EL DESPRECIO (Le mépris)

(Fr-It) Roma-Paris Films / Concordia / Champion, 1963. 103 min. Color. FranScope.

Pr: Georges de Beauregard, Carlo Ponti y (sin acreditar) Joseph E. Levine. G: Jean-Luc Godard, basado en la novela de Alberto Moravia. Ft: Raoul Coutard. Mt: Agnès Guillemot y Lila Lakshmanan. Son: William Sivel. Vest: Janine Autré. Ms: Georges Delerue. Dr: Jean-Luc Godard.

Int: Brigitte Bardot, Jack Palance, Michel Piccoli, Fritz Lang, Giorgia Moll, Linda Veras.

Esta estimulante pose de Brigitte Bardot, aunque no pertenece en sentido estricto a ninguna imagen de EL DESPRECIO, fue utilizada para la difusión planetaria de la película.
La espléndida carnalidad de Camille, que nos observa con su mirada opaca, expuesta 
sobre una privilegiada alfombra.
Prokosch (Jack Palance), un productor de Hollywood ajeno a cualquier inquietud artística y que solo quiere un producto comercial, contempla con deseo mal disimulado a Camille, a la que pretende conseguir.
Camille y su taza de café. Su mirada...
Este es Paul (Michel Piccoli), el marido de Camille.
Si deseamos admirar la belleza de Camille, esta es una buena imagen.
Camille y Paul forman un matrimonio aparentemente armónico y relajado.
Vemos en una sala de proyección al director (Fritz Lang) que dirige una versión de "La Odisea" para el productor Jeremy Prokosch, a Paul contratado como guionista y a Francesca (Giorgia Moll), la asistente personal de Prokosch.
Camille y Paul caminan agarrados de la mano. Sin embargo, percibimos una cierta tensión.
Camille, desnuda, yace sobre un sofá rojo mientras su marido Paul parece ir a su bola entretenido con el cordón de su zapato.
En ese ademán de Paul, en su semblante, adivinamos la zozobra interior y a la vez su impotencia por restañar la quiebra de su relación con Camille.

SINOPSIS:
Un escritor que ama a su bellísima mujer, comete el error fatal que le hará perderla para siempre: sin premeditación, sólo por acomodaticia cobardía, la pone al alcance de un poderoso y despótico productor para el que trabaja como guionista. Este gesto de un instante, provocará en la mujer una repentina e irreversible fractura en la relación con su marido.

Una indolente Camille, escudada tras unas gafas, parece contemplar el cielo azul oscurecido por sus cristales tintados.
Aquí tenemos otro desnudo de Brigitte Bardot, algo que los productores consideraban imprescindible para poder "vender" mejor la película de Godard.
Fritz Lang interpreta a un director de cine que podría ser él mismo. De hecho, en la película, 
conserva su nombre.
Una charla distendida en los terrenos de Cinecittà.
Paul sabe que está perdiendo a su esposa.
Nuestra chica enn el cuarto de baño con un nuevo look.
En la cama, sin amor, sin deseo.
Una imagen, un momento, que delata una ruptura.
En la terraza de la Villa Malaparte.
Herida y desengañada, Camille decide irse con Prokosch y sube a su Alfa Romeo rojo ignorando lo que les depara el destino minutos después.
Durante una pausa del rodaje, vemos a la Bardot fumando y a Godard, guión en mano.

COMENTARIO:
Desde el impacto causado en 1960 con su primer largo AL FINAL DE LA ESCAPADA (À bout de souffle), Godard, en su permanente voluntad de ruptura con la dramaturgia tradicional, no cosechaba precisamente éxitos de taquilla. Aunque todo el mundo hablara de él, de sus películas y fuera considerado el estandarte de la nouvelle vague, imagino que empezó a sentirse inseguro con respecto a la continuidad de su carrera y tal vez por ello se mostró aparentemente dispuesto a “acatar” ciertas reglas de la industria aceptando (o aprovechando la oportunidad de) rodar con la que en aquellos momentos era la máxima estrella del cine francés y el sex-symbol más excitante en el panorama cinematográfico europeo, Brigitte Bardot.

Partiendo de este supuesto (sobre el que no pongo la mano en el fuego), ahí teníamos al autor de VIVRE SA VIE adaptando una novela de Alberto Moravia y llevando a cabo un ejercicio de simulada sencillez, luminoso y bello (con un magistral uso de los colores), de intuitivas y sorprendentes soluciones de puesta en escena entre las que cabe destacar con los diferentes encuadres y desplazamientos de cámara, la desdramatizada, larguísima y agobiante secuencia doméstica entre Piccoli y la Bardot, ese matrimonio en repentina descomposición. Y es probable (como apunte cotilla) que en la relación de Paul y Camille hubiera bastantes pinceladas de la vida personal de Godard en su relación con Anna Karina (en un momento dado, casi como un exorcismo, hace que la Bardot se coloque una peluca negra que nos remite a la musa y entonces esposa de Godard).

En EL DESPRECIO, Godard nos habla sobre el complicado mecanismo mental de una mujer, sobre los muy sensibles y casi siempre inextricables resortes de su sensibilidad, sobre ese inesperado “click” que salta en el cerebro de Camille trastocando el amor hacia su esposo Paul en desprecio cuando en un determinado instante percibe su interesada ausencia de celos (formidable y compleja secuencia de Bardot, Piccoli y Palance en los patios de Cinecittá con ella subiendo finalmente al Alfa Romeo de Prokosch). Al mismo tiempo, a través de la presencia de Fritz Lang en la película interpretando a ese director de cine incomprendido y saboteado por un brutal productor hollywoodense que solo cree en el dinero (el que gasta y el que pretende ganar), Godard reflexiona también sobre la creación artística sometida a los coartantes criterios de una concepción industrial de ese arte.

Sobran en EL DESPRECIO –en la humilde opinión de quien esto escribe– algunos diálogos y frases de naturaleza “filosófica” (la extraña cita de Hölderlin, los paralelismos homéricos). Brigitte Bardot, en cambio, está hermosísima y muy bien dirigida, aportando, eso sí, los imprescindibles desnudos (muy bien integrados) para no defraudar las expectativas tanto del público (mayormente masculino) de la época como de los productores que arriesgaban su dinero en el proyecto. Michel Piccoli, cuyo personaje, ese guionista que se pasea por la película sin atender ni comprender a su esposa y con la conciencia de estar vendiéndose por dinero, efectúa un trabajo excelente y consigue que detestemos a ese Paul Javal que en su aparente indolencia esconde una buena dosis de inseguridad y la incomodante sensación rayana en lo masoca de no estar a la altura de las circunstancias cuando comprende que está perdiendo a su esposa.

En cualquier caso, desafortunadamente, la película no funcionó en taquilla como se esperaba con el consiguiente cabreo de Joseph E. Levine que había aportado un sustancioso adelanto por los derechos de distribución de la película en territorio anglosajón. Nada ha impedido, sin embargo, que con la perspectiva que proporciona el paso del tiempo EL DESPRECIO sea considerado hoy uno de los más brillantes trabajos de Jean-Luc Godard. 

20 comentarios:

  1. Es una película muy satisfactoria estéticamente ya que Godard contó con más medios económicos que nunca. Para asegurarse la rentabilidad el productor contaba con las escenas de desnudo de Brigitte Bardot.Parecía obligado. Al final, como comentas, Godard lo solucionó integrando esas escenas de Bardot de manera bastante coherente en la película. Coincidentemente, el distanciamiento entre el personaje de Piccoli y su esposa concurre con el conflicto entre la expresión artística y las presiones para que la película que rueda Lang se desarrolle de forma más comercial. El comportamiento del personaje de ella me parece bastante singular e improbable, pero el desarrollo de la película es interesante.
    Alguna de las películas de Godard me parecen directamente infumables, pero “El final de la escapada”, “Banda aparte”, “Vivir su vida”, “El desprecio” y tal vez alguna que otra me parecen los mejores Godard e incluso digeribles para aquellos a los que no les gusta Godard en general.
    Saludos.

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    1. Empecé a descolgarme del cine de Godard a partir de LA CHINOISE y WEEKEND. No puedo hablar con conocimiento de causa de toda su obra porque apenas he visto tres o cuatro pelis suyas de las rodadas después de 1968. En cualquier caso, a pesar de las décadas transcurridas, mi favorita continúa siendo la fascinante VIVRE SA VIE. Ese es mi Godard.
      Un saludo.

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  2. Que los productores esperasen un éxito de taquilla sólo porque la Bardot enseña el culo los pone al nivel del personaje de Jack Palance en la película. En cualquier caso, se trata de un título fascinante, por su lúcida mirada sobre una quiebra matrimonial (creo que Godard proyectó en el film sus propias inseguridades), su tratamiento del color y belleza formal.

    Saludos.

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    1. Con el precedente ese mismo año de ESTA PÍCARA COLEGIALA (Cette sacrée gamine) fue sobre todo a partir del estreno de la película de Roger Vadim, Y DIOS CREÓ LA MUJER (1956), con su promocionado desnudo, cuando se produjo la explosión BB (nunca mejor empleada la expresión pues la llamaron la "bomba atómica francesa"). A partir de entonces parecía obligado crear con ella productos al servicio de ese impacto sexual. Algo, por otro lado, muy apetecible y rentable de lo que supongo no quiso privarse el amigo Godard.
      Un saludo.

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  3. No entiendo bien por qué Godard cuenta su historia, o la de Moravia, de esa manera. Es como si la cámara la manejara el ayudante de dirección, sin saber bien dónde colocarla, sin aparente rigor y sin énfasis. Si no fuera por la presencia de Brigitte Bardot no la hubiera visto entera. La conclusión es que las películas de este director no me gustan porque no entro en su forma de narrar, suponiendo que lo suyo fuera narrar.
    Un saludo.

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    1. Esta vez, Fernando, me temo que nuestras percepciones no coinciden. Estoy convencido de que Godard sabía muy bien dónde colocar la cámara. Otra cosa es que se negara a ser un continuista en la narrativa tradicional. Él procedía de la crítica contestataria y su concepción del lenguaje cinematográfico venía a romper las hasta ese momento inamovibles "reglas gramaticales", que para eso ya estaban los maestros del clasicismo (a muchos de los cuales él admiraba). Picasso poco tenía que ver con Velázquez, lo que no invalidaba la genial creatividad del primero. Me parece.
      Un saludo.

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  4. Aurora R. Martín22 de mayo de 2023, 11:09

    Mi opinión es que Godard no se sentía cómodo en el rodaje de esta película. Era un encargo, tenía que responder ante una gran inversión, una estrella y las expectativas de quienes habían puesto el dinero. Por eso su narrativa la encuentro indecisa, como nadando entre dos aguas mientras el director parece, por momentos, añorar a su musa Anna Karina con la que sin duda hubiera trabajado más relajado.
    Besos.

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    1. Ese dictamen tuyo sobre LE MÉPRIS puede que no carezca de base, Aurora. Y algo de eso que explicas sin duda sobrevoló la realización de la película. Pero, chica, no me atrevo a especular sobre en qué medida afectó a su resultado. Tal como le quedó a Godard, a mí me gusta mucho e ignoro cómo habría afrontado y resuelto esa historia si la hubiera llevado a cabo con la "libertad" que presidió casi todos sus trabajos, anteriores y posteriores. En ocasiones, las cortapisas en lugar de frenar y dificultar, estimulan la creatividad del autor a quien se pretendía condicionar. Que se lo digan a otros genios como, por ejemplo, Welles.

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  5. Sublime elegía del mito cuyo tono se aplica a unos personajes y vidas modernas cinematográficas, como denota esa representación en el ovni rosado que es la casa Malaparte, frente al mar infinito, y el fascinante martirologio de una energía y plástica propias de Godard, los accidentes de tráfico, forma suya equivalente al paroxismo del fresco medieval.

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    1. Curioso modo de aproximación (no por ello menos acertado) a LE MÉPRIS, utilizando la retórica y la metáfora como método de síntesis. Y sí, puede que Godard, con ese final en la autopista, estuviese adelantándonos ya una pizca de la forma y los contenidos de WEEKEND, aquel ejercicio de radical pesimismo que realizaría unos cuatro años después.
      Tu "anonimato" me deja sin saber a quién me dirijo. En cualquier caso, si eres nuevo/a, en este blog de cine, bienvenido/a. Y ya sabes, por aquí estamos.
      Mientras, un saludo.

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  6. Luis Lew Tarkovski24 de mayo de 2023, 21:52

    "Vivir su vida" también es una de mis favoritas. También me gusta especialmente "Masculino, femenino". En cuanto a "El desprecio" no la tengo fresca en la memoria pero solamente por ver a esta mujer en una película de Godard cuando éste estaba en su plenitud creativa ya merece el visionado.
    Un saludo.

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    1. Hola, Luis. A mí también me gusta mucho VIVRE SA VIE. Creo que es mi favorita, la que más me seduce y la que con mayor frecuencia visito. En cambio, MASCULIN FÉMININ la considero solo godardianamente simpática, y su "estructura" pese a estar compartimentada en quince actos, resulta caprichosa y, por momentos, desconcertante en ese pretendido retrato de la juventud francesa del momento. El tiempo no ha sido su aliado.
      Si tienes ocasión de revisar LE MÉPRIS, ya nos contarás. Elementos para que te atrape, los tiene.
      Un saludo.

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  7. En este Godard hay algo del Antonioni de aquellos dramas enfriados en torno a parejas en crisis. Por otro lado, ahí está con evidencia un “documental” sobre la Bardot que, en efecto, en algún momento hay un recuerdo a las cintas donde su musa Anna Karina era la protagonista. Una peli de la que se ha hablado y escrito mucho, pero que también, eso me temo, sean muchos los que hasta ahora no la han visto.
    Saludos.

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    1. En eso estoy de acuerdo. EL DESPRECIO tiene alguna resonancia antonioniana, especialmente en sus concomitancias con su famosa "trilogía de la incomunicación". Y también tienes razón en lo del componente documental incrustado en la fascinada descripción del personaje de Camille refundido con el de la actriz que lo interpreta, un mito consolidado en aquellos momentos. Ocurría lo mismo, efectivamente, con las cintas que rodó con Anna Karina. Y ya puestos, refirámonos a las pelis de Richard Quine con Kim Novak... toujours l'amour!
      Un saludo.

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    2. Resulta curioso que partiendo de Godard llegamos a Quine, pasando por Antonioni... Así son las conversaciones de cine.

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  8. Riccardo, el narrador de El desprecio, es un ser débil, un antimacho, algo sorprendente en un italiano: su esposa Emilia quiere un apartamento, así que, en lugar de escribir obras de teatro, se convierte en guionista de cine para poder pagar la hipoteca. Precisamente por haber cedido a sus exigencias es por lo que su mujer le desprecia: ¡le reprocha haber hecho lo que ella quería que hiciera! O que parezca empujarla hacia los brazos de un vulgar productor llamado Battista. El mensaje de Moravia está claro: ¡si quieres que tu esposa te admire, no la obedezcas! (¿Acaso era una alusión a su primera esposa, Elsa Morante, también escritora famosa, de la que se divorció ocho años después?) ¿Qué esperan las feministas radicales para intervenir? El desprecio es la primera novela que analiza las secuelas del feminismo sobre la virilidad. En realidad, Alberto Moravia no era un misógino, pero sí un hombre preocupado. Presentaba los límites de la lucha por la igualdad entre sexos: se trataba de obtener la paridad, no de invertir los papeles. Así pues, Moravia es uno de los primeros escritores del mundo que describe al hombre moderno, este cobarde pactista, superado por el poder de la nueva mujer, perdido en un mundo artificial, sin más ideales que una bonita casa, un bonito coche, etcétera. Vivimos en una civilización materialista que destruye el amor: nos hacemos regalos en lugar de amarnos. Más tarde, esta trampa del confort moderno fue retomada con un estilo glacial por Georges Perec en su notable primera novela: Las cosas (1965). Pero, antes que él, las grandes novelas moravianas: Los indiferentes (1929), El amor conyugal (1949), El desprecio, El aburrimiento (1966) ya reflexionan con delicadeza sobre el malestar: la imposibilidad de la pareja en una sociedad hipócrita que finge ensalzarla cuando, en realidad, pone toda la carne en el asador para destruirla (glorificando al individuo y el deseo, creando la nueva religión del sexo y del dinero). Moravia: ¿antepasado de Houellebecq? En El desprecio, encierra a Riccardo y Emilia en una isla encantadora y, con taciturna delectación, observa cómo se van hundiendo en el malentendido: "El objetivo de este relato es contar cómo, mientras continuaba amándola y sin juzgarla, Emilia descubrió o creyó descubrir algunos de mis defectos, me juzgó y, en consecuencia, dejó de quererme..." Contrariamente a su mujer, yo siento un profundo amor por ese Riccardo que tanto se parece a nosotros, los hombres occidentales, víctimas y cómplices de la sociedad de sobreconsumo egoísta. Y acabaré con un retruécano del que no me siento demasiado orgulloso: en el mundo actual, el hombre de Moravia está muerto en vida.
    Un cordial saludo.

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    1. Comprobando los días transcurridos desde que publicaste tu texto en este blog, un ligero escalofrío ha recorrido mi espina dorsal. Un descuido mío no haberme percatado antes. Tengo que aprender a presentarme a tiempo y a buen seguro que existen mecanismos que me avisen cuando entra algún comentario. En algún caso así ocurre, en otros -como el tuyo- no.
      Después de leerlo con atención, considero que se trata de un perceptivo análisis de la novela de Moravia que parece adquirir en estos tiempos un más claro sentido, y ayuda a una "lectura" de esa novela que sin duda aporta nuevos datos de lo que Godard pretendió plasmar en pantalla.
      Gracias, Doctor, por tan valiosa aportación y disculpa mi tardanza en responder.
      Un saludo.

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  9. Hace tiempo tuve un blog titulado "El tiempo ganado". Soy amigo personal de Alfredo, el responsable del blog "39 escalones" y también de Fernando de Cea, responsable de su magnífico blog de cine "El blog de Ethan". Sigo su blog desde hace mucho tiempo porque me parece de lo mejorcito en la red. También dejo por allí comentarios pero con distintos nombres, según el registro de esos lugares, pero me llamo Francisco Machuca.
    Su respuesta ha sido muy cordial y atenta. En fin, somos amantes del cine y aquí estamos para aprender, valorar y sobre todo, no olvidar el cine clásico.
    Un saludo.

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    1. He vuelto a incurrir en retraso, y es curioso que hace un par de días respondía a tu comentario en el post dedicado a SWEET SMELL OF SUCCESS / CHANTAJE EN BROADWAY con la misma demora que allí intentaba explicar.
      Por lo que cuentas, en tus intervenciones en los blogs que mencionas (en los que suelo participar) adoptas diferentes "personalidades" salvo en "39 Escalones" donde firmas con tu nombre. Bueno, una vez más agradezco tus aportaciones en el mío mientras me impongo el reto de conseguir enterarme cuándo entran comentarios tuyos (o de otros) en post antiguos.
      Mientras, un saludo.

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LOS HERMANOS KARAMAZOV (The Brothers Karamazov) (USA) MGM / Avon Productions, 1957-58. 146 min. Color. Pr: Pandro S. Berman. G: Richard B...