LA CAÍDA DEL IMPERIO ROMANO (The Fall of the Roman Empire)
(USA-Esp) Samuel Bronston Productions, 1962-63. 187 min. Color. Ultra Panavision 70.
Pr: Samuel Bronston, Michael Waszynski y Jaime Prades. G: Ben Barzman, Philip Yordan y Basilio Franchina, basado en el libro "Declive y caída del Imperio romano" de Edward Gibbon. Asesor histórico: Will Durant. Ft: Robert Krasker. Dr 2ª Unidad: Yakima Canutt y Andrew Marton. Mt: Robert Lawrence. DP y Vest: Veniero Colasanti y John Moore. Ms: Dimitri Tiomkin. Dr: Anthony Mann.
Int: Stephen Boyd, Sophia Loren, Alec Guinness, James Mason, Christopher Plummer, Anthony Quayle, Omar Sharif, John Ireland, Mel Ferrer, Eric Porter, Finlay Currie, Andrew Keir, Douglas Wilmer, George Murcell, Norman Wooland, Michael Gwynn, Virgilio Teixeira, Peter Damon, Lena von Martens, Rafael Luis Calvo, Guy Rolfe, Gabriella Licudi, Roland Carey, Friedrich von Ledebur.
La bella Lucila (Sophia Loren), casi una hija para el emperador Marco Aurelio. El noble general Livio (Stephen Boyd) El emperador Marco Aurelio (Alec Guinness) Timónides (James Mason), modelo de lealtad e integridad, es el amigo y consejero de Marco Aurelio. Este es Cómodo (Christopher Plummer), hijo de Marco Aurelio, ególatra e inestable. El sinuoso augur ciego Cleandro (Mel Ferrer) Vérulo (Anthony Quayle), muy cercano a Marco Aurelio, guarda un grave secreto. Balomar (John Ireland), un bárbaro del norte que amenaza la estabilidad del imperio. Sohamus (Omar Sharif), príncipe armenio y candidato a esposo de Lucila. Timónides y el emperador Marco Aurelio, reflexionan con lucidez sobre el oscuro futuro. Livio y Lucila se aman pero no lo tienen fácil. De izquierda a derecha: Juliano (Eric Porter), Vérulo, Cómodo, Claudio (Peter Damon) y Niger (Douglas Wilmer).
SINOPSIS: Tras la muerte por envenenamiento del emperador Marco Aurelio en el año 180 de nuestra era, crea una crisis de sucesión y su hijo Cómodo, cruel y disipado, demuestra que no está dispuesto a que nada socave su derecho a regir el Imperio romano. Cuando finalmente lo consigue irá destruyendo todos los logros de su padre y llevará el imperio a un estado de depravación y decadencia.
Pese a su quebradiza salud, Marco Aurelio gusta de estar con sus hombres en la frontera. Marco Aurelio ha sido envenenado mediante una manzana emponzoñada ofrecida por el sibilino y traidor Cleandro Livio, Lucila y los generales en las honras fúnebres del fallecido emperador. Roma recibe a Cómodo, el nuevo emperador. Lucila y Livio ante un nuevo panorama tras la muerte del emperador. El conciliador Timónides ha intentado intermediar con Balomar pero es sometido a tortura por el bárbaro. Livio y Timónides sopesan lo que se les viene encima con la errática conducta de Cómodo. Un anciano senador (Finlay Currie) denuncia los peligros que se ciernen sobre Roma. Livio es finalmente apresado por Cómodo acusado de traición. Junto a Lucila ambos son encadenados y condenados a morir. Livio desafía en duelo al endiosado Cómodo y el combate entre ambos es feroz.
COMENTARIO: Samuel Bronston fue un productor aventurero ciertamente atípico y con delirios de grandeza que le llevaron a embarcarse de forma un tanto suicida en empresas millonarias que no produjeron los beneficios esperados, provocando su caída, en la que por otro lado intervinieron circunstancias extra-cinematográficas. En cualquier caso, hay que agradecerle su sentido del riesgo a la hora de elegir para la realización de sus proyectos a directores de contrastado talento (curiosamente, Nicholas Ray y Anthony Mann habían tenido serios tropiezos por su inacomodo con la industria de Hollywood cuando fueron contratados por Bronston), en lugar de pisar terreno seguro con la disciplinada eficacia de mercenarios del tipo J. Lee Thompson o Ken Annakin.
En esta ocasión, Mann (que ya había realizado para Bronston EL CID) conseguía, dentro de las premisas de un film espectacular de gran presupuesto, una obra de inusual densidad en su contenido y enérgica narrativa que no excluía una impresionante belleza plástica, especialmente en su primera mitad. Con personajes muy bien definidos (respaldados por espléndidos actores como Mason, Guinness, Quayle) asistimos al crepúsculo de un mundo convulso donde la razón, la sabiduría que emana de la experiencia y las ideas de paz y convivencia son finalmente barridas y aplastadas por la codicia, la prisa, la envidia y la traición. Todo ello sintetizado y plasmado en un excelente guión del que fueron responsables entre otros el blacklisted Ben Barzman y Philip Yordan (ambos trabajaron para varias películas de Mann) y que, hay que decirlo, en su proceso tuvo muchas dificultades de construcción.
Secuencias como la que abre el film, el soliloquio de Marco Aurelio o las honras fúnebres bajo la nieve tras su muerte (todas con sabor shakespeariano), o por otro lado, en el plano colosalista, la desbocada carrera de cuadrigas entre Livio y Cómodo o su duelo final a jabalina que precede al dantesco final de la película presagiando entre el fuego y el caos la “caída” del imperio, dan la medida del vigoroso talento e inteligencia desplegados por el autor de HOMBRE DEL OESTE en unas condiciones de trabajo que a veces no eran las idóneas para la libre elección (las superproducciones, entonces y ahora, tienen sus pros y sus contras).
NOTA: Los exteriores de LA CAÍDA DEL IMPERIO ROMANO comenzaron a rodarse en diciembre de 1962 (un durísimo trabajo llevado a cabo mayormente por los heroicos Yakima Canutt y Andrew Marton, responsables también de la famosa secuencia de la carrera de cuádrigas de BEN-HUR). La filmación de la película quedó completada en mayo de 1963 y en diciembre de ese año, la copia presentada obtuvo el visto bueno de la British Board of Film Censors. La premiere mundial tuvo lugar en Londres el 24 de marzo de 1964.
Aunque algunos lo hicieran en su tiempo, esta película no tiene flancos por dónde pueda ser atacada. Me parece soberbia de principio a fin. Mann insuflaba sentido y fuerza a las historias que contaba ya fuera en entornos naturales o en grandes decorados como hizo en “El Cid” y aquí. Continúo sin entender los motivos que provocaron su despido del rodaje de “Espartaco”. En la que comentamos es de lamentar que en lugar de Stephen Boyd hubiera repetido con Charlton Heston, por ejemplo, y no menciono la posibilidad de un Kirk Douglas porque creo que fue precisamente este actor, en calidad de productor de “Espartaco”, quien llevó a cabo aquel despido.
ResponderEliminarEstamos de acuerdo en la valoración que haces de LA CAÍDA DEL IMPERIO ROMANO. En cuanto a la deseable utilización de Charlton Heston, el personaje de Livio hubiera ganado altura y entidad. En efecto, como creo que sabrás, estaba previsto para el papel de Livio pero las dificultades en la redacción del guión y la tardanza en presentárselo consiguieron que el "épico" actor desconfiara del proyecto y finalmente declinó participar. Eso, y que además se había llevado muy mal con Sophia Loren en el rodaje de EL CID. Lástima (con este lamento no quiero menospreciar los méritos que puedan encontrarse en Boyd).
EliminarEsta película fue como el canto del cisne para este tipo de cine. Se rodó en un momento difícil en que estas superproducciones comenzaban a saturar al espectador de la época. Le habían precedido "Ben-Hur", "Espartaco", "Barrabás", "Cleopatra" y alguna otra. Por eso creo que llegó demasiado tarde. Aún así ha quedado grabada en mi memoria como una de las mejores representantes de aquella fiebre colosalista.
ResponderEliminarSaludos.
Estás en lo cierto. En 1964 el cine americano y en general los gustos del espectador comenzaban a mutar y LA CAÍDA DEL IMPERIO ROMANO no fue bien acogida por el fatigado público de la época. Las virtudes de la película, pese a su evidencia, no fueron apreciadas y buena parte de la crítica (salvo sectores especializados) se cebó injustamente con ella. Una lástima.
EliminarUn saludo.
A riesgo de llevar la contraria, a mí me pareció una película fallida.
ResponderEliminarTiene momentos muy buenos, sobre todo en su primera mitad, pero su ritmo resulta premioso cuando no conviene y precipitado hacia el final. Las escenas de acción no me parecen muy logradas y la carrera de cuadrigas más bien birriosa, sobre todo comparada con el obvio referente de "Ben-Hur".
Efectivamente, fue un fracaso mayúsculo y significó el fin del imperio Bronston. Y creo que la culpa está en sus pretensiones. El productor quiso muchas estrellas y mucho espectáculo y, además, resumir para el gran público algo tan complejo como la caída del imperio romano. No era tarea fácil. Años más tarde, "Gladiator" volvió a contar la misma historia mejor y con menos pretensiones y fue todo un éxito.
Saludos.
En efecto, Ricard, leídos ambos comentarios, el tuyo y el mío, me temo que esta vez disentimos radicalmente en torno a esta película y, por lo que apuntas, supongo que también en nuestras respectivas apreciaciones de la próxima que aparecerá en este blog, GLADIATOR.
EliminarMientras, un saludo.
Espectacular film que se aleja bastante de lo que los textos históricos nos relatan, pero que, a cambio, ofrece un grandioso espectáculo visual.
ResponderEliminarLa "fidelidad" histórica realmente importa poco si lo que nos ofrecen es un absorbente espectáculo cinematográfico que condensa en poderosas imágenes una -llamémosla- metáfora sobre la ambición y el poder como fuerzas que influyen en la conducta humana llevándola a la corrupción, la opresión y la violencia. La locura, el caos y la destrucción. Vamos, lo que viene a ser nuestra Historia de estos últimos seis mil años.
EliminarMe temo que desde niño padezco de "fiebre colosal", ya que todas las películas citadas, entre las que por supuesto se incluye "La caída del Imperio Romano", me parecen extraordinarias. A Charlton Heston lo echo de menos en todo. En cuanto a los directores, es incuestionable la superioridad de Anthony Mann y Nicholas Ray sobre J. Lee Thompson o Ken Annakin, pero quiero romper una pequeña lanza por estos "mercenarios" ingleses que ocasionalmente hicieron buenas películas como "El cabo del terror", "Una llamada a las doce", "Malasia", "El valle de las mil colinas" o “La batalla de las Ardenas”.
ResponderEliminarSaludos!
De Lee Thompson conozco trece o catorce títulos y a fecha de hoy una de las que mencionas, EL CABO DEL TERROR, es para mí su única gran película que probablemente rodó en un excepcional estado de gracia o tal vez su brillante resultado se debiera a una oportuna alineación de planetas. En cuanto a UNA LLAMADA A LAS DOCE me parece un ejercicio artificioso y está más cerca del Clouzot de LAS DIABÓLICAS que del cine de Hitchcock. De Ken Annakin puedo decir que tiene en su haber algunas películas interesantes. Recuerdo que me gustaron bastante dos muy diferentes, AL OTRO LADO DEL PUENTE y LOS ROBINSONES DE LOS MARES DEL SUR.
EliminarUn saludo.
Y ya sé que no vale mucho, pero me viene a la memoria una de Ken Annakin, "La selva blanca", una coproducción multinacional basada en la novela de Jack London, que se rodó con participación española. Por cierto, ahí sí estaba Charlton Heston.
EliminarEsa novela de Jack London se ha trasladado a la pantalla en diversas ocasiones (creo que la primera la realizó Griffith en 1908 y la última se rodó en 2020 protagonizada por un provecto Harrison Ford) y no me parece la llevada a cabo por Annakin la más destacable, francamente. Como apuntas, en efecto, “no vale mucho”.
EliminarOpino que solo "Espartaco" y "Cleopatra" podemos colocarlas a la altura de esta. En las tres, sin renunciar al gran espectáculo, podemos encontrar elementos de guión y de puesta en escena de una potencia tal que van más allá de todo lo exigible a “una de romanos". Creo de verdad que estamos ante una gran película a la que ni en su época ni ahora se le ha hecho justicia. Anthony Mann consiguió una de sus obras más hermosas y pesimistas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Títulos como BEN-HUR, BARRABÁS o las mencionadas por ti ESPARTACO y CLEOPATRA que precedieron a la que ahora nos ocupa, constituyeron factores en su contra a la hora de apreciar -creo que ahora sí- las incuestionables virtudes que la definen. Cuando esta superproducción de Bronston llegó en 1964 a las pantallas de todo el mundo cogió al público de la época muy saturado de este tipo de películas. Sobre esto, te remito al comentario de más arriba aportado por Gonzalo Labat.
EliminarUn abrazo.
Me parece una película irregular con algunos fallos de estructura de casting y narrativos, pero con una muy buena primera parte que luego no tiene la deseada continuidad. Aun así merece la pena verla.
ResponderEliminarSaludos.
Tal vez esos fallos de estructura a los que aludes pudieran ser achacables a ciertas partes del guión original que no llegaron a rodarse: las que se refieren, por ejemplo, al asesinato del senador que interpreta Finlay Currie, también la ejecución de Cleandro. Otra posible razón que inspira esa apreciación tuya -quizás la más probable- sea la de los sucesivos acortamientos que ha ido sufriendo el metraje original, a saber:
Eliminar1) El primer montaje (que nunca llegó a exhibirse) era de 215 minutos.
2) En su estreno mundial de Londres en abril de 1964, lo hizo con 188 min.
3) La película en su edición digital tiene una duración de 172 min.
4) Durante años han circulado copias de 165 y 158 minutos.
Un servidor solo he podido ver la versión de 188 minutos en París, allá por el año 1978, en un pase de la Cinematheque.
En fin, todo muy lamentable.
P:D.— Hace unos años Martin Scorsese apadrinó la restauración de EL CID, recuperando también ocho minutos que faltaban. Y tan deseable sería una operación similar con la que ahora nos ocupa.
Un saludo.