QUE EL CIELO LA JUZGUE (Leave Her to Heaven)
(USA) T. Century-Fox, 1945. 111 min. Color.
Pr: William A. Bacher. G: Jo Swerling, basado en la novela de Ben Ames Williams. Ft: Leon Shamroy. Mt: James B. Clark. DA: Lyle R. Wheeler y Maurice Ransford. Vest: Kay Nelson. Ms: Alfred Newman. Dr: John M. Stahl.
Int: Gene Tierney, Cornel Wilde, Jeanne Crain, Vincent Price, Mary Phillips, Ray Collins, Gene Lockhart, Reed Hadley, Chill Wills, Grant Mitchell, Addison Richards.
Conocemos a Ellen Berent (Gene Tierney) dando una cabezadita mientras viaja en tren. Cuando despierta, nos deslumbra su belleza y ella a su vez queda extrañamente fascinada por el caballero que recoge el libro que leía cuando cae de su regazo cuando dormía. El caballero en cuestión es Richard Harland (Cornel Wilde), autor de ese libro, como podemos percibir por la fotografía de la contraportada. Ellen, a lomos de un caballo, recorre un agreste paisaje mientras esparce las cenizas de su fallecido padre. Elle y Richard, ya casados, viven las primeras semanas de su matrimonio en una nube de amor. Ellen pronto comienza a dar muestras de desequilibrios emocionales (observad sus manos crispadas). La dulzura y belleza de Ellen ocultan el lado oscuro de esta mujer. Ruth Berent (Jeanne Crain), la hermanastra pequeña de Ellen. Richard está muy enamorada de su esposa y ella de él, hasta el punto de querer apartarlo del resto del mundo dejando a las claras el carácter posesivo de su amor por ese hombre.
SINOPSIS: Tras conocerle durante un viaje en tren, una bella mujer posesiva y celosa se casa con un escritor, y el obsesivo amor que siente por él la lleva a provocar de forma intencionada la muerte de dos seres inocentes. Cuando el esposo toma conciencia de que se ha casado con una perturbada, pretende abandonarla, pero ella se suicidará de forma que parezca un asesinato cometido por su hermanastra, a la que creía su rival.Angustia y un toque de locura en los ojos de la bellísima Ellen.
La secuencia cumbre de la película, de noquearte dureza, comienza así... Danny (Darryl Hickman) es el hermano pequeño de Richard y padece parálisis en las piernas. No obstante, su carácter voluntarioso y tenaz le empuja a querer nadar en el lago acompañado por Ellen. Ellen consiente el deseo del muchacho de nadar y aprovecha la ocasión para "librarse" del estorbo de su presencia en la vida de ella y su esposo. El pobre Danny se hunde en las aguas del lago sin ser auxiliado. Posesiva y perturbada, Ellen no se detendrá ante nada para eliminar obstáculos en su enfermiza obsesión por conservar el amor de Richard. Con una criatura en sus entrañas, Ellen prepara el "accidente" de las escaleras. En su delirante carrera hacia ninguna parte, esta mujer no duda en "asesinarse" a sí misma de tal manera que las culpas recaigan sobre su hermanastra a la que considera su rival. El fiscal Russell Quinton (Vincent Price). En el juicio Richard será presionado sin compasión por Russell, un fiscal con una motivación personal en la obtención de culpabilidad. Era inevitable: Ruth aparece en el juicio como culpable de la muerte de Ellen.
COMENTARIO: Cuando hablamos de la sublimación del melodrama, rápida e inevitablemente nuestra “cultura” cinematográfica nos lleva a Douglas Sirk. Sin embargo, no fue el único capaz de elevar a la categoría de obra de arte films adscritos a este -muchas veces- menospreciado género por aquellos críticos y espectadores que consideraban su proximidad al folletín como material destinado a públicos intelectualmente poco exigentes. Pues bien, antes de que en la década de los cincuenta Sirk se convirtiera en su mejor cultivador, existió un director, John M. Stahl, que lo abordó con exquisitez y evidente talento. De hecho, aquel alemán importado por Hollywood “remakeó” años después algunos títulos que Stahl había rodado en la decada de los treinta (MAGNIFICENT OBSESSION, IMITATION OF LIFE).
QUE EL CIELO LA JUZGUE es un melodrama depurado hasta la absoluta perfección cuya arquitectura argumental se basa en el geométrico ensamblaje de sus piezas sin necesidad de argamasa; una es consecuencia de la anterior y presiona sobre la siguiente formando así un todo lógico e inexorable. No faltan además algunos elementos de thriller y toques freudianos (o más exactamente jungianos) pues algunos detalles (que dejan de serlo por su evidencia) nos ponen sobre la pista de que Ellen arrastra un complejo de Electra sobre el que pivota la trayectoria de su enfermiza y posesiva obsesión amorosa que deviene locura y maldad casi en estado puro.
El film, de narrativa suave y precisa a través de un gran flashback, contiene momentos antológicos que han quedado enganchados para siempre en nuestra memoria cinéfila, como esas imágenes de onírica belleza que muestran a la Tierney cabalgando a lomos de un caballo sobre un paisaje agreste mientras esparce las cenizas de su difunto padre (de quien evidentemente estaba enamorada), o más tarde, la noqueadora secuencia de ella en medio del lago escudándose tras unas gafas negras mientras desde la barca contempla con estatuaria frialdad el escalofriante desarrollo del ahogamiento de su tullida e inocente víctima, o cómo diseña su “caída” por las escaleras en su intentona para librarse de otro ser inocente que la estorba. Y la cumbre, ese delirio vengativo de Ellen llevado "más allá de la muerte".
Se trata probablemente del mejor trabajo de John M. Stahl (como decía al principio de este comentario, un olvidado director a reivindicar) en el que debe destacarse asimismo un inspirado trabajo con el color como elemento dramático y la sabia utilización tanto del paisaje como de la embelesante y a la vez ambivalente belleza de Gene Tierney en el mejor papel de toda su carrera.
La excelente fotografía de Leon Shamroy, realizada en delicados tonos pastel, contribuyó a darle un aspecto más idílico, si cabe, a los maravillosos escenarios naturales en los que transcurre buena parte del metraje, y realzó hasta el paroxismo la belleza de una Gene Tirney más hermosa que nunca.
ResponderEliminarDe no haberse cruzado Joan Crawford en su camino, estaríamos hablando de una actriz oscarizada por este papel.
Como dijo Martin Scorsese, Que el cielo la juzgue, es una película negra en rutilante color.
Leon Shamroy fue un maestro del color. No sé cuántos Oscars ganó el tío (creo que fueron cinco). Uno se lo concedieron por esta que nos ocupa y el último lo ganó por la asombrosa fotografía de CLEOPATRA de Mankiewicz.
EliminarEn cuanto a la Mildred Pierce que compuso Joan Crawford, claro, era una rival imbatible. Mala suerte para nuestra chica, sobre todo porque su personaje resultaba más difícil y complejo que el de la Crawford, sin duda más preceptivo en el género.
Además de las características de un intenso melodrama veo en esta película algunos trazos de cine negro, aunque no se ajuste canónicamente al género porque se rodó en un espléndido tecnicolor, no está poblada por personajes del hampa y la “femme fatale” no utiliza sus encantos para progresar socialmente, sino que la razón de sus maldades reside en que está gravemente perturbada. Quizás debamos considerarla como la mejor película de Gene Tierney junto con “Laura”. El resto del elenco tampoco desentona y la belleza de Jeanne Crain resulta particularmente adecuada para hacer de hermana (adoptada y en realidad sólo prima) del personaje de la Tierney.
ResponderEliminarUn abrazo.
Estoy de acuerdo contigo, Maribel, pero solo parcialmente. Esta película creo que no se ajusta a los cánones del género negro porque es ante todo un melodrama con un contenido de alto voltaje (que he intentado explicar en el post), si bien, en la segunda parte y de manera especial en el desenlace, aparecen mezclados elementos que pueden ser considerados de ese género.
EliminarEn cuanto a si es la mejor película que rodó la Tierney, siendo sin duda su mejor composición, yo tal vez por razones subjetivas, me quedaría con EL FANTASMA Y LA SRA. MUIR. Esa sí es para mí la mejor película de Gene Tierney, una actriz cuya belleza siempre me ha hecho perder la chaveta.
Un abrazo.
"Puro cine negro en refulgente color" creo que eran las palabras de Martin Scorsese sobre esta película y que Trecce las ha traído a colación en su comentario - suscribo totalmente su comentario. Es la primera -y de momento la única- película que he visto del hasta ahora ¡sorry! desconocido John M. Stahl y en verdad que es puro cine. Todo es excelente en ella, desde esos paisajes a la historia en sí, el modo sosegado pero inexorable con que el director desarrolla la trama. Parece algo así como un "cocido a fuego lento", con todos los ingredientes tocados por una varita mágica para hacer de este film un thriller entre los mejores.
ResponderEliminarPor supuesto, esta película no sería lo mismo sin la esplendorosa, magnética y subyugante Gene Tierney, que demuestra que era mucho más que una mujer de gran belleza, una actriz inmensa. Tan sólo se me ocurre otra gran mala malísima a la altura: Bette Davis en "La loba". Y, sin embargo, Tierney me resulta más "cinematográfica" que Davis. Es que se come la pantalla y, por supuesto, eclipsa totalmente al sosísimo Cornel Wilde (para mí, el único error de la peli). Tan sólo echo de menos en esta peli más presencia del atractivo Vincent Price, cuyas breves escenas de ambos juntos es puro embeleso.
Abrazos!
Debo tener un concepto muy restrictivo de lo que es cine negro porque -insisto- la película de Stahl me parece más un melodrama que un "noir". Los crímenes, los actos malvados de Ellen a lo largo de la trama son la consecuencia de su perturbación (se casa con Richard porque se parece enormemente a su difunto padre del que estaba enamorada como una posesa), no de un espíritu perverso o de un propósito material y delictivo.
EliminarEn cuanto a la elección de Gene Tierney, efectivamente, me parece el gran acierto de la película pues su embelesante belleza nos hace comprender mejor la "ceguera" de los que la rodean y a semejanza de ellos crea también en el espectador esa esquizofrénica postura respecto a su naturaleza, es decir, sus refinados modales, su atrapante carisma, impide a todos ver el abismo aunque lo presientan (presintamos) cerca. Cuando mencionas a la Bette Davis de LA LOBA, imagino que lo haces porque en ambas películas existe una escena semejante (el asesinato pasivo del marido en una, y el del cuñado adolescente en la otra). La Davis, con su físico y su estilo, no hubiera podido incorporar a Ellen porque habría creado una animadversión hacia ella desde el principio. Partiendo de la premisa de que la Tierney está perfecta, sólo veo otra actriz que habría podido igualar la jugada: Vivien Leigh.
Un abrazo.
Pues siéndote sincera, en el momento que he apuntado a Bette Davis no me acordaba especialmente de la escera de la escalera junto al infravalorado -y olvidado- Herbert Marshall. Simplemente lo he hecho porque de todas las películas que he visto, las que personalmente me resultan más brillantes interpretaciones de malas integrales corresponden a ellas dos. No he visto otras malas más fascinantes que ambas en respectivas películas.
EliminarA Vivien Leigh no la termino de ver como una mala perfecta, la veo más como personaje caprichoso y egoísta. Es decir, su personaje de Scarlett O'Hara, que lo clava.
Abrazos!
Cuando colocaba a Vivien Leigh (de no haber existido Gene Tierney) como una adecuada Ellen Berent, lo hacía desde la premisa que intentaba explicar más arriba en virtud de la cual no considero ese personaje como una mala integral sino más bien como una mujer enferma (en su caso, un complejo de Electra llevado hasta las últimas consecuencias) cuya mente funciona con parámetros que la impiden discernir entre el bien y el mal. Ella ve lo que desea como a través de un tubo y todo lo exógeno a ese círculo, no existe, y lo que interfiere esa seleccionada imagen, lo elimina como un estorbo.
EliminarVivien Leigh era tan bella y seductora como la Tierney, además era una estupenda actriz y los personajes con desequilibrios emocionales eran su especialidad. o como tú dices, los clavaba. En cambio, con la Davis te doy la razón pues la combinación de ese peculiar físico con su talento de actriz la convertía en idónea para incorporar con estremecedora convicción a mujeres frías y desalmadas, es decir, malas integrales.
Cuando vi este clásico por primera vez yo era una cría, tal vez tendría trece o catorce años, y fue en la televisión. Recuerdo cuánto me gustó, cuánto me impresionó... Volví a verla hace como unos diez años y ahora en tu blog he ido seguiendo cada foto, con su pie correspondiente, y eso me ha ayudado a recordarla con mayor nitidez. Dura y fascinante, una incomparable joya. Qué guapísima era la Tierney y que poco me gustaba Cornel Wilde.
ResponderEliminar¡Saludos!
Hola, Inma: parece unánime el poco entusiasmo que nos causa la presencia de Cornel Wilde en la película. En el Hollywood de aquellos años, era el inconveniente de tener actores (o actrices) bajo contrato, aquellos famosos contratos de siete años renovables, que había que rentabilizarlos y en ocasiones los colocaban en papeles que a todas luces no les iban.
EliminarSi dispones de un reproductor de blu-ray, este es el momento de revisar QUE EL CIELO LA JUZGUE pues hace algún tiempo han editado la película con la imagen y el sonido (en la versión original) restaurados y es un auténtico placer verla en esas condiciones.
Un abrazo.
Una OBRA MAESTRA, así con mayúsculas, mezcla de cine negro y psicológico. No voy hablar del film, que tod@s, sabemos de que va, nos gusta y estamos de acuerdo que es un peliculón, el color intenso de las imágenes le confieren aún más fuerza a lo que se nos narra. Creo que Tierney fue la actriz perfecta para este papel, guapa, guapísima, con una fuerza en la mirada impresionante, los " modelazos " que me saca en toda la peli, son de infarto, cualquier mujer mataría por un vestuario semejante, jajaja!!! Respecto a Bette Davis, siendo una mis actrices favoritas y una gran profesional, claro que habría encontrado la llave para meterse en ese rol, pero a Bette le faltaba, es evidente, esa sublime belleza de la Tierney.
ResponderEliminarRespecto a si mi admirada Vivien hubiera bordado el papel, no me cabe duda que habría sido una estupenda Ellen, teniendo esa belleza también sobrecogedora y ese talentazo, pero ocurre, que Vivien, a pesar de la fuerza de su mirada, siempre hay algo en ella frágil, algo de sufridora y victima, que no es el caso del personaje de Ellen, ésta no se para ante nada para conseguir sus objetivos, es decir, el sujeto de su amor lo quiere poseer para ella sola y arrasará con todo lo que se interponga en su camino, incluida su propia vida, para culpar a la hermana, a la que cree su rival. Su carácter enfermizo y obsesivo la convierte en una mujer perturbada, pero atención, es el AMOR, lo que la lleva a comportarse de ese modo, no es la ambición, ni el poder, ni la envidia, ni el dinero...es EL AMOR, lo que mueve su vida, el motor, que la mantiene viva y hace palpitar su corazón. Y haciendo un poco de abogado del diablo, ya que esto es sólo una peli, que motivo más grande puede haber en esta vida que desear que el objeto amado nos pertenezca en su totalidad. Sobre el complejo de Electra que arrastra nuestra protagonista, es muy posible que así sea... no voy a entrar en discursos freudianos ni jungianos.
Lo que no me gustó nada es el prota masculino, Cornel Wilde, que le veo un look de antiguo y de " moña", no me pega que una mujer tan guapa, tan irresistible como Ellen, sienta esa pasión que la lleva hasta el homicidio cruel y su propio suicidio por un señor que tiene una pinta de repeinado y de gay. Creo que otro actor, ahora no se me ocurre ninguno, bueno sí Gary Cooper, que era un hombre para perder el sentido, la cabeza y llevar a cualquier mujer a la locura, pero seguro, que tú, apreciado Teo, me vas a dar otros candidatos.
Un beso.
Partiendo de la consensuada base de que estamos ante una obra maestra, habiendo visto la película dos veces en estas últimas semanas para preparar el post (acudiendo a la edición restaurada en blu-ray), confieso también mi flipe con el (amplísimo) vestuario que la Tierney exhibe a lo largo de la trama, sencillamente impresionantes todos los modelazos en su increíble y desbocado diseño. En cuanto a la elucubración de cómo lo hubiera interpretado Bette Davis, seguro que se hubiera hecho odiar ya desde los primeros fotogramas donde apareciera con lo que habría desaparecido el sentido del personaje ya que su premisa era la de fascinar con su encanto y belleza a los que tiene bajo se área de influencia impidiéndoles "razonar" con lucidez y ver más allá de las apariencias. Tienes también mucha razón (y en eso no había caído yo) en tu alusión a la "fragilidad y victimismo" que rezumaba Vivien Leigh muchas veces (no en su Scarlett, claro) y que no casaría con la Ellen de esta película, pero no olvides que Vivien también supo darnos ese mismo año una seductora Cleopatra en la película de Gabriel Pascal.
EliminarEn otro orden de cosas, no puedo estar de acuerdo contigo, Emma (ni con Miriam que te apostilla más abajo) cuando tratáis de "comprender" o incluso "disculpar" las acciones de Ellen sólo porque es el AMOR el motor que la empuja a actuar así. Por supuesto que es el amor, pero una concepción distorsionada y destructiva de ese sentimiento. No perdamos de vista que estamos hablando de una mujer enferma, trastornada, por muy bella y fascinante que nos parezca a todos.
Ahora sí, vuelvo a darte la razón respecto al evidente "miscasting" en la elección de Cornel Wilde, un actor de escaso atractivo físico y limitadas dotes interpretativas (cuyo mayor mérito fue haber sido el esposo de la rubia Jean Wallace y haber dirigido tres o cuatro pelis poco convencionales en la década de los sesenta). Sé de tu entusiasmo por Gary Cooper (admiración que comparto) pero esa Ellen necesitaba un galán menos "potente" para seguir siendo ella el eje de la historia.
Un abrazo.
El comentario de Emma sobre esta película me parece excelente y muy agudo. En cuanto al motor que genera las acciones del personaje de Gene Tierney, el amor, como lo describe, es algo que ni siquiera me había parado a reflexionar pues yo pensaba más en la obsesión y la posesión llevados a la maldad extrema, pero es cierto que el motivo último es el amor del personaje llevado al límite.
EliminarEn cuanto a lo de Cornel Wilde, plenamente de acuerdo con ella -y con el resto de parroquianos de este post- y sigo dándole vueltas sobre qué actor hubiera podido encarnar el personaje de Cornel Wilde sin eclipsar a la Tierney (quitando a mi querido Vincent Price) y el único que se me ocurre, por el momento, es Glenn Ford. A simple vista, puede parecer que no hagan buena pareja, pero no hace mucho ví una película con los dos como protagonistas -creo que se titula "El secreto de Convict Lake"-, y la verdad es que vi química entre ellos. Aunque una servidora opina que con quien hizo una pareja extraordinaria Glenn Ford fue con Gloria Grahame. Hubiera apostado, después de ver "Deseos humanos" del gran Fritz Lang, que hubo algo entre Ford y la Grahame.
Pero bueno, que me voy del tema, una vez que ya hemos tirado a la papelera a nuestro amigo Wilde, escucho gustosamente qué actores opinais vosotros que harían buena pareja con la Tierney en este film.
Abrazos!
Me ha entretenido mucho leer todos vuestros comentarios y no me ha quedado claro porqué os habéis enzarzado en aplicar supuestos sobre cómo sería la película con otros intérpretes. Yo os lo puedo decir: sería OTRA PELÍCULA, resulta obvio. La que existe a mí me gusta tal como es, por eso suscribo lo de su perfección como melodrama negro ya señalada en el post de Teo. Lo que más me sorprende de un producto rodado en 1945 es la naturaleza audaz de los temas que en él se tocan o simplemente se sugieren ¡es sorprendente! y su elegancia narrativa. Ah, por supuesto, Gene Tierney está en el gran papel de su vida y entiendo perfectamente el entusiasmo que Teo demuestra por esta actriz siempre que tiene ocasión. La selección de fotogramas ¡maravillosa!
ResponderEliminarUn abrazo para todos.
Hola, Aurora: a mí me parecen estupendas estas tertulias que, por cierto, no se dan a menudo, por lo menos en este blog. Ya me gustaría que se repitieran. En cualquier caso, entre tanta disquisición de si "son galgos o son podencos", tú has venido a poner las cosas en su sitio. Y la "moraleja" es que todos nos quedamos con Gene Tierney.
EliminarLas fotos que ilustran el post las elegí con mucho mimo buscando siempre la adecuación y la calidad; me alegra que te hayan gustado.
Gracias por tu fidelidad a este rincón.
Una de esas películas redondas, inquietantes, fascinantes, inolvidables. Como dices, llama la atención el uso del color y Gene Tierney, que, fíjate, no es de mis favoritas (sin restarle mérito, que sé que a muchos os trae de cabeza), pero es que en esa época había tantas actrices buenas y con glamour que resulta difícil elegir. En “Que el Cielo la juzgue” la Tierney se adecúa precisamente porque tiene cara de gata mala, je,je, y está deslumbrante, hay que reconocerlo. Un papelón. Tal vez Vivien Leigh lo habría hecho genial, pero mejor dejémosla para Escarlata. También me inclino sobre que la película en algunos puntos tiene características de cine negro, como decís por ahí arriba, aunque el contexto y la estética no estén en la orotodoxia del género..
ResponderEliminarSaludos, Teo.
Sí, el tratamiento del color en esta película es impresionante con esa amplia gama de ocres con los que juega, los blancos, los verdes esmeralda... Todo un prodigio propiciado por la asombrosa fotografía de Leon Shamroy (como decía más arriba, el mismo que fotografió CLEOPATRA de Mankiewicz). Me ha hecho gracia eso de "cara de gata mala", porque efectivamente esa metáfora que utilizas adquiere en esta película una especial pertinencia.
EliminarCreo que sí, como dice Miriam mejor será dejar a Vivien definitivamente engullida por su Scarlett O'Hara. Además, ¿por qué comerse el tarro cuando ya se ha insistido aquí en lo de que Gene Tierney está perfecta?
Un saludo.
Alberca-lago-mar, un aumento de la dimensión acuática en la que reina Gene Tierney implacable sirena con los ojos de su elemento -el color subyuga como lo haría una melodía en la tradición homérica, oral- , y la ocultación de esos ojos convierte a las gafas de sol en un artefacto equiparable a cualquier arma, pero cargada toda de la amenaza que evidencia el poder de esos ojos que han debido ocultar su sensual atracción para delatar su esencia mortífera.
ResponderEliminarEspléndido miniensayo cinéfilo-poético en torno a la anegante comunión entre los verdes ojos de Gene, sus oscuras gafas cargadas de sentencia y la naturaleza líquida del contexto. Por unos momentos, me retrotrajiste a mi adolescencia y primera juventud, cuando bebía con avidez en las páginas de "Film Ideal" y en ellas escribía -entre otros apasionados amantes del cine- el poeta Pere Gimferrer.
EliminarGracias por tu valiosa aportación a este rincón donde todo lo vemos a 24 imágenes por segundo.
Excelente película de Stahl, un maestro del melodrama, al que luego seguiría Douglas Sirk y tantos otros (nuestro Almodóvar también). Esta cinta como bien dices se adentra poco a poco en el thriller a medida que la situación se va tensando en la mente de la protagonista, una bellísima Gene Tierney, muy bien fotografiada, con ese intenso y expresionista color.
ResponderEliminarSaludos.
Sin duda, todo un hito del melodrama, un género que a pesar de Griffith, Stahl, Cukor, Sirk, Minnelli, pocas veces obtuvo el respeto por parte de la crítica e incluso sufrió el menosprecio de algunos sectores "intelectuales" que lo consideraban una mera concesión a la incultura o un alimento cocinado para un público poco exigente. Ya ves tú! cegatos sin agudeza ni perspectiva siempre los ha habido.
EliminarUn saludo.