, estamos ante una indiscutible obra maestra. También las otras dos que mencionas lo son, si bien en el caso de la que aquí se comenta fue acusada en su día de que sus recargadas tintas la hacían caer en el "grand guignol". Bueno, eso fue entonces; ahora ya nadie la cuestiona.
EliminarYa puestos, si tuviera que elegir una sola película de Wilder (lo cual sería terrible) creo que después de sudar sangre me quedaría con EL APARTAMENTO.
Un abrazo.
Ya sé, ya sé, que “El crepúsculo de los dioses” no es una comedia, pero este post ha hecho que de repente caiga en la cuenta de que soy una mujer escindida. Me explico: las mejores comedias de mi vida se reparten entre Stanley Donen y Billy Wilder. ¿Verdad que lo soy?
ResponderEliminarUn saludo.
Pues sí, al tiempo que alabo tan irreprochable gusto por tener en tu altar a estos dos directores, no dejo de entender tu “esquizofrenia”. Fueron dos talentosos autores muy diferentes en estilo y perspectiva a la hora de acercarse a sus criaturas y su entorno social pero, eso sí, ambos venían a transmitir lo mismo, uno con amorosa lucidez y el otro recurriendo a un corrosivo cinismo. En fin, arriesgándome a que mi percepción sea rebatida, quizás haya un punto en el que Wilder se acercó al universo Donen, rozándolo, y es la película QUÉ OCURRIÓ ENTRE MI PADRE Y TU MADRE? (Avanti).
EliminarUn saludo.
Esta es una película negra, negra, con salpicaduras de un humor taladrante, y a la vez adquiere las características de un ajuste de cuentas con esa devoradora jungla que es (o fue) Hollywood. En todo caso, debo decir que prefiero el Billy Wilder comediante.
ResponderEliminarCómo disfruto con las buenas comedias, que no son muchas, diría que ahora ya ninguna, por esa cualidad que poseen de poder decir muchas cosas entre líneas. Y Wilder cuán fácilmente nos hacía reír sacando nuestras miserias al tendedero.
Saludos!
Se me ocurre que la agudeza intelectual y experiencia acumulada de tipos como Ernst Lubitsch, Billy Wilder, Groucho Marx o Woody Allen (por mencionar solo a los que han utilizado el humor como vehículo de sus propuestas), pudiera resultarles, no sé, tal vez incomodante a la hora de moverse en la sociedad que les tocó vivir y hacerlo con esa sobredosis de lucidez que les permitía percibir la naturaleza del ser humano como en una radiografía. Desde luego, nosotros les agradecemos el pedagógico “sacrificio” de su paso por este mundo dejándonos sus películas, sus escritos y reflexiones para nuestro provecho y deleite.
EliminarUn saludo.