EL SÉPTIMO SELLO (Det sjunde inseglet)
(Suecia) Svensk Filmindustri, 1956-57. 96 min. BN.
Pr: Allan Ekelund. Ft: Gunnar Fischer. Mt: Lennart Wallen. DA: P. A. Lundgren. Ms: Erick Nordgren. Cor: Elsie Fisher. G y Dr: Ingmar Bergman.
Int: Max Von Sydow, Gunnar Björnstrand, Nils Poppe, Bibi Andersson, Bengt Ekerot, Erik Strandmark, Gunnel Lindblom, Bertil Anderberg, Maud Hansson, Ake Fridell, Inga Gill, Inga Landgre.
SINOPSIS: A mediados del siglo XIV, un caballero y su escudero regresan a su tierra, Suecia, tras combatir durante años en Las Cruzadas y se encuentran un desolador panorama de peste, putrefacción y muerte. Esta última, con los rasgos de un siniestro y enlutado personaje, se aparece al caballero para llevárselo, pero antes acepta dirimir con él una partida de ajedrez durante la cual, nuestro hombre mostrará a su letal contrincante el lado feliz y bondadoso de las personas en un estéril esfuerzo por detener su inexorable labor, al mismo tiempo que quiere entender el sentido de la vida, si lo tuviera.
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Una imagen de cierre icónica, terrible alegoría de lo insoslayable. |
COMENTARIO: Film emblemático que a través de la antigua Semana Internacional de Cine Religioso y Valores Humanos de Valladolid, dio a conocer en España (con cierto retraso) el nombre de Ingmar Bergman, cuya obra anterior (una quincena de películas) estaba circunscrita hasta entonces a las fronteras de su país y poco más.
La escenificación de los episodios que jalonan el itinerario del caballero medieval y su escudero articulan una fábula moralista y angustiada sobre el eje de la búsqueda de Dios, con la muerte como única certeza. Aquí ya aparecían por primera vez dos temas en torno a los que girarían varias de sus películas: precisamente eso, el silencio de Dios (si no existe, la vida queda despojada de todo sentido) y la Muerte como idea más obsesiva en su filmografía.
La película estuvo concebida como una alegoría sobre los miedos, dudas y angustias inherentes al ser humano. Por eso Bergman eligió un momento concreto, la Peste Negra que asoló Europa en el siglo XIV, para enmarcar el desbocado pánico de aquellas gentes sumidas en expiatorias prácticas dirigidas a aplacar el “castigo por sus pecados”. En ese contexto de fanatismo e ignorancia, de huída hacia ninguna parte, coloca a dos personajes como testigos implicados, Antonius Block y su escudero Jöns, que vienen a representar, por un lado, las incertidumbres del primero con su vana intentona de solventarlas interrogando a su siniestro e implacable adversario durante esa partida de ajedrez (que al final servirá para que la inocente y bondadosa familia de juglares pueda escapar de la Muerte), y el excepticismo empírico del segundo asumiendo la inevitabilidad de la situación.
Desde luego, la película causó en su momento un gran impacto tanto por sus profundos y desazonantes contenidos (no obstante, encontramos en ella momentos salpicados con sutiles gotas de humor) como por la fuerza visual de una elaborada y formalista puesta en escena de aterradoras composiciones plásticas.
En aquellos lejanos años en que Ingmar Bergman se daba a conocer en España (no olvidemos las restrictivas circunstancias políticas y sociales de entonces) se quiso “reforzar” el contenido religioso de la película de la que hablamos y la siguiente, “El manantial de la doncella”, en su estreno en cines con un previsible intervencionismo eclesiástico en su promoción que por supuesto también incluía alguna modificación de conceptos aprovechando el doblaje de los diálogos al castellano. Creo recordar haber leído en una de tus críticas de hace años que opinabas en este sentido, no?
ResponderEliminarSaludos.
Vale. Me devuelves a mis años jóvenes. En efecto, recibir esta película (que venía avalada por el jesuita estudioso de Bergman Carlos María Staehlin) en aquella España “franquista-católica-apostólica-romana” necesitaba -pensaron- de unas explicaciones dirigidas a los potenciales espectadores con la clara intención de acomodar su contenido temático a tonos de cariz más cristiano. En este sentido la película fue objeto de algunas pequeñas manipulaciones (por ejemplo, concretando lo que apuntas, en el doblaje español, los nombres adjudicados al matrimonio de cómicos y su bebé eran una clara referencia a la Sagrada Familia, o la suavización de algún diálogo que pudiera desconcertar a audiencias creyentes).
EliminarUn saludo.
Accedí a esta película en la Semana Santa de 1991 ¡me acuerdo! y ya no tuve ocasión de volver a verla hasta que adquirí el blu-ray hace unos cinco años. Me pareció, tú utiizas ese adjetivo, desasosegante en todos sus aspectos sobre todo a partir de la opción estética utilizada por Bergman y en ese empleo de símbolos como recurso para expresar los significados de los que intuitivamente somos conscientes pero tratamos de eludir. Nos asusta nuestra mortalidad y el paso a la Nada. Bueno, eso era entonces, ahora, visto el panorama, ya nos hemos hecho a la idea.
ResponderEliminarUn resignado saludo.
Aún recuerdo cómo se discutía y se debatía en otra época, la de las revistas especializadas y los cine-clubs con sus coloquios, sobre películas como ésta. Ahora, como apuntas, estamos curados de espantos, lo que nos roba pasión y nos vuelve más cínicos y descreídos y por tanto más apegados al momento como único valor tangible. En fin, aquí estamos, aquí seguimos, y sé que para algunos aquella etapa de Bergman, con sus interrogantes e inquietudes, puede parecerles caduca, lo que para mí indicaría que tienen una visión parcial de la impresionante trayectoria del maestro sueco.
EliminarUn saludo.
Película emblemática de un maestro del cine (y uno de sus títulos más accesibles pese a su obvia profundidad temática).
ResponderEliminarSaludos.
EliminarEn efecto, como título "inaugural" de los films de Bergman estrenados en España -nos llegó con cuatro años de retraso- solo fue igualado en impacto y popularidad por EL MANANTIAL DE LA DONCELLA (reseñada en este blog), esta sí aparecía con puntualidad en nuestras pantallas en noviembre de 1961 tras su paso por la Seminci.
Un saludo.
Una película sobre las dudas existenciales: el miedo a la muerte como puerta que se nos abre a lo ignoto (¿Cielo, Infierno o Nada?). Aquí los personajes no se enzarzan en disquisiciones teológicas o filosóficas porque Bergman situa el escenario en la negrura del siglo XIV donde solo existe la ignorancia, la superchería como asidero y el temor sin atributos. Impresionante ejercicio formal dando entidad a lo que ha llegado a ser un icónico título en la historia del cine. Muy jovencita era yo cuando vi “El séptimo sello” por primera vez y recuerdo que me dejó con los ojos muy abiertos y la boca entreabierta.
ResponderEliminarSaludos.
En su siguiente película, FRESAS SALVAJES, film reflexivo y amargo sobre el sentido de la vida en el que se utiliza como pretexto un viaje en coche para ahondar en el conocimiento del anciano protagonista ante la premonición de una muerte próxima, el enfoque resulta claramente distinto. Bergman buscaba siempre la manera más conveniente y también la más indagativa (cinematográficamente) para transmitirnos sus inquietudes y cogitaciones.
EliminarImpresionante, verdad? enfrentarse por primer vez a EL SÉPTIMO SELLO a una edad temprana. Confieso que entonces me ocurrió lo mismo.
Un saludo.