AL FINAL DE LA ESCAPADA (À bout de souffle).

(Fr) Les Productions Georges de Beauregard / Les Films Impéria / Société Nouvelle de Cinématographie, 1959-60. 90 min. BN.

Pr: Georges de Beauregard. G: Jean-Luc Godard, François Truffaut y (sin acreditar) Claude Chabrol. Ft: Raoul Coutard. Mt: Cécile Decugis. Ms: Martial Solal. Asesor técnico: Claude Chabrol. Dr: Jean-Luc Godard.

Int: Jean Seberg, Jean-Paul Belmondo, Van Doude, Jean-Luc Godard, Roger Hanin, Jean-Pierre Melville, Richard Balducci, Claude Mansard, Liliane Dreyfus.









SINOPSIS:
Un individuo que se dirige a París en un coche robado, mata a un policía que le manda parar en la carretera. Luego, ya en la ciudad del Sena, se reune con su amiga, una joven americana vendedora del "New York Herald Tribune", con la que vivirá unos días intensos, hasta que ella finalmente le denuncie a la policía.








La última carrera de Michel Poiccard (Jean-Paul Belmondo) ha sido seguida a cierta distancia por la cámara. Él finalmente cae y en su rostro hay reconciliación.

COMENTARIO:
Esta fue la primera realización de Jean-Luc Godard y probablemente el film más emblemático de la nouvelle vague. Una trama argumental con evidentes reminiscencias del cine negro americano fue el pretexto para que el enfant terrible de "Cahiers du Cinemá", rompiera valientemente los esquemas de la narrativa cinematográfica convencional y creara un lenguaje de cámara innovador y revolucionario (en cualquier caso, habría que ver dónde terminaba la voluntad de modernidad y comenzaban las necesidades que imponía un menguado presupuesto).

Potenciando esa rupturista concepción de la puesta en escena, enriqueciéndola de algún modo, está el magnífico trabajo de Jean-Paul Belmondo dotando de encarnadura a ese Michel Poiccard fascinado por el rostro de Humphrey Bogart. Pero la inmortalidad de AL FINAL DE LA ESCAPADA creo que reside esencialmente en la figura inolvidable de Jean Seberg (directamente sacada de BUENOS DÍAS, TRISTE­ZA de Otto Preminger) con suéter blanco, vendiendo el "New York Herald Tribune" por la Avenue des Champs-Élysées.

6 comentarios:

  1. Supongo que los combativos chicos de Cahiers estaban hartos de las películas de Carné, Grémillon, Autant-Lara, Delannoy, Duvivier... abandonaron sus máquinas de escribir y se lanzaron al ruedo para remover las aguas estancadas del cine francés. Toda una revolución que vino a renovar las premisas expresivas que imperaban. Un chute de oxígeno para el cine. Además, estaba la maravillosa Jean Seberg.
    Un saludo.

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    1. En efecto, digamos que aquel cine académico y algo rancio (no exento en algunos casos de interés) provocó esa nouvelle vague. Fue un antes y un después, el pistoletazo de salida para la concepción de un cine no sujeto a las reglas establecidas. Aunque, eso sí, en el caso de algunos, sin ignorarlas del todo pues ahí están, por ejemplo, las películas de François Truffaut. En cuanto a tu referencia a Jean Seberg, creo que todos los que la hemos visto en la pantalla quedamos fascinados con el encanto de su insondable personalidad.
      Un saludo.

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  2. El cine de Godard es una agitación revolucionaria estética donde cabe la fusión de todos los géneros en su concepción y que con un ínfimo presupuesto fue capaz de crear su propio lenguaje, destruyendo lo convencional y donde la cámara deviene la verdadera protagonista. Es cierto que en esta película contó con la colaboración de Truffaut y Chabrol. También son protagonistas los bulevares parisinos y sus cafés... templos dialécticos!
    Este director es en mi humilde opinión, uno de los estandartes de un cine frances transformador que siempre me gustó.
    Sí, puede que tuviera muchos detractores pero más vale una reacción que la indiferencia... Saludos.

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    1. Pues muy bien, Virginia. Ahí dejas plasmada tu acertada definición/opinión sobre la trascendencia de aquel movimiento en la modificación (o ruptura) de formas y conceptos. Algo que supongo pocos te discutirán.
      Un saludo.

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  3. No sé si el mejor pero sí el film más emblemático de Godard y de la Nouvelle Vague en general. Inolvidable el travelling por los Campos Elíseos.

    La cámara se acerca a los personajes obviando la ortodoxia cinematográfica y consigue transmitir una sensación de libertad muy acorde con los aires de cambio de la prodigiosa década que acababa de empezar.

    Y todo esto no hubiera sido posible sin la luz de Raoul Coutard.

    Saludos.

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    1. Ahí estaban, en la segunda mitad de los años cincuenta, Andre Bazin y su muchachos lanzados a la palestra (quizás influídos por cineastas-autores como Orson Welles) dispuestos a romper con la tradición de aquel cine francés y aportar frescura e innovación en ese terreno. La verdad es que -como apuntas- todo en aquellos momentos impulsaba a un cambio de mirada.
      Un saludo.

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