ALEMANIA, AÑO CERO (Germania, anno zero)
(It-Fr-Al) Tevere Films / SAFDI / Union Générale Cinématographique / DEFA , 1948. 78 min. BN.
Pr: Roberto Rossellini y Alfredo Guarini. G: Roberto Rossellini, Carlo Lizzani y Max Kolpet, basado en un argumento de Rossellini y Basilio Franchina. Ft: Robert Juillard. Mt: Eraldo da Roma. DA: Roberto Filippone. Ms: Renzo Rossellini. Dr: Roberto Rossellini.
Int: Edmund Meschke, Franz Kruger, Barbara Hintz, Werner Pittschau, Eric Gühne, Alexandra Manys, Baby Reekvell, Hans Sange, Hedi Blankner.
SINOPSIS: Tras el final de la II Guerra Mundial, Berlín era una ciudad caótica y destruida. En ese escenario desolador vive Edmund, un niño de catorce años que comparte un miserable apartamento con su padre enfermo, su hermano mayor y su hermana que coquetea con los soldados americanos para poder sacarles algo que cambiar por comida. El antiguo profesor de Edmund, un pederasta con ideología nazi, le repite que “los débiles deben morir”, lo que terminará por convencer al pequeño de la inutilidad de su padre, y es por ello que decide envenenarlo.
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Esta película cierra el errático itinerario del pequeño Edmund (Edmund Meschke) con uno de los momentos más noqueantes surgidos de una pantalla. |
COMENTARIO: Rossellini aplicó aquí los principios del neorrealismo de la manera más desnuda y terrible, más objetiva y moral, sin ninguna apoyatura melodramática que explicara o subrayara la trayectoria fatal del muchacho protagonista. Porque Edmund, consumido (o desecado) como niño por la desoladora realidad que le rodea, un escenario sin asideros, afectado también por el terrible acto cometido, es observado siempre con el “distanciamiento” de quien, por respeto, desecha la intromisión y el adjetivo, evitando caer en la tentación de aplicar a su trayectoria los mecanismos y trucos de la narrativa tradicional. Pocas veces, creo yo, el horror, la culpa y la miseria en un mundo devastado han tenido una formulación visual tan honrada y contundente como en esta sobrecogedora obra maestra que considero de obligatorio visionado para el conocimiento del cine de Roberto Rossellini.
Qué impactante y desolador es todo lo que muestra esta película; el final es terrible y debo confesar que me cogió desprevenida. Es una de las que en su día me marcó profundamente y solo el paso del tiempo ha amortiguado en parte la sensación que me produjo la primera vez que la vi, pero ya digo, me impactó muchísimo entonces y lo ha seguido haciendo cuando hace pocos años he vuelto a ella.
ResponderEliminarAbrazos.
Sí, estoy contigo en que las imágenes de esta película causan un impacto duradero. Es difícil reponerse del sobrecogedor escenario por el que deambula ese niño entre los escombros arquitectónicos y morales de una Alemania destruida en la que sobreviven a duras penas seres miserabilizados que no tienen redención ni la esperan. Sí, efectivamente, ese inesperado pero lógico desenlace es de una dureza insoportable y como espectadores pasivos de nuestra propia degradación, nos golpea en las sienes.
EliminarPero, bueno, después de ver o revisar ALEMANIA, AÑO CERO es recomendable un antídoto (también cinematográfico) como, por ejemplo, una película de Frank Capra.
Un abrazo.
Muy buena película, Teo. Impactante pero necesaria. Es casi como un documental, al estar rodada en escenarios naturales y así pueden apreciarse los efectos devastadores de la guerra; sus consecuencias sobre la población, que se ve obligada a sobrevivir a cualquier precio y la falta de escrúpulos de aquellos que más tienen y se aprovechan de la necesidad de los demás, para hacer negocio.
ResponderEliminarEn medio de todo esto, Edmund se nos presenta con la inocencia y la ingenuidad propia de sus pocos años, pero al que todos utilizan de una u otra forma, para luego rechazarlo llamándole monstruo (es el caso de su antiguo profesor, pederasta y nazi)
A medida que se acerca el final, mientras le vemos cómo intenta recuperar la niñez que le corresponde sin conseguirlo, creo que intuimos lo que va a suceder, cuando él se cubre la cara con las manos, como si en un sólo instante hubiera tomado conciencia de todo y ese peso fuera insoportable para él.
He leido que Rossellini, solía utilizar como actores, gente no profesional del cine. En el caso de Edmund, creo que era un artista de circo.
Bueno, disculpa si esta vez me he extendido demasiado; pero la película lo merece.
Un abrazo
Tu comentario puede ser todo lo extenso que tú desees o necesites (faltaría más!) y que en este caso suscribo íntegramente. Y sí, Rossellini gustaba de utilizar siempre que podía actores (o actrices) no profesionales, pero no le hacía ascos a trabajar con grandes estrellas del cine italiano como Anna Magnani, Aldo Fabrizi, Vittorio de Sica, Giovanna Ralli, Sandra Milo, Vittorio Gassman, etc.
EliminarUn abrazo.