EL FUEGO FATUO (Le feu follet)

(Fr) Nouvelles Editions de Films, 1963. 112 min. BN.

Pr: Irenée Leriche. G: Louis Malle, basado en la novela de Pierre Drieu La Rochelle. Ft: Ghislain Cloquet. Mt: Suzanne Baron. Son: Guy Villette y Jean Nény. DA: Bernard Evein. Vest: Gitt Magrini. Ms: Erik Satie. Ayudante Dr: Volker Schlöndorff. Dr: Louis Malle.

Int: Maurice Ronet, Léna Skerla, Jean-Paul Moulinot, Mona Dol, Bernard Noël, Jeanne Moreau, Alexandra Stewart, Tony Taffin, Claude Deschamps, Hubert Deschamps, Yvonne Clech, Ursula Kubler, René Depuy, Jacques Sereys, Henri Serre, Pierre Moncorbier.

Una sábana aísla a Alain (Maurice Ronet) de Lydia (Léna Skerla), la amiga de su alejada esposa. El contacto, la comunión con un mundo que ya no siente, ya es imposible.
Lydia debe regresar a Nueva York e intenta infructuosamente convencer a Alain de que viaje con ella para un reencuentro con su mujer. Ella se despide: "Te abandono ante tu peor enemigo, tú mismo".
En esa última escapada a París se reencuentra con su amigo Dubourg (Bernard Noël), ahora un aburguesado padre de familia. 
En su deambular por las calles de ese París testigo de sus pasados excesos descubre tras un escaparate a Eva (Jeanne Moreau), una antigua amiga.
Tras años sin verse, ella le invita al lugar donde se reúne con amigos poetas  y bohemios.
Con Alain como testigo, Eva escucha indolente lo que discuten los miembros de ese heterogéneo grupo.
Eva contempla descorazonada cómo un deprimido Alain se despide abandonando ese lugar.
Un espectral y desaliñado Alain recorre las calles de un París lluvioso.
Aunque el médico de ese centro de desintoxicación para alcohólicos le dice que ya está curado, Alain siente miedo ante la idea de tener que abandonar ese lugar-refugio de manera definitiva. 

SINOPSIS:
Alain Leroy, casado con una estadounidense, ha completado un largo tratamiento en una clínica privada cercana a París para desintoxicarse de su alcoholismo. Ante la perspectiva de volver a enfrentarse a su existencia cotidiana, decide quitarse la vida. Pero antes, inicia un recorrido visitando a la gente que formó parte de su pasado: sus amantes y sus antiguos amigos parisinos.

En su ronda de despedidas, visita a Solange (Alexandra Stewart), un antiguo amor que no fructificó, ahora una mujer casada y acomodada.
En esa velada en casa de Solange...
...Alain comprende que ha llegado al final. 
"No puedo tocar las cosas, cuando las toco no siento nada"
Alain frente al intelectual Brancion (Tony Taffin), uno de los invitados en casa de Solange que no parece entender a nuestro hombre.
Sopesando el momento y el modo.
Alain en contacto con el frío de la pistola Luger.
Del ser humano que fue solo queda la carcasa. El momento de la huida definitiva ha llegado.
Tras el disparo, una imagen congelada. Vacío, nada.

COMENTARIO:
La opción de una cámara cercana pero no participante, escrutadora pero insensible, nos empuja a pensar que en realidad esa cámara podría ser el ojo del protagonista observándose a sí mismo desde el vacío. Por tanto, no le pierde en ningún momento, ni le juzga, sigue a ese hombre “curado” que ya no tiene gusto ni placer de vivir. En el espejo de su habitación en la clínica figura escrita una fecha, el 23 de julio, como un aviso, como un recordatorio, y la película comienza día y medio antes. Nunca sabremos algunas de las motivaciones de Alain en su camino hacia la nada y solo nos queda seguirle impotentes en su postrero recorrido, sus últimos encuentros. De regreso a su habitación, parece que el contacto con la fría textura del acero de la pistola Luger le estimula, pero tan solo como el instrumento de su suicidio.

Podemos seguir esa calculada y asumida autodestrucción de Alain o quedarnos fuera observándola sin pedir explicaciones dado que el realizador evita en la medida de lo posible la implicación del espectador o su acercamiento emocional mediante un tratamiento formal -como decía al principio- frío, que nos exime inmunizándonos del atractivo exterior de ese personaje terminal que así queda como aislado del resto del plano. Fuera de la vida, a la que siempre ha temido.

La portentosa dirección de Louis Malle en este su quinto largometraje, ayudó al gran Maurice Ronet (con el que ya había trabajado en ASCENSOR PARA EL CADALSO) a conseguir una impresionante composición, probablemente la mejor de toda su carrera.

"Me mato porque no me habéis amado, porque yo no os he amado. Me mato porque nuestras relaciones fueron débiles para estrechar nuestras relaciones. Dejaré sobre vosotros una mancha indeleble”“.

10 comentarios:

  1. El director no encontró necesario explicitar las motivaciones de ese Alain Leroy, aunque intuimos desde el principio la decisión que ha tomado. Solo nos queda seguirle en ese recorrido como simples curiosos para ver cómo a su manera va despidiéndose de sus amigos parisinos hasta la comprobación final, seca, terrible, asumida, de un hombre moralmente desecado huyendo de sí mismo. Esta película me produce un insoportable malestar y me cuesta mucho volver sobre ella pero, sin embargo, lo hago cuando surge una ocasión como esta que nos brindas.
    Un saludo.

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    1. Entiendo tus reticencias ante el film de Malle por ese desasosiego que te invade ante su visionado. Creo que muchos en su día le reprocharon a EL FUEGO FATUO ese individualismo exento de motivaciones racionales que les escamoteaba una interpretación -digamos- satisfactoria o al menos, cómoda de ese "recorrido". Bueno, la película en cuestión es una rigurosa negativa a cualquier posibilidad de salvación de un individuo, tú mismo lo defines, que ha tomado la decisión de quitarse de enmedio. Faulkner escribía en “Las palmeras salvajes” aquello de “entre el dolor y la nada, elijo el dolor”; pues bien, nuestro vaciado Alain elige la nada. Eso sí nos lo deja claro.
      Un saludo.

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  2. Una película tan cruda como bella.

    Saludos.

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    1. En el caso de EL FUEGO FATUO casi te pediría que me definieras el término "bella". Tal vez, irónicamente, la belleza del crisantemo.
      Un saludo.

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  3. Magnífica interpretación de Maurice Ronet que nos hace sentir todo el vacío interior de su personaje.

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    1. Gran actor Maurice Ronet, sin duda. Como apuntas, en esta película su composición resulta escalofriante.

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  4. Algunas películas las tengo semiborradas de mi memoria pero esta no es una de ellas. La vi hace ya tiempo y la impresión fue muy importante, demoledora. Ese “23 de julio” escrito en el espejo de la habitación de Alain Leroy no era la fecha de un suicidio anunciado sino que suena más a un suicidio programado. En ciertos aspectos, incluida la estructura narrativa, me recordo un poco a “Cleo de 5 a 7” por el recorrido parisino de ese Alain paralelo al de la protagonista de la película de Agnes Varda, ambos en una situación anímica grave.
    Y ahora una cosa que me parece curiosa: en todas las películas que he visto en las que interviene Maurice Ronet, su personaje acaba muriendo (y en dos de ellas le mata Alain Delon).
    Saludos!

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    1. Hola, Inma: No había caído en la cuenta sobre los posibles paralelismos con el film de la Varda, si bien aquel era mucho más luminoso y menos mortuorio que el de Malle. Con el que guarda más semejanzas tal vez sea con EL SIGNO DEL LEON de Rohmer. Allí, el desahuciado protagonista (Jess Hahn) en una situación límite recorre un París canicular visitando a algunos amigos...
      Tienes razón, posiblemente Maurice Ronet fue el actor (junto con William Holden) que sin haber encarnado a ningún villano, más veces murió a lo largo de su filmografía, incluso en algunas películas era asesinado apenas mediada la trama (A PLENO SOL, LA PISCINA, LA MUJER INFIEL).
      Un abrazo.

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  5. Cuando hace dos días leí esta entrada confieso que no había visto esta película, por lo que rauda me puse a localizarla y conseguirla (me prestó el dvd un amigo). Ahora puedo decir que me ha dejado en un estado lamentable, deprimida y hasta un poco conmocionada por las imágenes de ese postrero itinerario del protagonista. Por supuesto que el comentario de Teo lo suscribo en su totalidad y puedo afirmar que "El fuego fatuo" es una crónica que desazona y finalmente te deja inmóvil en el sitio con la cabeza inclinada sobre el vacío de ese hombre.
    Un abrazo.

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    1. En primer lugar, me siento muy bien comprobando que merced a esta entrada has descubierto la película de Louis Malle. Eso justifica y da sentido a la existencia de rincones como éste.
      Por otro lado, me ha gustado cómo en esas dos líneas que cierran tu comentario consigues sintetizar tan poética como telegráficamente la impresión que te ha producido el visionado de EL FUEGO FATUO.
      Un abrazo.

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