SWEET SMELL OF SUCCESS / CHANTAJE EN BROADWAY

(USA) United Artists / Hecht-Hill-Lancaster / Norma-Curtleigh, 1957. 97 min. BN.

Pr: James Hill. Pr Ej: (sin acreditar) Harold Hecht, Burt Lancaster y Tony Curtis. G: Clifford Odets y Ernest Lehman, basado en una novela corta de Ernest Lehman. Ft: James Wong Howe. Mt: Alan Crosland Jr. Ms: Elmer Bernstein. Can: Chico Hamilton y Fred Katz. Vest: Mary Grant. DA: Edward Carrere. Dr: Alexander Mackendrick.

Int: Burt Lancaster, Tony Curtis, Martin Milner, Susan Harrison, Sam Levene, Barbara Nichols, Emile Meyer, Jeff Donnell, Edith Atwater, Joe Frisco, Lawrence Dobkin, David White, John Fiedler, Lurene Tuttle, Lewis Charles, Jay Adler, William Forrest.

J.J. Hunsecker (Burt Lancaster) es un desalmado e influyente columnista de un diario neoyorquino de gran tirada que gusta de ejercer su poder de la manera más perversa.
Sidney Falco (Tony Curtis) es un agente de prensa sin escrúpulos ni moral y tan desalmado con J.J. del que depende profesionalmente.
Falco, que pasa por horas bajas, suele hacer trabajos sucios para el despótico Hunsecker sin importarle el daño causado a terceros.
Sally (Jeff Donnell) es la secretaria enamorada de su jefe Falco. Ella conoce la despreciable naturaleza del hombre para el que trabaja, pero sus sentimientos hacia él la empujan a continuar a su lado.
Susan Hunsecker (Susan Harrison), la hermanita de J.J., está enamorada de Steve Dallas (Martin Milner), un joven músico de jazz. Sin embargo, Falco tiene la tarea de sabotear ese romance por orden estricta del temible hermano de la chica.
Susan es muy joven y está dominada por su hermano, lo que dificulta aún más que la muchacha tome una decisión respecto a su relación con Steve.
Frank D'Angelo (Sam Levene), tío de Falco, es el manager de Dallas y trata de quitar hierro a la animadversión que el joven músico siente hacia el sibilino agente de prensa del que adivina sus intenciones.
Sidney Falco, que se arrastra como una culebra inquieta por los ambientes noctámbulos de Broadway, desea medrar a costa de lo que sea y de quien sea.
Interesados susurros al oído. Confidencias destructivas. Servidumbre.
J.J. Hunsecker ejerce las relaciones públicas de manera despiadada desde una mesa del Club 21, a la que acuden todos los que desean algún "favor" del columnista.
El atractivo físico de Falco y sus dotes de seducción son herramientas que utiliza con una gran destreza sin el impedimento ético de los escrúpulos.

SINOPSIS:
En la nocturnidad de los enturbiados ambientes del show business de Broadway, un agente de prensa arribista y moralmente degradado, ayuda interesadamente a un influyente columnista de Nueva York, despótico y megalómano, en el morboso empeño de que su atractiva hermana rompa el noviazgo con un joven músico.

Susan se debate en una situación que la constriñe y asfixia, pero de la que no sabe cómo librarse.
Falco, un tipo que miente más que habla, empujado por su ambición y las promesas de J.J., no duda en contar patrañas a la inocente Susan para impulsarla a que rompa su relación con Steve.
J.J. siente por su hermanita una oscura pasión de carácter incestuoso y no soporta la idea de que se separe de él y menos aún por causa de otro hombre.
Sidney Falco esperando nuevas órdenes de su implacable jefe Hunsecker. Ambos hombres se odian y desprecian, pero se utilizan mutuamente.
El tío de Sidney, recrimina a su sobrino los censurables métodos que utiliza en el desempeño de su profesión y le previene sobre futuras repercusiones.
Rita (Barbara Nichols) es una pobre mujer, madre soltera con un hijo en edad escolar, que para ganarse la vida trabaja en un club nocturno como cigarrera. Sin embargo, dada su difícil situación laboral, se deja convencer por el deshumanizado Falco para someterse a vejatorias prácticas con clientes de él.
Falco dándole al tarro  con sus interesadas insidias mientras Rita espera ser atendida.
Rita suplicando inútilmente a Falco que la respete como persona y como mujer.
El brutal teniente de policía Kello (Emile Meyer) está en nómina con Hunsecker y obedece sus lesivas órdenes (localizar a Falco y propinarle una paliza). 
Ahora los problemas de Sidney Falco se agrandan y multiplican cuando sus tejemanejes acaban finalmente volviéndose contra él.
Susan, tras un intento de suicidio, consigue reunir fuerzas para librarse del morboso yugo ejercido sobre ella y abandona ese asfixiante mundo en el que se encontraba atrapada.

COMENTARIO:
Si repasamos la filmografía (apenas diez títulos acreditados) de Alexander Mackendrick, ese bostoniano afincado durante muchos años en Inglaterra y muerto en 1993 en el más insultante de los olvidos, podemos observar cómo sus primeros films, aquellas aquellas afiladas y divertidas comedias para la Ealing, daban paso a una segunda etapa en la que predominaban el desencanto y el pesimismo respecto a la condición humana, aspecto que -entre carcajadas- ya asomaba la nariz en títulos como EL HOMBRE VESTIDO DE BLANCO y EL QUINTETO DE LA MUERTE. Si cotejamos la dicharachera bonhomía de su primera realización, WHISKY GALORE!, con la negrura sin paliativos de la que ahora nos ocupa, podremos sentir el vértigo del abismo abierto entre ambas obras excavado por la evolución de su autor.

SWEET SMELL OF SUCCESS es un drama impresionante por su dureza, desarrollado integramente en los ambientes noctámbulos de la trastienda de Broadway. La cámara barroca a la vez que incisiva de Mackendrick nos adentra en las entrañas de un neonizado infierno habitado por sabandijas que se retuercen mordiéndose unas a otras, en un perverso ballet que nos habla de humillaciones y dependen­cias, de odios y mentiras, de incesto, de la función corruptora del dinero y el culto al poder.

Y aquí toca destacar también unas excelentes caracterizaciones de todos los actores que componen el reparto, destacando, no obstante, a un insólito Tony Curtis en un difícil cometido (todo un reto para el carismático actor en aquellos momentos de su carrera en el que sólo se le consideraba un guapo rostro para la comedia) y a la siempre extraordinaria Barbara Nichols incorporando a esa patética y sometida cigarrera de club, absolutamente inolvidable. En cuanto a Burt Lancaster, consigue que el significado de su psicopático y despreciable personaje en verdad nos infunda miedo.

ALGUNAS NOTAS PARA MEJOR COMPRENDER: El personaje de J.J. Hunsecker (Lancaster) estuvo claramente inspirado en el famoso e influyente columnista Walter Winchell quien hizo lo posible para desacreditar la película.

El fracaso comercial tras su estreno, por otro lado, previsible pese a las dos estrellas del reparto, y el a menudo dificultoso entendimiento del realizador con los productores, fue sin duda la causa de que le apearan de varios proyectos (EL DISCÍPULO DEL DIABLO, LOS CAÑO­NES DE NAVARONE) y que sólo lograra rodar tres films en los diez años que siguieron a SWEET SMELL OF SUCCESS, clausurando su carrera en 1967 con la acidísima y menospreciada NO HAGAN OLAS (de nuevo utilizando a Tony Curtis).

En 1966, fue requerido por la Paramount con el encargo de rodar nuevas secuencias en la infausta comedia negra OH DAD POOR DAD, MAMMA'S HUN YOU IN THE CLOSET AND I'M FEELING SO SAD! que había dirigido el pobre Richard Quine. Un asunto muy oscuro del que no sabemos el porcentaje de autoría de cada uno ya que prácticamente nadie ha conseguido ver esa película.

En España, a finales de los años cincuenta, una distribuidora nacional adquirió SWEET SMELL OF SUCCESS y estuvo a punto de ser estrenada con el título de CHANTAJE EN BROADWAY cuando fue misteriosamente retirada de circulación en el último momento. Es lógico suponer que tal vez la Junta de Censura de la época rectificó y decidió prohibirla.

16 comentarios:

  1. Película extraordinaria, dura, ácida, perversa e increíblemente violenta. No aparece ni una sola pistola y, sin embargo, produce una sensación de peligrosidad digna de la mejor película de cine negro.
    Este es el cine que a mí me gusta, por el que siento debilidad: las historias oscuras, los personajes turbios (que resultan tan fascinantes como ese J.J. Hunsecker interpretado por un Burt Lancaster excepcional -que, para una servidora, no es ya sólo su mejor interpretación sino su mejor personaje- y un Tony Curtis magnífico).
    No me extraña nada que en España no llegara a estrenarse. Viéndola, a día de hoy, su mensaje no ha perdido vigencia en absoluto sino todo lo contrario. Y, las sensaciones que tuvo que producir en su día siguen incólumes. Basta con rascar un poco en cualquier gremio para encontrar la podredumbre, corrupción y amoralidad que imperan en nuestra sociedad, que crea demonios al servicio de cualquier empresa.
    Para finalizar, tengo que quitarme el sombrero, la capa y hasta la ropa interior si hace falta ante ese genio que fue Mackendrick por crear una película que se revaloriza con cada nuevo visionado. Una película plenamente didáctica.
    Abrazos!

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  2. Gracias, Miriam, por ese perceptivo comentario en torno a la película de Makendrick que suscribo plenamente. Es de lamentar que obras cinematográficas de una importancia capital, diseñadas y resueltas sin concesiones, fueran ignoradas o abiertamente rechazadas en su día y que tengan que pasar décadas, cuando todos sus responsables están muertos, para que "afloren" sus virtudes y sean reconocidas. Viene ocurriendo siempre y es triste, ya digo.
    Un abrazo.

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  3. Francisco Martínez Vegazo13 de junio de 2023, 12:35

    Magnífica crónica que no solo ajusta cuentas con el olvido, pues aporta información apasionante de cómo la personalidad trenza mal con la libertad que otros, los poderosos, dejan ejercer.
    La película es una maravilla y todo lo que comentas y lo que indica Miriam es rigurosamente cierto. Sin duda, todo el elenco de actores está fantástico, pero me quito una vez más el sombrero ante una actor como Lancaster, que no suele aparecer entre los grandes y lo es. Un fuerte abrazo y por cierto, qué bien me lo pasé volviendo a ver esa pequeña joya de Mackendrick llamada "El quinteto de la muerte", donde Guinness está magistral.

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    1. Esta afiladísima crónica negra, además del personal punto de partida de Alexander Mackendrick, contó con los descomunales talentos de Cliffrod Odets (uno de los más comprometidos y mejores autores teatrales americanos) y Ernest Lehman (cuya mejor referencia es aquel portentoso guión escrito para Hitchcock y que dio lugar a una obra maestra como CON LA MUERTE EN LOS TALONES), además de las enriquecedoras aportaciones del propio Makendrick en diálogos y situaciones. En fin, todo un lujo que ya ves tú cuánto ha tardado en ser apreciado.
      EL QUINTETO DE LA MUERTE nos la vendieron en su día como la arquetípica comedia inglesa de humor negro. Es decir: fina ironía en situacio­nes y diálogos, intencionadas caricaturas de personajes y la pulcritud artesanal “made in Ealing" pasada por el tamiz y tintado de Mackendrick, menos "visible" aquí que en otras ocasiones, pero que no impide la filtración de su recelosa visión de la condición humana, más explícita, sin duda, en obras posteriores.
      Un abrazo.

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  4. La ví hace tiempo y la recuerdo como una película extraordinaria.

    Saludos.

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    1. Pues sí, Ricard, una película en verdad extraordinaria, lo que me lleva a recomendarte que pongas en funcionamiento todos tus recursos para localizarla y someterla a una merecida revisión.
      Un saludo.

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  5. Aurora R. Martín14 de junio de 2023, 0:48

    Cuando vi esta película he de confesarte que me dejó muy tocada. Es muy fuerte y de una dureza extraordinaria tanto a nivel de la historia que nos cuenta como de los personajes que la protagonizan por lo que entiendo lo inevitable de que el público la rechazara. Sus diálogos resultan ácidos e incómodos y la descarnada dureza de sus imágenes te hace desear que aquello acabe pronto. Dices tú que es una película pesimista; es más que eso, es desesperanzada.
    Burt Lancaster está soberbio y te doy la razón, ese J.J. Hunsecker da mucho miedo. De Tony Curtis te digo que ya sabía que fue un actor capaz arrebatarnos el corazón en comedia y de encogérnoslo como en este drama.
    Besos.

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    1. Hola, Aurora. A una película de este calibre se le debe justicia, aunque le haya llegado muy tardíamente. Por supuesto, suscribo todo lo que expones en tu intervención porque, en efecto, es muy áspera y refleja sin concesiones ese lado oscuro, casi demoníaco, del ser humano moviéndose como un gusano necrófago en la podredumbre de una sociedad enferma.
      Gracias por tu participación y, ya sabes, vuelve por aquí.
      Un beso.

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  6. Ya he podido ver esta peli y estoy aquí con los deberes hechos. Afirmo que "Chantaje en Broadway" no sólo me ha gustado... me ha empujado a amargas reflexiones (siempre es bueno que las películas te descorran velos). El guión nos desvela un mundo podrido, un ambiente que huele muy mal, de cómo las personas por el éxito, fama, dinero u otro tipo de intereses, sean capaces de venderse o vender al más amigo. Los personajes que incorporan Lancaster y Curtis están retratados sin ningún tipo de concesión. Ese J.J. Hunsecker, efectivamente como dice Aurora, da miedo, un hombre sin escrúpulos, tal vez con secretos complejos, del que intuimos una enfermiza pasión hacía su hermana Susi (muy guapa Susan Harrison), es capaz de recurrir a sucias bajezas para que esta criatura no sea feliz con el hombre que ama, contando con la servil colaboración de Sidney (Tony Curtis) que depende de él. Soberbios los dos actores. En Lancaster, no me pilla de sorpresa ya me lo había demostrado y conozco sus registros, uno de los grandes sin lugar a dudas. Tony Curtis, sí me ha sorprendido y gratamente en este drama, ya que siempre le había visto en comedia. La dura escena en que vende los favores sexuales de su amiga la cigarrera nos transmite indignación y lástima. Como bien dices, es un gusano necrófago moviéndose en una sociedad enferma. La peli, en un expresivo y riguroso blanco y negro, con bastantes ambientes interiores de clubs neoyorkinos, tiene ese punto decadente, noctámbulo y bullicioso donde esta "jauría" se mueve en un "quid pro quo" de favores, dame esto, que yo te daré lo otro... En fin, un peliculón, que me he alegrado de ver y me ha hecho salir a la fuerza de la Fantasilandia de mi Universo.
    Teo, espero haberme expresado bien, ya sabes que comentar pelis no es lo mío. Y por último decir que el maestro Visconti se equivocó (muy a mi pesar) cuando definió a Burt Lancaster, antes de trabajar con él, como un actor de western, aunque yo no lo he oído en boca del propio Luchino sino en palabras de Lancaster cuando fue entrevistado en un documental sobre el maestro milanés.
    Un abrazo.

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    1. Ya sabía de tu "pereza" a la hora de formular comentarios críticos en torno a las películas porque tú misma así lo has expresado en alguna ocasión ("no soy cinéfila, soy mitómana"). En cualquier caso, tu percepción de SWEET SMELL OF SUCCESS es muy certera porque la película es eso precisamente, dura y despiadada, sin concesiones a la galería.
      Esa supuesta opinión de Visconti respecto a Burt Lancaster era lógica si pensamos en que en aquella época el maestro milanés conocía superficialmente a este (excelente) actor sólo por películas como EL TEMIBLE BURLÓN, VERACRUZ, DUELO DE TITANES o LOS QUE NO PERDONAN. Dudo mucho que entonces el autor de ROCCO Y SUS HERMANOS hubiera visto esta película que ahora nos ocupa. En cuanto a Tony Curtis, además de un magnífico comediante (para mí, el mejor después de Cary Grant) demostró también su potencia dramática en papeles dificilísimos como su Albert De Salvo en EL ESTRANGULADOR DE BOSTON, por ejemplo.
      Pues sí, has hecho tus "deberes". La peli lo merecía ¿verdad?
      Un abrazo.

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  7. No tengo excusa por saber de la existencia de esta película y no haberla visto aún, pero por lo leído aquí me parece bastante interesante y la tendré en cuenta en el futuro. Creo que raras veces se ha visto a Tony Curtis y Burt Lancaster en papeles de "malvado". La comentada atracción incestuosa del villano por su hermana me recuerda aquella “Scarface” de Howard Hawks.
    No conocía a la actriz Barbara Nichols, pero en esas fotos se parece un poco a Marilyn.
    Abrazos.

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    1. Hola, Maribel. Siempre que se lo permitían, a Tony Curtis le gustaba escapar de su cliché, e incluso utilizaba narices postizas para endurecer sus rasgos de "chavalote simpático" (FUGITIVOS, EL SEXTO HÉROE, EL ÚLTIMO DE LA LISTA, EL ESTRANGULADOR DE BOSTON). El año anterior a la película que comentamos habían rodado juntos TRAPECIO de Carol Reed y de aquella buena sintonía surgió su nueva reunión para incorporar a este par de desalmados.
      Tienes razón, Maribel, existe cierto paralelismo en la anómala relación entre aquel Tony Camonte con su hermanita y este J.J. Hunsecker con la suya. Solo que éste da más miedo pese a no llevar pistola. Curiosamente, dos años más tarde Lancaster incurrió en una relación semejante en el film de Huston LOS QUE NO PERDONAN, donde también estaba enamorado de su hermanita Audrey Hepburn no permitiendo que ningún hombre, salvo él, se le acercara.
      Siempre que tengo ocasión, me gusta mencionar y homenajear a la gran Barbara Nichols a la que rara vez dieron ocasión de protagonizar una película. Siempre la encasillaron en papeles secundarios de, o bien rubia casquivana, o de amiga (casquivana) de la protagonista. Pero por encima de su rubiez y su cuerpo marilynesco siempre rezumaba ternura cuando no patetismo y desamparo (de ahí también su "proximidad" con Norma Jeane). En la peli de Makendrick incorpora un personaje baqueteado por la vida, tan incauto y vulnerable que dan ganas de estrangular a ese Sidney Falco (Curtis) que la manipula y chantajea para que acepte prostituirse.
      Un abrazo.

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  8. Alexander Mackendrick era un perfeccionista, y consigue un film que desde el punto de vista académico, es irreprochable. Una peli en la que se nota que los engranajes de la maquinaria están manejados por auténticos profesionales, de esa gente que no tiene mucho nombre pero que conoce su oficio a la perfección, con lo que consiguen que, a base de pequeños detalles que no notamos cuando todo va bien, la visión que nos queda del film es que roza la perfección.

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    1. Ese perfeccionismo al que aludes que no es sino un alto nivel de autoexigencia, fue el que a Mackendrick le amargó la vida en varias ocasiones cuando (algunas de) sus películas fueron manipuladas, alteradas o despedido de su rodaje y lo que finalmente le llevó a una decepcionada "jubilación" anticipada.
      Nota: no recuerdo con exactitud en qué año (calculo que hace cuatro décadas) Mackendrick fue invitado al Festival de San Sebastián como jurado de una sección paralela. En los días que estuve allí me crucé con él en dos ocasiones; paseaba solo en pleno anonimato. En las revistas que aparecieron en aquellas fechas no se mencionó su presencia y nadie le entrevistó. Aquello me pareció tan triste como injusto.

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  9. El tono de la década de los 50 se vio reflejada en los títulos de los best-sellers de la época. La gente llegó a creer que Estados Unidos estaba formado por una multitud solitaria de personas que intentaban ascender en la escala social, por hombres de negocios vestidos de gris que servían a una élite poderosa y buscaban el éxito a toda costa. Había una cierta dosis de verdad en este retrato de las clases medias norteamericanas, pero limitada. Cuando esas obras literarias fueron llevadas a la pantalla, la imagen de docenas y docenas de varones atribulados por el precio que tenían que pagar a cambio del éxito empezó a aparecer algo lúgubre y monótona. De ahí que "Chantaje en Broadway", resultara y siga resultando tan refrescante. Abordaba el tema del triunfo y de sus costes, pero en un contexto infinitamente más disoluto y, por tanto, más divertido y entretenido que las habituales tragedias ambientadas en despachos y hogares acomodados.
    Pocos extranjeros se han mostrado tan familiarizados con los usos y costumbres norteamericanos como Mackendrick, quien logró captarlos mejor de John Schlesinger en "Cowboy de medianoche" (1969) o que Alan Parker en "Fama" (1980), precisamente porque supo comprender los aspectos más sórdidos del mundillo de Broadway y mostrarlos al desnudo.
    Sin embargo, la mayor baza, y razón del éxito, de esta película la constituye los espléndidos diálogos de Clifford Odets y Ernst Lehman. Los rápidos intercambios de frases y las observaciones agudas y cortantes representaban para el cine norteamericano lo mismo que el verso libre para el teatro isabelino: una convención verbal que sirve para comprimir y transformar metafóricamente el habla habitual en algo completamente distinto, ofreciendo así al autor la posibilidad de abordar temas que, en caso de expresarse en lenguaje coloquial, resultarían grandilocuentes y pretensiosos. Para mí, el diálogo debe ser también acción. Tiene que ser breve y movido, formar parte de la progresión de la película. Algo que hoy en día se ha perdido para siempre, y, en su lugar asistimos a interminables diálogos planos, convencionales, pura cháchara.
    Cómo olvidar a Bart Lancaster saliendo de madrugada del Stork Club, aspirando el aire neoyorquino y susurrando: "Adoro esta ciudad de mierda".
    Un saludo

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    1. En primer lugar, disculpa la tardanza en contestar a tu comentario (supongo que para otros resultará fácil resolverlo, pero el que suscribe continúa sin conseguir recibir aviso de los comentarios entrantes).
      En la pertinente introducción de tu texto creo entender el sentido que pretendes dar a términos como “refrescante”, “divertido” y “entretenido” aunque en cierto modo resulten chocantes aplicados a la película que nos ocupa, negra, inmisericorde y de un pesimismo atroz. Sí es cierto que los afilados y venenosos diálogos de Clifford Odets y Ernst Lehman, en los que también participó el propio Mackendrick, como bien apuntas, deben ser (aquí lo son) parte integrante y esencial de la acción. Y sin ir más lejos, ahí están Billy Wilder, I.A.L. Diamond y Joseph L. Mankiewicz para demostrarlo.
      Una pequeña nota: digamos que la “extranjería” de Alexander Mackendrick respecto a Norteamérica fue solo una circunstancia o tal vez una opción personal. En efecto, la mayor parte de su carrera se desarrolló en Inglaterra, pero nuestro hombre nació en Boston.
      Un saludo.

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