DESAYUNO CON DIAMANTES (Breakfast at Tiffany's)

(USA) Jurow-Shepherd / Paramount, 1961. 115 min. Color.

Pr: Martin Jurow y Richard Shepherd. G: George Axelrod, basado en la novela de Truman Capote. Ft: Franz Planer y Philip Lathrop (no acreditado). Mt: Howard Smith. DA: Hal Pereira y Roland Anderson. Vest: Edith Head, Hubert de Givenchy y Pauline Trigere. Ms: Henry Mancini. Can: "Moon River" de Johnny Mercer (letra) y H. Mancini (música). Dr: Blake Edwards.

Int: Audrey Hepburn, George Peppard, Patricia Neal, Buddy Ebsen, Mickey Rooney, Martin Balsam, Jose Luis de Vilallonga, John McGiver, Alan Reed, Dorothy Whitney, Stanley Adams, Claude Stroud.

Os presento a Holly Golitghtly (Audrey Hepburn). Bajo esa fascinante imagen de elegancia y exquisitez habita y se debate un cervatillo desamparado.
Amanece en Manhattan. Sofisticada y solitaria, Holly recibe el nuevo día desayunando un croissant frente al escaparate de Tiffany & Co.
Dormidita con la mañana avanzada, tiene que ser su gato quien le avise de que ya es hora de despertar.Además, alguien está llamando a su puerta.
Acostarse de madrugada trae consigo que a mediodía sus ojos aún se nieguen a abrirse del todo cuando le abre la puerta a quien llamaba.
Se trata de su recién llegado nuevo vecino, Paul Varjak (George Peppard), un atractivo joven que le pide el favor de poder llamar desde su teléfono.
Llega Emily "2E" Failenson (Patricia Neal) para comprobar que Paul, su nuevo "protegido", ya se ha instalado en el apartamento que ella paga.
El rostro de Paul trasluce una cierta incomodidad ante la degradante relación que se ve obligado a mantener con la adinerada Sra. "2E".
Aquí vemos a Paul dispuesto a acompañar a Holly a la prisión de Sing-Sing en una extraña visita, siendo interceptado por su exigente "benefactora" que le retiene.
Nuestra perceptiva Holly cree captar el matiz de la situación que vive su nuevo y amable vecino.
Que le paguen el alquiler del apartamento exige ciertos favores a cambio.
...Y la Sra. "2E" se lo deja bastante claro al joven escritor en ciernes.
 Recostada en su ventana, Holly con su guitarra canta la melancólica "Moon River".
La muchacha, pese a las apariencias, no es feliz (el tipo de vida que lleva no es para estarlo) y se siente sola.
Un multitudinario guateque a modo de exorcismo para expulsar momentáneamente la sensación de vacío. Entre Paul y Holly vemos a O.J. Berman (Martin Balsam), especie de manager de nuestra chica.
En esa fiesta ha conocido a Jose da Silva (José Luis de Vilallonga), un apuesto millonario brasileño que se convierte en su asiduo acompañante.

SINOPSIS:
En Nueva York, una sofisticada y solitaria muchacha con un pasado del que quiere huir conoce a su nuevo vecino, un apuesto y joven escritor "protegido" por una dama rica. Ambos congenian y se enamoran tras reconocer que sus vidas estaban equivocadas.

Mr. Yunioshi (Mickey Rooney) es el nervioso vecino japonés de Holly que sufre las ruidosas algarabías de los guatees organizados en el apartamento de ella. 
Tras un paseo por las aceras de Manhattan, pausa para el cigarrillo y una sincera conversación.
Visitando la joyería Tiffany & Co., lugar donde Holly se siente "a salvo" del mundo. Les atiende un comprensivo vendedor (John McGiver).
Holly, convencida de que la solución a sus problemas pasa por casarse con el magnate José da Silva, consulta en la biblioteca pública libros sobre Brasil para empaparse de las características de ese país. Paul trata de disuadirla de esa decisión.
Enfundada en el albornoz con un whisky, un cigarrillo y sujetando el libro de Paul.
Holly, sumida en el desamparo, busca cobijo y calor humano en la cama de Paul.
Inesperadamente, aparece en escena Doc Golightly (Buddy Ebsen) que se revela 
ante Paul como el esposo de Holly.
Sentados en el parque, Doc le cuenta a Paul la verdadera y triste historia de Holly.
Tras la sorpresa y el desconcierto inicial, Holly le confiesa que aunque le ama, ha cambiado, ya no es la misma y no está dispuesta a regresar con él a la vida en el campo.
Una pequeña conversación aclaratoria.
Llueve en la ciudad. Un taxi. Holly quiere (en realidad, no) viajar a Brasil para reunirse con José da Silva. Una vez más Paul trata de hacerla comprender que está a punto de cometer un grave error.
Paul, que ha roto su "relación" con la interesada mecenas que le financiaba, ahora soporta el agujero mientras él y Holly dirimen sus destinos.
Holly que durante el trayecto hacia el aeropuerto ha liberado a su gato, se arrepiente y detiene el taxi para recuperarlo.
Lo encuentra entre unos cubos de basura completamente empapado.
Un momento sublime: la música de Mancini se impone a los sonidos de la ciudad y finalmente Paul y Holly, sin importarles la lluvia, comprenden que en un mundo mentiroso e inmisericorde  solo se tienen el uno al otro.

COMENTARIO:
Si a estas alturas resulta innecesario por obvio decir que el paso del tiempo se encarga siempre de colocar cada obra en su justo lugar, en el caso de DESAYUNO CON DIAMANTES si resulta pertinente recordar que en su día, sin perspectiva, se dijeron y escribieron muchas estupideces, acusando a esta comedia de manierista, irracional, caótica e inverosímil, ejercicio de virtuosismo y otras lindezas. Pues bien, seis décadas después de su estreno nadie en su sano juicio se cargaría esta icónica representante de un género, por otro lado, ya extinguido como es la comedia de sentimientos, elegante y estilizada. Pero es que la película de Edwards trasciende el género al que se la adscribe para convertirse en una crónica de la triste y reveladora trayectoria íntima de unas personas solita­rias, insatisfechas y desplazadas, que no encuentran su lugar en la vida y se debaten en un contexto definido por el vacuo brillo, la oquedad y la insinceridad en el que al parecer no tienen cabida. Por eso, Holly y Paul (qué bien trazados están esos personajes) instintivamente unen sus erráticos itinerarios, "viviendo" ante nosotros mien­tras son observados por una cámara cómplice e intuitiva, casi alada en oca­siones.

Los magníficos diálogos de George Axelrod a quien le importó muy poco la “fidelidad” a la novela de Capote que únicamente utilizó como base, el poder de fascinación de las imágenes, el tono y musicalidad de algu­nas escenas (lo que lleva a la película en varios momentos a una notable cercanía con el cine de Stanley Donen y Richard Quine), hacen de DESAYUNO CON DIAMANTES un brillante y estiloso trabajo sin dejar de ser al mismo tiempo –como decía más arriba– una penetrante indagación en torno al acercamiento emocional y físico de dos seres humanos necesitados de calor. En cualquier caso, esta película consagró definitivamente a Blake Edwards en la industria de Hollywood y amplió su abanico profesional. Sus comedias meramente cómicas, algunas muy buenas, dieron paso a ejercicios más ambiciosos, si bien, de aquella etapa, en el título que nos ocupa, permanecen algunos elementos de humor loco (el personaje de Mickey Rooney, la desbocada fiesta en el piso de Holly).

No puedo evitar la referencia a Ia inolvidable secuencia inicial con esa adorable Holly Golightly que compone Audrey Hepburn en su amanecer frente al escaparate de la joyería Tiffany's con vestido de noche, desayunando café y un croissant que extrae de una bolsa de papel mientras oímos los embelesantes acordes de Henry Mancini, o más avanzada la acción, nuestra Holly evolucionando entre los variopintos invitados de un improvisado e indescriptible party.

14 comentarios:

  1. No sé cómo fue recibida en su estreno esta maravillosa película porque no tengo datos pero resulta difícil pensar que hubiera espectadores, público o críticos, que no les fascinara. Cuando se estrenó en España yo debía ser una lactante así que fue muchos años después cuando la descubrí en algún pase televisivo. Desde entonces se ha convertido en una de mis cinco comedias favoritas y creo que es lo mejor que hizo Blake Edwards en este género. Por no hablar de sus dramas como "Chantaje contra una mujer" y "Días de vino y rosas". ¿Cómo es que este director en sus películas posteriores no volvió a utilizar a la maravillosa Audrey Hepburn?
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hay que tener en cuenta el contexto cinematográfico de aquellos primeros años sesenta. Entonces aún estaban en activo y en su mejor momento directores de la talla de Hitchcock, Minnelli, Donen, Quine, Cukor, Berlanga, los de la "nouvelle vague", Kurosawa, Rossellini e incluso Renoir cerrando su carrera. Quiero decir con esto que el emergente Edwards tenía en aquellos momentos mucha y muy fuerte competencia. Tal vez por esto no se le tenía muy en cuenta y sus méritos pasaron algo desapercibidos.
      Un abrazo.

      Eliminar
  2. Respeto todas las opiniones, incluso puedo comprender a aquellos que la siguen calificando con todos los adjetivos que enumeras, pero sigue siendo una de mis películas preferidas.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Las virtudes de esta película están ahí y lo han estado desde que se rodó. Tal vez lo que ocurre es que en estos tiempos de sequía creativa y degradación del género, brillan con mayor evidencia, y hasta alguno de aquellos cegatos hoy la considera una joya.

      Eliminar
  3. Capote hubiera preferido a Marilyn Monroe en el papel de la protagonista y sin duda la versión cinematogáfica está algo edulcorada en relación al original literario. Sea como fuere, es una excelente muestra de un género que, como apuntas acertadamente, está extinguido.

    Saludos,

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Diría que bastante alejada de la áspera historia que contaba Capote. Pero las novelas para el cine solo son meros instrumentos de trabajo y así lo consideramos mientras el autor o autora no posea un determinado prestigio o goce de fama (ocho de cada diez películas que se ruedan se basan en novelas). Entonces sí sacamos a colación la comparativa. Supongo que resulta inevitable.
      En efecto, Truman Capote deseaba que su Holly tuviera en la pantalla los rasgos de Marilyn Monroe y no puedo por menos que estar de acuerdo con él. Tanto el aspecto físico de la mítica actriz como su innata e inocultable sensualidad hubieran justificado con mayor acento el efecto que esa Holly causaba en los hombres y cómo en las circunstancias del personaje hubiera de pasar por ciertas servidumbres. Desde el principio, a todos nos ha cautivado la elegancia y el dulce encanto de Audrey Hepburn y en función de ello el director construyó una Holly diferente de la que ahora ya no nos podemos despegar.
      Un saludo.

      Eliminar
  4. Cuando veo películas como esta se reaviva en mí esa nostalgia del huérfano que ha perdido su "familia". Habiendo cumplido ya los setenta años, me refiero a aquel cine que fue formándome como espectador y también en cierta medida como persona. Y probablemente el género con el que más me identifiqué, el que más placer me proporcionaba, eran las comedias, aquellas con diálogos divertidos e inteligentes y una puesta en escena que sabía transmitir con sutileza y elegancia los significantes de las historias que contaban. Ahí están, por ejemplo, la ácida retranca de Billy Wilder, la brillantez casi musical de Stanley Donen, o este Blake Edwards.
    Por eso —y más razones— me gusta tanto "Desayuno con diamantes" y es el motor que impulsa a este "huérfano" a una contumaz y desfasada persecución de aquel tipo de películas.
    Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me gusta esa manera limpia y sincera de expresar tus emociones y tu aprendizaje de vida frente a una buena película. Y me encanta compartir este espacio con almas gemelas en la manera de "ejercer" la cinefilia, o mejor expresado, el amor al cine.
      Un saludo.

      Eliminar
  5. Aurora R. Martín16 de mayo de 2023, 22:49

    Si cuando descubrí esta película hace más de treinta años quedé fascinada, ahora que en materia de comedias -bueno, de cine en general- nos rodea un montón de basura, se ha convertido en una preciosa gema a la que necesito visitar regularmente como hace Holly con el escaparate de Tiffany.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Desde hace un tiempo, tras la aparición y multiplicación de plataformas digitales, las series están comiendo terreno a las películas que a su vez empiezan a prescindir de su paso por las salas de cine para ingresar directamente en las listas de material de las citadas plataformas. El paso del tiempo marca la evolución e inevitablemente el cine ya no es lo que era porque las nuevas audiencias están siendo "educadas" desde otros parámetros. Ahora se consumen imágenes a tutiplén, engulléndolas sin apenas saborearlas para pasar a la siguiente. Y los que tenemos una edad acabamos refugiándonos en el cálido regazo de aquellas películas que continúan conectando con nuestra inteligencia emocional y que nos retrotraen a épocas en que no había "resacones en las Las Vegas" pero sí taxis mañaneros que nos dejaban frente a Tiffany & Co.
      Un abrazo.

      Eliminar
  6. Me gusta mucho, pero mucho esta película. De hecho la suelo ver cada año una vez. Tiffanny, la música de Mancini, Audrey cantando "Moon River", George Peppard y su mirada, Gato empapado bajo la lluvia... Pero también soy amante de la novela corta de Truman Capote (y como bien dices, la película es una adaptación tremendamente libre). Pero las dos cuentan en realidad una historia triste de una muchacha que vivió una infancia oscura. Aunque Edwards permite que tenga un bonito final... y Capote nos explique que en realidad sigue volando libre, creando historias, no sabemos si desgraciadas o no.
    Ahora ya es imposible imaginar otra Holly que no sea Audrey. Pero leyendo la novela entiendo perfectamente que Capote viera a su protagonista con el rostro de Marilyn.
    Besos, Hildy.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Imagino (no tengo datos) que por cuestión generacional llegaste a esta película cuando ya había sido entronizada, lo que sin duda alimentó tu interés y facilitó el acercamiento y apreciación de sus virtudes, ahora tan claras y disfrutables. Algo que en estos tiempos resecos hace que nos inunde el deseo de exclamar "¡Ya no se hacen películas así!".
      George Axelrod, un maravilloso guionista siempre brillante pero que lo mismo podía resultar malévolo y virulento (LA TENTACIÓN VIVE ARRIBA, CÓMO MATAR A LA PROPIA ESPOSA) que romántico y aterciopelado (BUS STOP, ENCUENTRO EN PARÍS) optó en esta ocasión por construir una comedia "misericordiosa" para con los personajes, alejándose del enfoque capotiano. Luego Edwards acentuó aún más ese cálido acercamiento a los dos protagonistas.
      Es curioso que en varios proyectos importantes de la época la Monroe fuera el primer plato elegido. Mientras rodaba SOMETHING'S GOT TO GIVE, Cukor le propuso a Marilyn hacer con ella MY FAIR LADY; Wilder la quería para IRMA LA DOUCE; como sabemos, Capote la hubiera preferido para el trasvase de su Holly Golightly a la pantalla. Aún resulta más llamativo que Audrey Hepburn, con físico y estilo diametralmente opuestos, heredara dos de aquellos papeles.
      Un abrazo.

      Eliminar
  7. Como no podía ser de otra manera, yo también he descubierto "Desayuno..." con mucho retraso respecto a cuando se estrenó. Y debo decir que su brillantez y naturalidad, su elegancia no solo formal, me ganaron desde la primera vez que la vi. Ahí estaba el vitalismo y la comprensión de Blake Edwards para "salvar" a ese par de seres de la soledad y el desvalimiento. Una delicia de película.
    Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tu impresión de DESAYUNO CON DIAMANTES viene a resultar complementaria a buena parte de lo que le decía a Hildy. Creo que en esta película, como en algunos dramas posteriores en la filmografía de este director, se deja notar la calidez en el acercamiento a sus criaturas. Si bien, el desprecio y la causticidad acabaron por se imponerse en varios de sus últimos trabajos, por ejemplo, "10", SWITCH y S.O.B.. El devenir trae con frecuencia el desencanto y el descreimiento.
      Un saludo.

      Eliminar

UN EXTRAÑO EN MI VIDA (Strangers When We Meet) (USA) Columbia / Bryna, 1960. 117 min. Color. Panavision. Pr Ej: Kirk Douglas (no acreditad...