LA MUCHACHA DEL TRAPECIO ROJO (The Girl in the Red Velvet Swing)

(USA) T. Century-Fox, 1955. 109 min. Color. CinemaScope.

Pr: Charles Brackett. G: Walter Reisch y Charles Brackett. Ft: Milton Krasner. Mt: William Mace. DA: Lyle R. Wheeler y Maurice Ransford. Vest: Charles Le Maire. Ms: Leigh Harline. Dr Ms: Lionel Newman. Dr: Richard Fleischer.

Int: Ray Milland, Joan Collins, Farley Granger, Glenda Farrell, Luther Adler, Cornelia Otis Skinner, Philip Reed, John Hoyt, Robert F. Simon, Frances Fuller, Emile Meyer, Gale Robbins, James Lorimer, Harvey Stephens, Ivan Triesault.

Con esta imagen presentamos a Evelyn Nesbit (Joan Collins), una ingenua muchacha de gran belleza que comienza a abrirse camino como corista y modelo.
En el ambiente teatral conocerá a Stanford White (Ray Milland), un afamado arquitecto que suele aprovechar la larga ausencia de su esposa para sus conquistas amorosas. Nuestro hombre queda prendado de los encantos de la joven.
En su recoleto pero suntuoso "nido de amor" enseña a la deslumbrada Evelyn su columpio rojo, invitándola a que se balancee para él.
Y aquí la tenemos sintiéndose ingrávida y feliz.
Siendo mucho mayor que ella, ambos establecen no obstante una relación sentimental, quizás con un cierto toque paternal por parte de él.
Protector y amante, Stanford White queda atrapado en ese vínculo con Evelyn.
En la vida de Evelyn entra en escena de manera impetuosa  el joven millonario Harry Thaw (Farley Granger), un "príncipe azul" que resulta ser un desequilibrado.
Un posado de Joan Collins para promocionar la película. Se agradece.

SINOPSIS:
En Nueva York, en 1906, un desequilibrado joven de la alta sociedad, vive obsesionado por enfermizos celos que le hacen imaginar infideli­dades de su bella esposa con el arquitecto Stanford White, hombre maduro, elegan­te y vividor, a quien ella conoció de soltera y con el que mantuvo una pasajera rela­ción sentimental. Nuestro enajenado marido, acusándole de haber pervertido a su mujer antes de que él se casara con ella, acabará asesinando en público a su rival en pleno Madison Square Garden.

El obsesivo Thaw ha comenzado a desarrollar unos celos enfermizos hacia Stanford White por su pasada relación con la que ahora es su esposa.
La tragedia no se hace esperar mucho. Thaw coincide con el arquitecto en el restaurante del Madison Square Garden y delante de todos los comensales le dispara con su revolver.
Ahora Evelyn ya ha descubierto horrorizada la naturaleza del tipo con el que se ha casado.
La familia de Thaw, perteneciente a la alta sociedad neoyorquina, y sus abogados coaccionan a la pobre Evelyn para que mienta en el juicio contra su marido, acusado de asesinato, y le salve de una condena a muerte.
Un momento muy difícil para ella en la sala del tribunal cuando llega el momento de declarar.
Gracias al testimonio falseado de Evelyn, Thaw se salva de la silla eléctrica y es ingresado en una institución psiquiátrica. La ingratitud de la familia empuja a la muchacha a tener que ganarse la vida representando en los teatrillos de feria el escandaloso drama romántico-criminal aireado por la prensa. 

COMENTARIO: Richard Fleischer realizó en la década de los años cincuenta algunas de sus mejores obras entre las que en mi opinión se encuentra esta que ahora nos ocupa, un melodrama pasional basado en hechos reales pertenecientes a la crónica de sucesos de la época: el escandaloso y célebre caso de Evelyn Nesbit, inspiradora sin proponérselo de un crimen pasional perpetrado por su marido Harry Thaw en la persona del famoso arquitecto Stanford White a quien asesinó de un disparo. 

El realizador, con un gran pulso narrativo y magnífico dominador del formato scope, dispuso en esta película de una excelente historia que no obstante hubo de ser edulcorada obligándole así a soslayar las aristas más escabrosas de aquel asunto, a lo que sin duda contribuyó la presencia de Evelyn Nesbit, aún viva en aquellos momentos (murió en 1967), exigiendo supervisar el guión y aportando elementos que mitigaran algunos aspectos de su personaje. En cualquier caso, ahí estaba Fleischer colando información con sutileza y elegancia (las extrañas y ocultadas costumbres eróticas de Stanford White, la más que posible homosexualidad de Harry Thaw, la podredumbre moral de una sociedad hipócrita y decadente) y utilizando todos los ingredientes que le proporcionaba el relato como pretexto para dejar clara su afición por plasmar anomalías relacionales. De esto existen numerosos ejemplos a lo largo de su carrera: las engañosas y condicionales de Robert Mitchum-Ursula Thies en BANDIDO, el entramado de frustraciones y resentimientos que marca las de casi todos los personajes de SÁBADO TRÁGICO, la homosexualidad latente en las de Broderick Crawford-Frank Gorshin en LOS DIABLOS DEL PACÍFICO y Dean Stockwell-Bradford Dillman en IMPULSO CRIMINAL, la trágica incapacidad del vikingo Einar (Kirk Douglas) para acceder al amor y el cuerpo de Morgana (Janet Leigh) en LOS VIKINGOS, etc.

En definitiva, estamos ante una de los trabajos más interesantes de este realizador en el que asistimos a un excelente dibujo del personaje femenino central al que una muy bien dirigida Joan Collins (con un notable parecido físico con la auténtica Evelyn Nesbit) aporta su seductora belleza y todos los matices que su talento de actriz le permitió. En nuestra memoria ha quedado imborrable ese desenlace demoledoramente cruel con un plano final de la socialmente repudiada Evelyn representando en el escenario de un teatro ínfimo la escena del columpio rojo.

Para cerrar mi comentario destaco por diferentes motivos los dos roles masculinos: tenemos a Ray Milland, muy bien encajado en su personaje del arquitecto vividor que lleva con discreción su doble vida, y al limitado Farley Granger -que sin embargo logró trabajar con los mejores directores de la época- de cuya forzada actuación se deduce que Fleischer se vio incapaz de lograr hacerle entender bien la figura de ese Harry Thaw.

9 comentarios:

  1. Tras leer la aportativa reseña de Teo Calderón, aproveché la oportunidad que me daba el dvd que adquirí hace años y anoche la revisé. Continúa pareciéndome una película de soberbia factura, es más, sobrepasa con creces los niveles de eso que llamamos un producto sólido. Richard Fleischer imprime fuerza y un preciso sentido a sus imágenes. En suma, estamos ante el trabajo de un maestro de la narrativa... pero de Fleischer esto ya lo sabíamos.
    A propósito, recuerdo que Milos Forman rodó en 1981 una película titulada "Ragtime" donde abordaba este mismo argumento, aunque mezclado con otras historias de racismo. Muy ambiciosa y muy dispersa.
    Saludos!

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    1. En realidad, la película de Forman, que se basaba en una novela de E.L. Doctorow, iba por otro lado si bien en una de las historias que conforman su argumento está el episodio de Evelyn Nesbit (Elizabeth McGovern). Por cierto, el personaje de Stanford White lo incorporaba el escritor Norman Mailer. Hace mucho que no la visito pero en su día me gustó bastante, no tanto como la de Richard Fleischer, eso es cierto, pero como decía, son películas muy diferentes.
      Un saludo.

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  2. Esta crónica social, pasional y con toques negros me parece, teniendo en cuenta el momento en que se rodó, de lo más audaz. No me atrevería a afirmar que Richard Fleischer fuera un genio pero si nos olvidamos de sus últimas películas, brilló siempre a gran altura, muy por encima de esa semi despreciativa calificación de "excelente artesano". En los comentarios que he leído aquí se mencionan títulos que confirman su excepcional talento.
    Joan Collins, su fascinante belleza aparte, está muy bien en ésta pero tengo un recuerdo especial para otra película suya que rodó al año siguiente, "La esposa del mar", dirigida por Bob McNaught, un director absolutamente desconocido para mí, donde interpretaba a una mujer que oculta su condición de monja ante un grupo de hombres con los que naufraga en una isla desierta. Estaba soberbia en su cometido.
    Un saludo.

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  3. A veces los genios lo demuestran precisamente consiguiendo obras como, por ejemplo, LOS VKINGOS sin salirse en apariencia de unos carriles previamente establecidos.
    En cuanto a esa película de Joan Collins que mencionas, la conozco y no me extraña que la tengas gravada en tu memoria pues pertenece a ese restringido número de títulos que han servido para alimentar la vieja fantasía masculina entre erótica y romántica del encuentro especial y no programado con una monja guapa en un escenario del que ni él ni ella puedan escapar: una isla desierta. Y eso nos lleva a SOLO DIOS LO SABE de Huston.
    Un saludo.

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  4. A través de las pulsiones de una mente enajenada y dominadora, la del "niño bien" Harry Thaw, y de otra libertina y creativa premiada por el triunfo social, la del arquitecto Stanford White, asistimos a un fresco social de impresionante acritud hacia una determinada clase social, en este caso la del Upper East Side neoyorquino de la época.
    La plasmación en imágenes muy calibradas de ese, para mí, espléndido guión me parece sencillamente magistral por su capacidad de síntesis narrativa y su fuerza visual. Así, Teo, no puedo estar más de acuerdo con tu texto. ¡Viva Richard Fleischer!
    Saludos.

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    1. Eso que escribes está bien y, en efecto, forma parte de las intenciones de la película pero creo que lo medular, sin desligarse de esa crítica social, acaba residiendo en las complejas (por anómalas) características de la relación de ese trío Stanford White-Evelyn Nesbit-Harry Thaw y en el estudio de esos tres personajes. Ah, por supuesto me uno a ese ¡viva!
      Un saludo.

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    2. Por supuesto, y eso quizás daría para jugosas prospecciones psico-socio-pasionales: un respetado arquitecto de 48 años seduciendo a una jovencita de 17 primaveras y entre ellos la trágica interferencia de un engreído y perturbado "niño rico". En fin, había materia.
      Saludos.

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