UNA RUBIA PARA UN GANGSTER (Surprise Package)

(USA-GB) Columbia / Stanley Donen Enterprises, 1960. 100 min. BN.

G: Harry Kurnitz, basado en la novela "A Gift from the Boys" de Art Buchwald. Ft: Christopher Challis. Mt: James Clarke. DA: Don Ashton. Vest: Giuseppe Mattli (para Mitzi Gaynor). Ms: Benjamin Frankel y (sin acreditar) Kenneth Jones. Títulos: Maurice Binder. Pr y Dr: Stanley Donen.

Int: Yul Brynner, Mitzi Gaynor, Noël Coward, Barry Foster, Bill Nagy, Lionel Marton, Eric Pohlman, George Coulouris, Guy Deghy, Warren Mitchell, Danny Green, Alf “Man Mountain” Dean, Barry Foster, Michael Balfour, Carol White.










SINOPSIS:
Un gangster deportado a su Grecia natal, recibe desde Estados Unidos un inesperado regalo de sus antiguos compinches: se trata de una rubia atractiva y pizpireta que le mantenga entretenido y alejado del control de los “negocios” que aún pretendía ejercer desde su exilio. En esta coyuntura, entra también en escena un pintoresco rey sin corona, dueño de unas codiciadas joyas, que completará el terceto protagonista.





Imagen promocional en la que vemos al deportado gangster Nico March (Yul Brynner), el rey destronado Pavel II (Noel Coward) y Gabby Rogers (Mitzi Gaynor), el "regalo" llegado desde Chicago.

COMENTARIO:
La mayor dificultad tras ver una película de Stanley Donen, creo que ya lo he dicho en alguna ocasión,  es cómo transmitir a los demás esa alegría, esa felicidad, esa sensación de bienestar que uno tiene durante la proyección. ¿Cómo traducir en palabras lo que uno ha disfrutado de las imágenes, de la música, de un determinado movimiento de cámara, de una actriz o un actor? Una especie de embelesamiento que se apodera de nosotros y que permanece ahí dentro invadiéndonos a través de los años o que se renueva, casi sin alteraciones, al volver a ver un film de Stanley Donen. Y esto, aplicable a muchos títulos de este realizador, lo traigo a colación, curiosamente, a propósito de uno de sus trabajos menos apreciados y que hace poco he tenido ocasión de revisar tras muchos años sin poder hacerlo. Me refiero a UNA RUBIA PARA UN GANGSTER.

Se trata de una cariñosa caricatura en clave “runyonesca” del mundo de los gangsters, un divertido cuento puesto en imágenes con modestia, economía de medios y ese toque de elegancia y alada fluidez que Stanley Donen sabía imprimir siempre a la cámara. La película, con una base argumental un poco loca, no llega a alcanzar la deseable redondez y tal vez carece del brillo a que nos tenía acostumbrados el autor de INDISCRETA, pero no por ello deja de resultar placentero su visionado. Además, Yul Brynner –que ya nos había sorprendido gratamente como comediante en su anterior trabajo para Donen, VOLVERÁS A MÍ (Once More With Feeling)– y la siempre infravalorada Mitzi Gaynor, están muy bien y adecuadamente arropados por la elegante flema del peculiar Noël Coward. No obstante, esta comedia como la anterior de Donen con Brynner, sufrió en su día el rechazo del público y el desdén de la crítica de la época.

Ante el frío, casi hostil recibimiento de estas dos comedias en las que experimentaba nuevas fórmulas para el género, un desconcertado Stanley Donen en una de las pocas entrevistas que se le han hecho a este genial realizador, no supo a qué atribuir el fallo de conexión con los espectadores y en consecuencia decidió volver momentáneamente a estructuras más tradicionales con la excelente PÁGINA EN BLANCO (The Grass Is Greener).

DOS EN LA CARRETERA (Two for the Road)

(USA-GB) 20th Century-Fox / Stanley Donen Films, 1967. 111 min. Color. Panavision.

Pr: Stanley Donen y James Ware. G: Frederick Raphael. Ft: Christopher Challis. Mt: Richard Marden y Madeleine Gug. DA: Willy Holt. Vest: Paco Rabanne (para Hepburn), Foale & Tuffin y Mary Quant. Ms: Henry Mancini. Dr: Stanley Donen.

Int: Audrey Hepburn, Albert Finney, Eleanor Bron, William Daniels, Claude Dauphin, Nadia Gray, Georges Descrières, Gabrielle Middleton, Jacqueline Bisset, Judy Cornwell, Irene Hilda, Diminique Joos, Olga Georges-Picott, Patricia Viterbo.









SINOPSIS:
Mark y Joanna, dos jóvenes ingleses, se conocen durante un viaje de estudios por Francia. Tras un principio poco prometedor llegan a enamorarse y se casan. Diez años después, habiendo triunfado él social y profesionalmente como arquitecto y con su matrimonio haciendo agua, ambos recapitulan y se plantean si es posible o merece la pena salvarlo.







Audrey Hepburn vestida por Paco Rabanne

COMENTARIO:
La película describe y analiza el paulatino deterioro, la erosión, que el paso del tiempo provoca en los sentimientos de dos personas de sexo opuesto que conviven en estrecha relación durante unos años, un matrimonio en el que han ido emergiendo el egoísmo, los celos, el resentimiento, las insatisfacciones acumuladas y finalmente el aburrimiento. Con la pareja de Mark (Albert Finney) y Joanna (Audrey Hepburn), estamos ante una versión menos reposada y madura, menos tradicional, armoniosa y conformista, que la formada por Victor (Cary Grant) y Hilary (Deborah Kerr) en PÁGINA EN BLANCO, claro precedente de la que ahora nos ocupa.

El virtuosismo narrativo de Stanley Donen, nunca gratuíto y siempre suave y preciso, al servicio de la historia (hasta en las renovadoras propuestas visuales aplicadas en esta cinta), su musical sentido del ritmo, alcanzan aquí cotas sublimes de maestría y brillantez. La etérea, maravillosa Audrey Hepburn y el singular Albert Finney, genialmente dirigidos, dan vida y dimensión a esa pareja que por su forma de vida y los ambientes cosmopolitas, burbujeantes y frívolos en los que se desenvuelve, por su desarraigo y continuos desplazamientos, por las infidelidades y los reproches, mantienen una relación cambiante, inestable, al borde de la desintegración. Donen describe y analiza las relaciones de Mark y Joanna sin necesidad de que la planificación los someta a “inspección”, es decir, con la pequeña distancia precisa para observarlos bien y que el espectador lo haga al mismo tiempo y con libertad. 

En suma, hablamos de una inteligente y bellísima comedia (¿deberíamos considerar DOS EN LA CARRETERA como un drama con toques de comedia?) en la que el proverbial amor del realizador hacia sus personajes estuvo modulado por una mirada lúcida y desencantada. De hecho, en algunas comedias de Stanley Donen encontramos un poso de amargura (recordad BÉSALAS POR MÍ) e incluso en algún musical como SIEMPRE HACE BUEN TIEMPO. Donen ve claro y aún así, ama. Y yo amo el cine de Stanley Donen. 

EN LA CIUDAD DE SYLVIA

(Esp-Fr) Eddie Saeta / Château-Rouge/TVE, 2007. 84 min. Color.

Pr Ej: Luis Miñarro y Gaëlle Jones. Ft: Natasha Braier. Mt: Nuria Esquerra. DA: Maite Sánchez Balcells. Vest: Miriam Compte y Mar Fraga. Son: Amanda Villavieja, Marisol Nievas y Ricard Casals. G y Dr: José Luis Guerín.

Int: Pilar López de Ayala, Xavier Lafitte, Laurence Cordier, Tanja Czichy, Eric Dietrich, Charlotte Dupont.






SINOPSIS:
Un joven vuelve a la ciudad de Estrasburgo para intentar encontrar a una chica que conoció cuatro años antes. En su incesante escrutinio de rostros femeninos con los que coincide o se cruza, cree hallar el de aquella muchacha.







Xavier Lafitte, Pilar López de Ayala y José Luis Guerín.

COMENTARIO:
La memoria no registra, solo interpreta. El joven viajero que busca ese fantasmá­tico rostro de mujer “retocado” por las sucesivas pinceladas que aplica el tiempo sobre el original semiper­dido, esa mujer reconstruida con elementos de las demás, esa figura femenina acomodada a los sueños, es la levísima base argumental de esta película bella, rigurosa y absorbente. La propuesta narrativa de José Luis Guerín, experimental, llena de sugerencias, referencias y hallazgos, la pureza cinematográfica de sus imágenes capturadas, reflejadas, huidizas, logra también desde sus propias virtudes conducirnos de Rohmer al Hitchcock de VERTIGO, pasando por elementos del Resnais de EL AÑO PASADO EN MARIENBAD e incluso, en algunos momentos, vemos recursos de puesta en escena utilizados por Tati en PLAYTIME. Fuentes, entre otras, en las que su autor ha bebido con provecho. A este respecto, basta con mencionar la magistral secuencia de la terraza de Le Conservatoire con un fascinante juego de propuestas expre­sivas. O la del tranvía, al término de la cual se desarrolla el único breve diálogo de la película, sencillamente hipnótica. 

EL FANTASMA Y LA SEÑORA MUIR (The Ghost and Mrs. Muir)

(USA) 20th Century-Fox, 1947. 104 min. BN.

Pr: Fred Kohlmar. G: Philip Dunne, basado en la novela de R.A. Dick (Josephine A.C. Leslie). Ft: Charles Lang. Mt: Dorothy Spencer. DA: Richard Day y George W. Davis. Vest: Eleanor Bem y Oleg Cassini (para Gene Tierney). Ms: Bernard Herrmann. Dr: Joseph L. Mankiewicz.

Int: Gene Tierney, Rex Harrison, George Sanders, Edna Best, Vanessa Brown, Natalie Wood, Robert Coote, Anna Lee, Isobel Elsom, Victoria Horne.

Gene Tierney, una de las mujeres más bellas y fascinantes que ha dado el cine, encarnando a la Sra. Muir.

Tenemos a las cuñadas, Eva (Victoria Horne) y Angelica (Isobel Elsom), de la recién enviudada Lucy Muir intentando coartar sus deseos de cambiar de paisaje.

Tras la puerta de la cocina sorprendemos a la pequeña hija de Lucy, Anna (Natalie Wood) y la fiel doncella Martha (Edna Best) escuchando la conversación.
El viejo pescador Mr. Scroggins (David Thursby) obsequiando a la pequeña Anna con su nombre grabado en una tabla clavada en la arena de la playa.

Las oraciones antes de acostarse.

Bonito vestido, Sra. Muir.

No nos resistimos a mostrar un primer plano (y los que hagan falta) de Gene Tierney.

Pese a las advertencias del asustadizo Mr. Coombe (de espaldas, Robert Coote), nuestra intrépida Lucy ya está decidida a instalarse en esa casa con fantasma.

Inevitablemente, pronto le saldrá un pretendiente, Miles Fairley (George Sandres).

En esta pose protocolaria, ella parece dejarse querer.

SINOPSIS:
En la Inglaterra de 1900, Lucy Muir, una atractiva viuda decide abandonar su residencia londinense para ir a vivir a la costa donde alquila una casa habitada por el fantasma del antiguo propietario, un capitán de barco muerto en extrañas circunstancias que tras algunas intentonas para amedrentar a la nueva inquilina con los mismos trucos que le sirvieron para librarse de otros inquilinos, con Lucy no funcionan. El espectral “casero” terminará enamorándose de ella.

Por fin se deja "ver" el fantasmal capitán Daniel Gregg (Rex Harrison).
Sorprendida ante esa presencia? Francamente, creemos que no, pero ante un fantasma hay que guardar las apariencias.

Ya parece haber confianza. Ahí los vemos viajando en tren. 

Con la convivencia surgen algunos roces y la inevitable disparidad de criterios.

...nada que no pueda arreglar una seductora sonrisa.

El ser inmaterial capitán Gregg vigila y protege a esa mujer de la que se está enamorando.

Ella duerme, tal vez sueña con él. Pero el fantasma de Gregg, contemplándola, cree que ha llegado la hora de la despedida.

Cuando Lucy despierte no recordará nada que se refiera a ese fantasma enamorado.

Han pasado los años y Lucy duerme su último sueño...

COMENTARIO:
Fue en el tramo inicial de su carrera como director, en su etapa con la Fox, cuando Mankiewicz atendió el encargo de filmar este subyugante cuento romántico desarrollado a partir de una premisa “fantástica” que los espectadores aceptamos gustosamente por pura necesidad escapista. En muchas ocasiones, los fantasmas (mejor aún si están enamorados) han proporcionado al cine buenos mimbres para historias que han llegado a constituir casi un subgénero con resultados tan felices como -sólo son tres ejemplos- LA MUERTE EN VACACIONES de Mitchell Leisen, EL FANTASMA DE CANTERVILLE de Jules Dassin y EL DIABLO DIJO NO (Heaven Can Wait) de Ernst Lubitsch. Por ahora, me niego a descender hasta el popular GHOST de  Jerry Zucker.

EL FANTASMA Y LA SRA. MUIR es el cuarto largometraje que dirigía Mankiewicz y su puesta en escena ya exhibe una elegante maestría y una dosis de sensibilidad que llega a emocionar. El film, que nos habla del paso del tiempo y el objeto inalcanzable, del respeto entre diferentes, de la soledad y del amor, alcanza sus más altas cotas en algunos momentos de su segunda parte. Raudas acuden a la memoria escenas como esa que nos muestra la despedida del fantasma mientras duerme su amada, o la bellísima última secuencia.

Para la historia han quedado una hermosa partitura de Bernard Herrmann y la inolvidable pareja protagonista formada por un sutil y refinado Rex Harrison, actor que Mankiewicz utilizaba siempre que podía, y la embelesante Gene Tierney (¡cómo evitar enamorarse, aún siendo incorpóreo, de esa dulce, solitaria y a la vez determinada viudita!). 

FALSO CULPABLE (The Wrong Man) (USA) Warner Bros. / Alfred Hitchcock, 1956. 105 min. BN. G: Maxwell Anderson y Angus McPhail, basado en ...

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