EL ÚLTIMO TANGO EN PARÍS (Last Tango in Paris)

(Fr-It) United Artists / Les Productions Artistes Associés / PEA, 1972. 136 min. Color.

Pr: Alberto Grimaldi. G: Bernardo Bertolucci y Franco Arcalli. Ft: Vittorio Storaro. Mt: Franco Arcalli y Roberto Perpignani. DA: Ferdinando Scarfiotti. Vest: Gitt Magrini. Son: Antoine Bonfanti.  Ms: Gato Barbieri. Dr: Bernardo Bertolucci.

Int: Marlon Brando, Maria Schneider, Jean-Pierre Léaud, Massimo Girotti, Catherine Allegret, Maria Michi, Laura Betti, Luce Marquand, Gitt Magrini, Giovanna Galletti.









SINOPSIS:
En París, un americano maduro arrastra el peso de su malograda vida y le encontramos el día en que su infiel esposa se ha suicidado. En su errático deambular, invadido por el desconcierto y la desesperación, coincide con una joven en la inspección de un piso en alquiler. Allí, inesperadamente hacen el amor de forma salvaje y él propone a la chica seguir reuniéndose regularmente para mantener una relación carnal exenta de ataduras sentimentales. Ella acepta a regañadientes, pero su relación se complicará.








Los despojos de una vida malograda. Aquí vemos a Paul (Marlon Brando) malherido llegando al final de su trayectoria.

COMENTARIO:
La polémica surgida y el descomunal "escándalo" orquestado en su día por la presentación de EL ÚLTIMO TANGO EN PARIS, contribuyeron sin duda a oscurecer y casi ocultar su naturaleza y contenido esencial, dificultando desde entonces una aproximación limpia y sosegada a este film en el que Bernardo Bertolucci y su coguionista Franco Arcalli se abisman en el interior de un hombre embarrancado que pretende liberarse de cualquier atadura emocional o sexual, desnudando el amor romántico hasta reducirlo a su más primitivo nivel, es decir, su bestialización.

La franqueza sin tapujos desplegada por Bertolucci en la puesta en escena, su provocadora audacia en la resolución frontal de las situaciones y una (justificable) grosería verbal sin precedentes en el cine de aquel momento, vienen a definir este estudio de una pasión sexual espoleada por el retorcimiento, desesperación y profundo desprecio de sí mismo del personaje encarnado por Marlon Brando en la más arriesgada, sincera y escalofriante composición de toda su carrera.

En verdad, un noqueante ejercicio en el que el autor, al mismo tiempo que buceó en los más recónditos y primitivos mecanismos del ser humano, no pudo evitar, sin embargo, caer en ciertos desequilibrios narrativos que malogran en parte la redondez de la película en su conjunto (a mí, el tratamiento caricaturesco de las escenas en que aparece Jean-Pierre Léaud, no me gusta), consiguiendo a cambio momentos de extraordinaria fuerza expresiva y estilizada poesía a la que no es ajeno el sugerente trabajo fotográfico del gran Vittorio Storaro. 

21 comentarios:

  1. Pese al planteamiento inicial, acaba por resultar una obra desesperadamente romántica. La luz de Storaro, la música de Barbieri y la excepcional interpretación de un Brando que -dicen- aportó buena parte de sus fantasmas personales hacen de ésta una película irrepetible, un título esencial en la carrera de Bertolucci y en el cine de los setenta, que ya es decir.

    Saludos.

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    1. Sí, en aquella década de los setenta hubo algunos directores -ya con varios títulos a sus espaldas- que decidieron remover las estancadas aguas y provocar un cierto oleaje que nos cogió desprevenidos.
      CONOCIMIENTO CARNAL (Mike Nichols, 1971), EL ÚLTIMO TANGO EN PARÍS (Bernardo Bertolucci, 1972), PORTERO DE NOCHE (Liliana Cavani, 1974), SALÓ O LOS 120 DÍAS DE SODOMA (Pier Paolo Pasolini, 1975), EL IMPERIO DE LOS SENTIDOS (Nagisa Oshima, 1976)...
      Un saludo.

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  2. El escándalo y el morbo nublaron todo eso que nos reseñas. La vi también más tarde de todo aquello y no estoy segura de que me gustase demasiado y desde aquel ya lejano segundo visionado no la he vuelto a ver. En realidad no me apetece si te soy sincera. Seguramente tiene mucho más que mantequilla pero... no.
    Un abrazo.

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    1. A mí eso me ha ocurrido en alguna ocasión, ese rechazo visceral hacia alguna película al margen de las virtudes que otros hubieran visto en ella. Son cosas que pasan de vez en cuando y casi siempre se deben a cuestiones que frecuentemente poco o nada tienen que ver con la propia película. Más bien a elementos exógenos que se adhieren a ella "pudriéndola" para el afectado (o afectada). ¡Qué se le va a hacer!
      Un abrazo.

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  3. Película escandalosa en su día. Vista hoy, se puede analizar mejor y quizás se comprenda la intención de Bertolucci a la hora de rodar este largometraje descarnado sobre un hombre torturado, y una joven a la que arrastra hacia su lado más oscuro. No gustará a todo el mundo.
    Saludos.

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    1. Lo cierto es que abrigo dudas a la hora de imaginar cómo sería recibida hoy por el público una película con las características de la que comentamos. Pero aquí estamos nosotros, los excepcionales, "subiendo por las escaleras de bajada". Disculpa mis metáforas que solo intentan quitarle hierro a estos tiempos de hipocritona "corrección política".
      Un saludo.

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  4. Mi opinión es que la película, al menos en algún momento, alcanzó más relevancia de la que tiene. La historia es confusa y un tanto artificial y, al menos a mí, me resulta un poco pesada en algunos tramos.
    Magnífica la fotografía del gran Vittorio Storaro y los buenos momentos musicales que aporta el saxofón de Gato Barbieri.

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    1. Todos sabemos a qué se debió aquella "relevancia" que poco o nada tenía que ver con sus cuestionadas virtudes cinematográficas.
      De manera telegráfica dejas claro que la película no te satisface. Polémica e imperfecta, desde luego, desesperanzada y oscura, con momentos de noqueante sinceridad, también. En cualquier caso, resulta innegable que a muchos/as nos ha dejado huella.

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  5. No tuve ocasión de ver esta película en los cines pues cuando se pudo estrenar en España, creo que a comienzos de 1978, era una niña. Me decidí a verla hace apenas cinco años cuando un amigo me prestó su blu-ray. A esas alturas, resultaba inevitable que me acercara a la película con mucha información previa. Aún así, a pesar de ello, fue una experiencia impresionante pues la fama que siempre le ha precedido consiguió remover y descolocar mis atavismos de espectadora. No estoy segura de haber entendido algunas de las motivaciones de esos dos personajes pero la historia y cómo la contó Bertolucci, me apasionó. Sabía que Brando era un genio, pero su interpretación en "El último tango" sobrepasa todos los cánones.
    Saludos.

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    1. No podía ser menos, Aurora. Me refiero a que la película de Bertolucci te causara una honda impresión pues resulta difícil sustraerse a la fuerza de sus imágenes, de sus desesperados diálogos, de la música, de la escalofriante composición de Brando, de la sinceridad de Maria Schneider... En fin, en cuanto a tu aparente dificultad de "entender" las motivaciones de sus dos protagonistas, me voy a permitir recomendarte que releas mi comentario sobre la película en el que de manera sintética intento desplegar mi funcional opinión (a buen seguro las hay más eruditas y profundas pero tendrás que acudir a otras fuentes).
      Un saludo.

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  6. Recuerdo aquel peregrinaje de los españolitos a Perpignan y Saint Jean de Luz para asistir a maratones organizados de títulos prohibidos por la censura franquista. Teo, donde y cuando viste la peli? Esperaste a su estreno en nuestro país cinco años después o fuiste uno de los integrantes de aquellas “caravanas”. Yo vi “El último tango” en su emisión por televisión en el año 1988 y bueno, ahora creo que es más el ruido que las nueces, pero claro hay que ponerse en el contexto histórico, sin él resulta difícil "encajar" aquel fenómeno.
    Saludos.

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    1. Pues te diré: la primera vez que vi THE LAST TANGO IN PARIS fue el verano de 1974, en una pequeña sala del barrio parisino de Saint Germain des Pres. Por supuesto, en aquella ocasión la película me dejó noqueado. Dos años después volví a verla, también en París, en el cine más bonito y extraño que yo recuerde: La Pagode. El resto de los visionados ya fueron en cines españoles, hasta llegar a los más recientes efectuados merced a ese restituidor invento llamado blu-ray.
      Sin duda, la percepción de la película, especialmente en nuestro país, estuvo muy condicionada (y muy dañada) por toda aquel grotesco torbellino de "escándalo" que la envolvió. Verla ahora, lejos de aquello, es mucho más recomendable y relajante.
      Un saludo.

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  7. Estamos ante un film soberbio y audaz, donde ciertas escenas encubren de lo que realmente se nos quiere hablar: de LA ANGUSTIA DE UN EGO. Paul un hombre maduro y después del suicidio de su mujer descubre que ésta le era infiel. Solitario, triste y con el ánimo por los suelos, conoce a una joven, Jeanne (María Schneider), exenta de toda experiencia límite; entre ellos se establece una relación " amorosa" con grandes dosis de morbo incluido. Al final Paul en su naufragio es arrastrado por esa fuerza demoledora que es el AMOR, pero para él ya es tarde.
    Un tour de force de Brnardo Bertolucci, un buceo en el interior de la existencia del ser humano. Teo, la he visto varías veces y siempre me deja un sabor de boca amargo, triste; ese grito de Paul bajo el puente, su desesperación, el sometimiento al que conduce y se deja conducir la joven que al final quiere terminar con esa locura establecida. Un film oscuro, romántico, melancólico, donde un Brando excepcional demostrando la contención del arte de ser actor, consigue estremecernos con su composición del personaje. Nunca, exceptuando REFLEJOS EN UN OJO DORADO, le he visto tan magistral y poderoso (indudablemente fue el mejor). La Schneider en pleno apogeo de su juventud, nos brinda un cuerpo hermoso, joven, una cabellera rizosa inolvidable y para ser prácticamente una novata y estar al lado de ese monstruo cinematográfico que fue Brando, merece todos mis respetos, un papel muy difícil que la encumbró al éxito y que seguramente no supo asimilar conduciéndola por unos vericuetos que todos sabemos.
    Gracias por devolver esta película excepcional a mi recuerdo. El arte siempre me produce alegría y tristeza al mismo tiempo.
    Un abrazo.

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    1. Muy bello comentario el tuyo. Y muy perceptivo de lo que es y significa EL ÚLTIMO TANGO EN PARÍS. De tus palabras se desprende que la película te ha llegado muy hondo y que has comprendido muy bien a ese Paul de malograda vida sumido en un destructivo nihilismo y a esa incauta Jeanne que salta de su mundo convencional al infierno del sometimiento y la humillación (el camino más corto para llegar al corazón de las personas, por lo visto).
      Agradezco en lo que vale tu aportativo paso por este post. Te debo un baile (un tango).
      Un abrazo.

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  8. Tendré que revisarla. La vi de muy jovencita (es imaginable mi asombro de entonces), pero no tengo mal recuerdo.
    He leído por ahí que los primeros candidatos para el papel de Paul y Jeanne fueron Jean-Louis Trintignant y Catherine Deneuve (ambos lo rechazaron por lo visto). Lo cierto es que no veo a Trintignant en el personaje; era demasiado serio y no hubiese dado el pego de bestialización sexual, algo que Brando llevaba innato por físico, sobre todo. Creo que para la chica daba un poco igual a quién eligieran, excepto a la Deneuve, por Dios, si eso es más gélido que el iceberg contra el que chocó el Titanic.
    Un abrazo

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    1. Jaja! tienes mucha razón, Belén. En ocasiones, un contratiempo inicial, un obligado cambio de casting, salvan una película (o la convierten en otra mucho más apasionante). Aunque no siempre ocurre así. Yo hubiera preferido MARNIE protagonizada por Grace Kelly (creo que con ella la película hubiera ganado muchos grados), sin menoscabo del excelente trabajo que hizo su sustituta, la "picoteada" Tippi Hedren.
      Un abrazo.

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  9. Está claro que el mejor juez que tenemos es el tiempo, que atempera los ánimos y otorga lucidez. Esta película es necesario verla sin prejuicios y olvidándose de la fama con que se la tachó en su día. ¿Desnudos? ¿Mantequilla? Me río de todo eso. "El último tango en París" no es una película erótica, aunque salgan desnudos. Tampoco es romántica, aunque existan algunas escenas que desprendan dicho sentimiento. Para una servidora, "El último tango en París" es la crónica de una soledad compartida; una canción desesperada; la franqueza hecha carne y, sobre todo, despoja a sus protagonistas de toda superficialidad para realizar un viaje a lo más primitivo del ser humano. Una película desequilibrada, sí, en todo lo concerniente al personaje de Jean- Pierre Léaud (cuya única buena interpretación que ha tenido ha sido en "Los 400 golpes), pero creo que necesaria para observar el mundo frívolo y despreciable, que ilustra todo lo demás, y por tanto necesario contrapunto con lo verdaderamente real y que da sentido último a la película: ese apartamento, esa pareja de amantes que. en realidad, son dos almas solitarias en un mundo que ha acabado por devorarlos.
    La mejor película de Bertolucci, sin duda. Abrazos, Teo.

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    1. Hola, Miriam. La llegada de tu comentario ha servido para remover mi deseo de volver a ver esta película (han pasado cinco años desde mi última visita). Efectivamente, el paso del tiempo consigue asentar las aguas y eliminar buena parte de los condicionamientos y prejuicios que en su momento nos impidieron mirar con limpieza ciertas obras.
      Estando de acuerdo con el contenido de tu texto, mientras lo leía conecté con otra película, la impactante EL IMPERIO DE LOS SENTIDOS, también piedra de escándalo en su día, que Nagisa Oshima rodó cuatro años después de la de Bertolucci. Igualmente, allí había una pareja que, en un momento dado, busca una suicida liberación en su intento de alcanzar y traspasar las fronteras de la "felicidad" a través del sexo, asumido éste como vehículo cuyo final de trayecto es la muerte.
      Me hace gracia tu apreciación sobre Jean-Pierre Léaud porque, ciertamente, sus cualidades como actor se revelaron muy limitadas pero es que gracias a sus compenetrados trabajos con Truffaut todos los/as cinéfilos/as le cogimos mucho cariño.
      Un abrazo.

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  10. Al margen de la enjundia de su temática y las indiscutibles cualidades cinematográficas de la película de Bertolucci, abrigo serias dudas sobre si en este tiempo que vivimos con la sensibilización en torno a la violencia de género y los nuevos códigos feministas hubiera tenido buena acogida. Ya digo, me parece que no.
    Saludos

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    1. Con la actual dosis de "corrección política" que aplicamos a todo, de estrenarse hoy esta película no me extrañaría que se montaran piquetes feministas delante del cine para impedir la entrada a la sala. Pero eso demostraría -por ceñirme al aspecto estrictamente cinematográfico- que no habrían entendido nada de lo que ocurre en la película. Protestarían por el "ruido" del motor sin molestarse en averiguar para qué sirve la máquina.
      Un saludo.

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    2. Recuerdo que en las primeras proyecciones madrileñas de "Yo te saludo, María" agrupaciones católicas organizaron vigilias con gente arrodillada rezando el rosario delante de los cines Alphaville. Eso ocurría en el verano de 1985. Y claro, hubo bastante gente que acudió a verla impulsada por el escándalo y se encontraron con que, lejos de una película "escandalosa" y blasfema, era una historia de inescrutable contenido y mayormente aburrida. Entonces y puede que también ahora, resultamos grotescos.

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